El año pasado
por este mes
me compré un bolso
que tenía muchos compartimientos.
Me acompañó un año.
El año más atroz de mi vida.
Pero para qué extenderse
en una descripción de situaciones
que reclaman olvido.
Este año el cierre se rompió
y compré otro.
Ya sin compartimientos
y del mismo color.
Pasaron unos días
hasta que llegó el momento de la ceremonia.
Sobre la colcha floreada de mi cama
vacié el bolso viejo.
Todos sus compartimientos.
Aparecieron recibos de sueldo
propagandas de distintos comercios
remedios
boletos de ómnibus
una libreta en blanco
mi documento de identidad
monedas
y una carta enviada desde Madrid
donde un joven me escribe
que momentáneamente está allí
que todas las noches
piensa en mí que
fue una pena que
sabré de él por
otra carta o…
He orado
por él
por mí.
Bolso de la vida:
sé benévolo.
Estela Figueroa, El hada que no invitaron.
Consigna 2: Probá cambiar la sentencia "bolso de la vida, sé benévolo" por el objeto que vos elijas ("cartera de la vida, sé benévola"; "ollita de la vida, sé benévola") y armá tu propio rezo, tu oración propia.
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