sábado, 26 de septiembre de 2015

Velocidad creciente * Circe Maia




Velocidad creciente

Hay una
sensación de que los días pasan
a más velocidad y que no hay tiempo
de muchas despedidas.

Suena una voz, como de insecto, 
por detrás de los días
y detrás de las noches
pequeño picoteo, pero que no se para
cuando quieres ver, los días se desmoronan
como si hubieran sido devorados por dentro.

(Las fauces invisibles
dan cada vez más veloces
dentelladas.)



Circe Maia
Breve sol, 2001.



viernes, 25 de septiembre de 2015

El lenguaje mudo - Gabriela Aristegui



El lenguaje mudo que creábamos, nos hacía cercanos y distantes al mismo tiempo.
Lo miraba con ingenuidad, con desvelos y fragmentos. La carne vivía antojada. Morir en su sexo me cocinaba, siempre a fuego lento, muy lento.
Entre él y yo existía ese lenguaje sucio, manchábamos con impureza todo pudor.
Incrédulamente nos tornábamos imposibles el uno para el otro, fagocitarse así era un tormento.
Este lenguaje propio de dos cuerpos, era para ambos silencios nuevos. Soportábamos la distancia, las ansias, los desvelos, esta era la creación de un consuelo, (quizás no tan verdadero). Fuimos bálsamo, quitapenas, aplacamiento.
No se trataba ni de él ni de mí, sino del efecto entre ambos, algo difuso, que yo misma no podía captar, esa era mi búsqueda, absorber lo que probablemente no se podría tomar. No había consistencia entre nosotros, eran destellos, fulgor, deseo.
El cuerpo del otro siempre nos es ajeno y yo lo tomaba por momentos, retazos de un cuerpo, y en esa extrañeza se encontraba mi anhelo. El sabía ausentarse para provocar todo esto, este era su arte y, ¿el mió?, el mío lo escribía, lo vivía.
Solo sé que me brindaba poesía, letras y latidos. Pulsiones obscenas. Caía en una interioridad abrumadora, en esos instantes de alevosía plena.
Lo nuestro simplemente sucedía.

Nunca pude arrancarle palabras, el enmudecía. Lo mió no era afonía, sencillamente mi yo se entorpecía, es por esto mismo que solo sentía, simplemente sentía, su aliento, sus manos, su boca, su enloquecido soplo de vida.


Gabriela Aristegui, 2014.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.


Issei Suda

jueves, 24 de septiembre de 2015

La pesadora de perlas * Circe Maia

Vermeer


VI
(La pesadora de perlas)

El objeto más delicado sostenido
también delicadísimamente:
la pequeña balanza de las perlas.

El aire está inmóvil.
Equilibrio perfecto: la mano la sostiene
los ojos la sostienen
aire-luz la sostiene.

Mírala.

O mejor no la mires
no la miremos
ojo opaco podría acaso
¿no lo crees?
desnivelarla.



Circe Maia




Club de Lectura de Siempre de Viaje
Coordinación: Virginia Janza, Eugenia Coiro y Karina Macció.
Dirección General: Karina Macció
Lugar: Guarida Literaria de Siempre de Viaje
fbk: siempredeviajeliteratura
@siempre_deviaje

Tel.: 4867-5964 

martes, 22 de septiembre de 2015

Recreo * Lucía Imperatore

Recreo
Respiro entre conocimientos
Repaso
Resignación
Re
Signar
Comprobar
Comparar
Respirar
Recordar
Repasar
Chapotear
Re
Parar
Comentar
Flashear
Improvisar
Desestructurar
Intercambiar
Re
Crear
Memo- rizar
Respirar
Jugar
Enta-hablar
Encasillar
Encajar
Cargar
Jugar
Habilitar
Respirar
Espiar
Trazar
Transar
Re
Crear
Re
creo





Lucía Imperatore, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Hora cero * José Lupia

Hora cero


La historia comienza en un desierto.
Un llano sin vértices ni formas.

Sólo un hombre.
No hay silencio.
No hay sonido.

Camina.
Es el último, tal vez.

No hay sol.
No hay luz.
No hay sombra.

En el desierto del hombre vagabundo sólo hay noche.

Los años pasan como siglos,
aunque hablar de años ya no cuenta,
porque no hay momentos que contar.


Hasta que una noche se transforma en inicio.

Los ojos del hombre ven algo.
Lo oscuro se ilumina y las pupilas se contraen:
él ya sabe que debe acercarse.

Hay llamas.
Hay humo.
Hay fuego.
Hay un lugar para no tener tanto frío,
una morada en la que esperar, tal vez,
a otros vagabundos.


La historia del hombre termina en un desierto,
cuando comienza la historia del hombre.




José Lupia, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.



jueves, 17 de septiembre de 2015

Amor a primera vista * Szymborska

Amor a primera vista

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.


Wislawa Szymborska- Polonia
Versión de Abel A. Murcia







martes, 15 de septiembre de 2015

Las cuatro de la madrugada - Wislawa Szymborska


Hora de la noche al día.
Hora de un costado al otro.
Hora para treintañeros.

Hora acicalada para el canto del gallo.
Hora en que la tierra niega nuestros nombres.
Hora en que el viento sopla desde los astros extintos.
Hora y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada.

Hora vacía.
Sorda, estéril.
Fondo de todas las horas.

Nadie se siente bien a las cuatro de la madrugada.
Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada,
habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco,
si es que tenemos que seguir viviendo.  




Club de Lectura de Siempre de Viaje
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lunes, 14 de septiembre de 2015

Soñar a la distancia * Lucía Imperatore

Sueños: caja de pandora, misterios enterrados que salen a la luz cuando nuestro inconsciente decide jugar mientras dormimos”


Soñar a la distancia


Tres mujeres
a punto de dar a luz

estoy distraída

De pronto
Mi atención se detiene
En la urgencia de ayudar
Para que los tres niños
Sobrevivan

Me concentro

Opto por empezar
Como una partera entrenada
Por las dos primeras madres
Sabiendo que los niños
Saldrían de sus vientres
Como por un túnel

Me sorprendo

Con la felicidad
De los primeros sonidos
los recién nacidos
Me distraigo

En la alegría
Que irradian
orgullosas
de su creación
escucho

una figura masculina
Que me recuerda
El silencio y la angustia
De la tercer mujer
implorando
El rescate
De su hijo
Que se ahoga

Me concentro

Me pide
Que lo ayude
A llorar

Busco la mirada del hombre

Sin pensarlo sonrío
Y El susurra
“lo hiciste bien”

Despierto

Los llantos del niño

Fluyen



Lucía Imperatore, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje. 

domingo, 13 de septiembre de 2015

Club de Lectura - Circe Maia

La piedra del mar


Es una piedra chica, gastada por las olas
mojada y con arena, cuando la recogimos.
Mojada y seca, opaca
pero blanquísima
sobre la palma abierta.

Sobre todo del tacto vienen las realidades.
De su suavidad y peso, y más aun su frío.
No tanto su blancura, fundida ya en el resto
de colores volantes en la playa.

No  tanto su blancura, definida a esta hora.
Blanco sin grietas, parejo blanco limpio
que si anochece vuela con azules y rojos
sobre las azoteas.

En su lago de blanco los ojos se sumergen
pero su pura gota de color se disuelve
se cae en las corrientes de colores llovidos
que borra un aire negro.

La dureza y el frío permanecen, se sienten
sobre la mano, clara realidad de la piedra.
Fría materia, ligero frío, frío
sobre la palma abierta.


Circe Maia



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