Al final
Nos perdimos de vista
pero de aquellos años testigos
a pesar de su vértigo
quedaron ciertas miradas y gestos
y algunas frases que el tiempo
fue grabando paciente
en el fondo de las noches
Leopoldo Chariarse, Allá donde sueñas.
Siempre de Viaje - Taller de escritura y lectura, edición de libros-objeto y pliegos artesanales, lecturas de poesía, producción de eventos culturales.
Al final
Nos perdimos de vista
pero de aquellos años testigos
a pesar de su vértigo
quedaron ciertas miradas y gestos
y algunas frases que el tiempo
fue grabando paciente
en el fondo de las noches
Leopoldo Chariarse, Allá donde sueñas.
Yo intentaba atraerla hacia mí y ella se resistía; sus mejillas encendidas por el esfuerzo estaba rojas y redondas como cerezas; se reía como si le hubiera hecho cosquillas; yo la tenía atrapada entre mis piernas como un arbusto al que hubiese querido trepar, y en plena gimnasia, sin que aumentara apenas el jadeo que me provocaba el ejercicio muscular y la pasión del juego, derrame -como unas gotas de sudor arrancadas por el esfuerzo- mi goce, en el que no pude entretenerme ni siquiera el tiempo de experimentar el gusto; al instante cogí la carta. Entonces Gilberte me dijo, bondadosa: "Mira, si quieres podemos seguir luchando un poco más".
Marcel Proust, A la sombra de las muchachas en flor.
Los antiguos poetas de China
Dondequiera que esté, el mundo viene tras de mí.
Me ofrece su bullicio. No se cree
que yo no lo quiero. Ahora entiendo
por qué los antiguos poetas de China se iban tan arriba
a las montañas y se deslizaban luego en la niebla pálida.
Mary Oliver, Por qué me levanto temprano.
Tres cosas que recordar
Mientras estés bailando, puedes
romper las reglas.
A veces romper las reglas supone
solo prolongar las reglas.
A veces no hay reglas.
Mary Oliver, Un millar de mañanas.
Yo no quería escribir este libro. No sabía exactamente por qué no quería escribirlo, o sí lo sabía pero no quería reconocerlo; o no del todo. El caso es que a lo largo de más de siete años me resistí a escribir este libro. Durante ese tiempo escribí otros dos, aunque éste no se me olvido; al revés: a mi modo, mientras escribía estos dos libros, también escribía éste. O quizás era este libro el que a su modo me escribía a mí.
Javier Cercas, El impostor.
¡Qué feliz que estaba de haber vuelto a Leonberg! Era época de ruibarbos y madreselvas y sentimientos elevados. Cómo cantó mi corazón al volver a ver a Manzanilla. Tú habías estado pendiente de ella, Simón; me di cuenta. Yo me entiendo con las vacas. También con los terneros. (...) Estaba feliz de recoger mi propia agua, de limpiar mis propios corrales. Feliz de comer mis propios pickles, de tomar mi propio vino.
Rivka Galchen, Todo el mundo sabe que tu madre es una bruja.