sábado, 30 de noviembre de 2013

Natalia González - MINUTO HOT



La revelación de tu cuerpo
en el mío
Sutiles movimientos anímicos
descuelgan de tus manos
el candor de una caricia
Mendiga deseo-amor mendigo
Silencios habitados 
por diáfanas representaciones
de las que huimos

Debajo de la piel nos encontramos
por no poder elevar los ojos al alba


Y es la tensión perpetua
el deseo inoportuno
la imaginación de las promesas
la continuidad
la inminencia del encuentro
El fuego, nuestra incandescencia
Del otro lado
nombrarme resulta temeroso

Siempre tengo los ojos abiertos para vos
Entre tu y yo las fronteras son inútiles
El corazón existe en afiladas palabras
Pido silencios, te miro
me encuentro
y nuestra verdad se revela en esta vieja pared


Natalia González

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje


Natalia González en el Club Cultural Matienzo 

viernes, 29 de noviembre de 2013

Club de Cuentos - Libros Colgantes


En el Club de Cuentos estuvimos preparando la muestra de fin de año. Los chicos juntaron sus cuentos y eligieron los que más les gustan para hacer los libros colgantes que se exhibirán con sus historias y dibujos.
Acá te mostramos algunas fotos de esta etapa de edición:












CLUB DE CUENTOS
La propuesta de Siempre de Viaje para los chicos
Lugar: Guarida Literaria de Siempre de Viaje
Coordinación: Cecilia Maugeri y Nicolás Pazos
Dirección General: Karina Macció
@siempre_deviaje
Tel.: 4867-5964 // 11 50 56 36 95

jueves, 28 de noviembre de 2013

Mariana Avendaño - MINUTO HOT

No quiero hablar
Y yo no quiero que me hables

Entrás, sin sonreír
Nos detenemos
y a penas cruzamos una mirada

Cerramos la puerta de golpe

Sin timidez
tu mano,
adherida
me recorre desde la mejilla a mi cintura
y allí se queda

Me apoyas contra la pared
tus manos bajan
y nos volvemos más urgentes

Respondo tu caricia
Beso tu boca
tu lengua me responde
Siento el calor de tu saliva
mi mente ya se disolvió

No quiero hablar
Y yo no quiero que me hables

Tu lengua golpea mi lengua
Empieza un campeonato corporal

Me besas casi desesperado
mis brazos rodean tu espalda

Mi boca desciende
y se queda en tu cuello respirándote

Mi cuerpo se acerca al tuyo
Exasperado

No quiero hablar
Y yo no quiero que me hables

tu corazón late muy fuerte
solo mi corazón lo escucha
todo mi cuerpo esta atento a tu piel
tu corazón y mi corazón
laten a un mismo ritmo,
tu piel y mi piel se unifican
No quiero hablar
Y yo no quiero que me hables

Ya estamos desnudos
Creo que en una cama
O en Marte
No lo se

Mi mente ya se disolvió



Mariana Avendaño

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje 


George Holroyd III



martes, 26 de noviembre de 2013

Fabián Sultani - MINUTO HOT



Cuerpoamor
No te desvistas
quedate así
con tu vestido corto
después
la ropa después
solo un minuto
ponete ahí
donde entra el filo de luz
y dejate cortar
ya
ya
te toco
dame un minuto
y quiero
ahora
poner mis manos
entre tus medias
entre tus piernas
mostrame
ese lugar
y subí
de a poco
y en menos
mirame
y llego
a tu bretel
blanco
a tus rojos
y blancos
yo
un minuto
otra vez
esta vez
con mi lengua
ahí
en lo mostrado
por vos
llego
llego
llego
mojo tus rojos
entro
voy
duro
tan duro
voy
presiono
levemente
y estoy
ya estoy
diosa húmeda
un beso
cuerpoamor




FABIÁN SULTANI - MINUTO HOT
27/11 en CLUB CULTURAL MATIENZO


Loulou de la Motte

Mañana Fiesta en el Matienzo, minutos de amor y calor viajeros!


Victoria Soler - MINUTO HOT


Animarse


Sobre una tierra de plastilina
Regada con brillantina celeste,
El pasto de anima a crecer.


Al lado de un cisne de papel higiénico
Cuando sale el sol de papel celofán,
Una gallina se anima a poner un huevo.


Entre edificios de papel de diario
Bajo esta luna de papel manteca,

Me animo a decirte que te amo.


Victoria Soler

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje


Edwin Georgi

lunes, 25 de noviembre de 2013

Julia Benseñor - MINUTO HOT


Me pongo en marcha.
Los ojos curiosos.
La mente alerta.
El inmenso deseo de beberme el mundo por los poros.

Caminás conmigo.
A poco de andar me das la mano.
La pendiente ya no es tan abrupta.

Por momentos el sendero se hace escarpado y sinuoso.
Parece imposible bajo el peso de nuestras mochilas.
El cielo encapotado.
La maleza va tapando la senda.

Pero ahora el camino se vuelve llano y sin escollos.
Los árboles del bosque nos protegen del viento.
Las flores de vivos colores escoltan nuestra marcha.
Los picos nevados exudan sensualidad.

Siento las caricias del paisaje.

Y nuestros latidos boquiabiertos se unen en un mismo compás.


Julia Benseñor



JULIA BENSEÑOR - MINUTO HOT
27/11 en el MATIENZO 


Alexi Hobbs

domingo, 24 de noviembre de 2013

Rocío Mariño - MINUTO HOT

Pecas

En cuclillas me te acerco.
Temes.
Me acerco.
Temes que me acerque.
Me acerco y me arremetes.
Te me acercas y me te arrebatas.

De rodillas te imploro que no me te arrebates
pero temes que me acerque y te escabulles.
Te escabulles y te aborrezco.
Te aborrezco porque pecas.
Te escabulles cuando pescas.
Cuando pescas te escabulles porque pecas.
Pecas porque temes que me acerque
Me arremetes mientras pesco una de tus pecas.
Una de tus pecas de rodillas me implora que me acerque
pero temo que te escabullas.

Parada te busco.
¡SUBÍ! / ¡SUBE!
Subí / Sube.
Porque sigues en cuclillas y yo estoy parada
y ya no temo que te acerques.
Ya no meto esa cerca que nos desacerque.
De rodillas me te acercas y no hay cerca que nos desacerque.
Mientras pescas una de mis pecas te arrebato.
Te bato las pecas y no te escabulles,

porque estás parado mientras pesco una de tus pecas.


Rocío Mariño

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje



ROCÍO MARIÑO - MINUTO HOT
27/11 en el MATIENZO




sábado, 23 de noviembre de 2013

Diana Martínez - MINUTO HOT


Antes de 


El tiempo te presiente.
El olor a noche,
La luna en su derroche.
El ambiente te presiente.
La seda, las rosas,
El champagne en las copas.
Mi cuerpo te presiente.
Vestido de nada
Adornado de deseo.
Te presiente,
mi conciencia de mi.
Mi mente tuya.
Mi boca sedienta,
Mi piel tersa,
Te acercas…
Seguro, 
Lento.
Me miras con ansia,
Respiras mi aroma.
Me tocas…
Suave,
Intenso.
Recorres con tus ganas mi cuerpo. 
Me vuelco en ti…
Te siento. 


Diana Martínez



DIANA MARTÍNEZ - MINUTO HOT
27/11 en el MATIENZO




viernes, 22 de noviembre de 2013

Diego Pascaner - MINUTO HOT

Ella enciende las velas en los candelabros más finos. No puede creer que sean 15 años. Recuerda el día que lo conoció. Él trabaja. Ni se acuerda ni se imagina. Es un hombre con muchos quehaceres, no como ella que ahora se dedica a sí misma. Se pone el mejor vestido, un regalo de él. Qué lindo él. Él no puede más. Apoya la cabeza sobre sus manos. Se acuerda. La llama. Ella no contesta porque se está peinando y no escucha el teléfono. Él se desespera. Ella está lista. Él sale corriendo. Ella se sienta pensando que debería estar llegando. Él se apura, no se lo perdona. Ella ve las velas consumirse. Él casi choca por la corrida. Ella se queda a oscuras porque se terminaron las velas rojo pasión. El rojo pasión se fue, se derritió, no está más y él se siente culpable. Ella trata de evitar llorar. Piensa en todo el tiempo que le llevó arreglarse.  Él se imagina una lágrima en sus ojos. La lágrima cae. Ella se pone triste. No lo puede evitar. Se resigna. El maquillaje se corrió.


Diego Pascaner


MINUTO HOT - DIEGO PASCANER
27/11 en Club Cultural Matienzo



Giuseppe de Nittis

jueves, 21 de noviembre de 2013

Daniel Cáseres - MINUTO HOT


Para amarte elijo la palabra que más me complica: 
Silencio.

Me visto con una delgada piel de aire 
y te respiro desde el gemido que es sonrisa.
Me calzo tus bocas sin saber si son besos 
o raíces destilando miel de avispas salidas de una colmena de lava.

No.
No es la luz lo que ilumina.
Es la oscuridad que contrasta con estas lunas blancas derretidas en tus vértebras.

No existen las nubes ni el viento.
Sólo tu vientre y tus ojos 
y meterme dentro tuyo.


Daniel Cáseres




DANIEL CÁSERES - MINUTO HOT
27/11 Club Cultural Matienzo



Egon Schiele



lunes, 18 de noviembre de 2013

Diego Recalde - MINUTO HOT



ADÁN


Fue el último que probó una manzana roja.

Porque después, la copa del árbol creció y aparecieron:
las manzanas verdes,
las manzanas rome,
las manzanas en compota,
las manzanas roja deliciosa,
las manzanas asadas,
las manzanas acarameladas y con pocho­clos,
las manzanitas,
las manzaneras,
los pasteles de manzana,
la gelatina de manzana,
los strudels,
la sidra,
los borrachos…


****


PAJEROS


Hay pajeros, muchos pajeros. Seguramente en alguna medida todos seamos un poco pajeros.
Sin embargo, hay un tipo de pajero que no me gusta:
el que se encierra en el baño durante horas y no se toca...


Porque se encierra únicamente, ¡para impedir que entren los demás!.


****


CASTIGO DIVINO


Si los del Olympo se enojan conmigo,
a esos dioses moralistas,
tengo un pedido para hacerles:
que me castiguen como al gigante Atlas.
pero con una penitencia
que es dos veces más pesada.


Porque yo quiero que me conviertan en un corpiño.
Me encantaría que me obliguen,
a sostener esos dos mundos.


****




COLEGIALAS ARDIENTES

Colegialas ardientes:
Qué pena que sean prohibidas para mayores de 18.




DIEGO RECALDE - MINUTO HOY - 27/11 en el MATIENZO




Luchas Cranach, 1528.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Siempre de Viaje en Sierra de la Ventana

Siempre de Viaje visitó la IV Feria del Libro de Sierra de la Ventana. Se organizaron talleres de cuentos para chicos en las escuelas, además de las actividades en la sede de la Feria.

Con la consigna "llevate tu poema", Karina Macció dio un taller de creación poética en el patio de la Feria. Cecilia Maugeri desde el escenario ofreció clases de puesta en escena de textos poéticos; luego participó de una lectura con alumnos de talleres de la Biblioteca Macedonio Fernández de Villa Ventana. 





viernes, 15 de noviembre de 2013

Nadina Tauhil - MINUTO HOT



me acerco despacio
moviendo la cola
una perrita tan simpática
quién podría sospechar
el pelo rizado que atrás del collar
las pulgas de la oreja
la piel rosada
una mujer-víbora late
desea feromonas
la víbora sangre
y entonces quién podría sospechar
mis ganas de comerme una mujer entera
de tragarla sin morderla
estrujarle la garganta
con mis músculos
boa constrictora
soltarle
un poco de aire
apretar
de nuevo
soltar los músculos
parece que se acaba
se retuerce
enrosco su garganta
la doy vuelta
la estrujo
¡qué bien se siente tener adentro una mujer al borde de la asfixia!
pide aire
le doy
pide aire
la suelto
un poco
no quiero
no quiere
salir
ser liberada
¡es tan hermoso un poco de presión!
acaricia
calienta
aprieta
hincha
calienta
aprieta
aprieta
a prieta
aaaaa prieta
aaaaaaa
¡QUIETA!
calienta
aprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta
aprietaaprietaaprietaaprietaaprietaaprieta


aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa




NADINA TAUHIL - MINUTO HOT - 27/11 en el MATIENZO



Andrew Fladeboe



miércoles, 13 de noviembre de 2013

"De paso", un cuento de Julia Benseñor


Arthur Wesley Dow


De paso


Me dejé llevar. Me tragué el miedo y la incertidumbre y acepté el ofrecimiento de viajar con aquel desconocido. Me había embarcado en aquel viaje improvisado y tenía que acomodarme a lo que me trajeran los nuevos vientos. Decidida, le pasé los bolsos y puse un pie en el bote, que de inmediato se ladeó precariamente y me obligó a apoyar el segundo pie y a sentarme con una agilidad inusitada sobre una tabla de madera. El remero movió con destreza el remo para apartarse del muelle y ponerse en marcha. Yo lo observaba inmóvil, sin decir palabra. No quería poner en riesgo ese frágil equilibrio que parecía pender de una cuidada combinación de factores naturales y humanos: la mansedumbre de las olas, la calma del viento y el movimiento sincopado de los brazos y las piernas del remero que avanzaba a ritmo bestial, sin que semejante esfuerzo se reflejara en su rostro... salvo por las gotas de sudor que le resbalaban por la musculatura de su cuerpo. Tan naturales eran los movimientos de aquel isleño que el equilibrio era perfecto. Avanzábamos a ritmo vertiginoso, la proa cortaba la masa de agua como un cuchillo filoso, pero el bote no se mecía, ni siquiera titubeaba.
Y yo fui dejando atrás mi aprensión. Todo me decía que el agua era su medio y que podía confiar en él. Lo confirmaban sus ojos, firmes y seguros, así que abandoné el control y respiré aliviada. Automáticamente mis hombros descendieron en un ademán apenas perceptible, pero el remero, músculo puro, me había espiado de reojo y se dio cuenta de que se había ganado mi confianza. Él también respiró aliviado. Entonces, le regalé una sonrisa agradecida, que él eligió no devolver.
Liberada de la tensión inicial, poco a poco me fui animando a mirar fuera del bote. Primero me concentré en el agua. Estaba limpia sin ser clara, estaba ondulante sin agredir. El agua se abría paso a través de innumerables vericuetos, tejiendo una red en constante movimiento. La enmarañada tierra del Tigre, que se fue llenando de bosques y juncos, se partía a los cuatro lados por las aguas de sus ríos y arroyos.
El río se ondeaba al son de las remadas y el ritmo fresco de las aguas aliviaba mi angustia, y al mecerme me hipnotizaba hasta convertirme en un río de dudas.
¿Es el bote el que se mueve y avanza o es el río el que retrocede? ¿Estoy quieta o estoy pasando? ¿O son las aguas del río las que pasan y no vuelven? Respiré hondo y me serené. Soy agua y estoy pasando... y no vuelvo.
Mi mente vagaba lejos, sumergida en pensamientos confusos; la mirada, puesta en ningún lugar. La paz que percibía en el ambiente me fue transportando poco a poco a un universo de sensaciones lejanas, ya casi desconocidas para mí desde que había empezado aquella pesadilla.
¿Estaré soñando? Ya no tengo esa opresión en el pecho. Me siento más aquietada. Sin embargo, afuera todo se mueve.
De pronto oí una voz:
—¿Más tranquila?
¿Quién es? Ah, claro, el remero.
Sí, sí, gracias.
La noto preocupada.
¿Se me nota? Tengo que relajarme. ¿Sabrá algo? No, supongo que no.
Sí, un poco.
Tranquilícese... hago este camino desde que tenía seis años.
Ah, se refería al bote.
Sí, discúlpeme. No es que desconfíe de usted. Es que nunca me había subido a un bote.
Entiendo. Para mí, andar en bote es como caminar.
Es que al principio me pareció frágil y peligroso...
¿A qué se refiere?
Otra vez. Seguro que percibió algo. No, no puede ser.
—Me refiero al bote. Es tan pequeño, de madera... no sé, tuve miedo.
—No tiene que tener miedo. Somos pocos acá.
¡Precisamente...! ¿Cómo se arreglan en este lugar? ¿Qué hacen cuando sube el agua y se inunda? ¿Hay lugares adonde comprar lo que uno necesita?
El remero se rió.
Cálmese. La naturaleza se lo explicará mejor que yo.
No entiendo lo que me dice. Pero mejor no le hago preguntas.
Sin embargo, eran tantas mis dudas... ¿Cómo era la vida en el delta? ¿Cómo se sobrevive en ese lugar? ¿Me acostumbraría a la nueva situación? Ahora que tenía con quién hablar, lo hubiera acribillado a preguntas, pero se habría sentido literalmente así, acribillado y daba la impresión de asustarse con la gente.
Yo también estoy asustada porque no quiero que sospeche nada. Pero ¿podré resistir tanta soledad?
El silencio nos envolvió otra vez, y de inmediato cobraron vida los sonidos de las bandadas y el crujir de las hojas y troncos en el viento. Seguimos así un buen rato. El silencio era cada vez más profundo, denso como la vegetación. Y a cada recodo del río el paisaje nacía de nuevo, una y otra vez, porque en ese vasto delta entretejido, parecía no haber dos escenarios repetidos. Las hortensias cedían paso a los jazmines y los verdes se apagaban cuando las flores silvestres estallaban en rojo.
¿Cuántas personas viven en las islas? Se ve muy poca gente…
Cada tanto nos cruzábamos con alguna vivienda elevada sobre cuatro pilotes, esas construcciones típicas de la zona que intentan atenuar los estragos de la marea alta. Y si por casualidad aparecía algún poblador a la vista sobrevenía a modo de saludo un gesto sordo de brazo en alto y palma extendida, el saludo del delta, del remero, del isleño, tan característico como las casas elevadas sobre cuatro pilotes. Tiempo después habría de aprender que aquel saludo era tanto o más efusivo que el más estruendoso de los abrazos urbanos, y por cierto más sincero.
Al cabo de un tiempo, el remero bajó el ritmo de las remadas. No supe si era porque estaba cansado o porque estábamos llegando, pero el cambio de ritmo le sirvió para retomar su lacónica conversación.
—Me llamo Mario.
Yo, Laura. Muchas gracias por este viaje.
De nada. Ya estamos muy cerca.
Qué bien.
Arthur Wesley Dow
La verdad es que no quiero llegar. Estoy bien así.
La presencia de Mario me hacía sentir a salvo. No podía estar segura de que no se filtraría alguna información sobre mi nuevo refugio. Sabía que no debía confiar en nadie, le había prometido a mi hermana que no lo haría, pero con Mario presentía que era distinto. Lo percibía en el aire, en la piel. Jamás, ni siquiera mucho antes de que se abrieran para siempre las puertas de mi vida al peligro, había tenido una sensación de seguridad semejante...
Llegamos. La casita de la isla se veía pequeña pero sólida y agradable. Estaba sobre un terreno irregular de ceibos y sauces, estratégicamente guarecida por una mata densa de vegetación completamente novedosa para mí.
Había llegado el momento de bajar del bote, y conmigo los pocos bultos que logré armar antes de escapar a toda prisa. Cuando me disponía a bajar, Mario me detuvo y habló:
Laura, si aprende a escuchar las voces de este lugar, verá que aquí no le faltará nada. No está sola. El delta está lleno de seres vivos. Pídales permiso para compartir el espacio con ellos y se lo darán.
No fue necesario decir más. Su voz encerraba la fuerza de la naturaleza virgen, el peso de la inocencia genuina. Sus palabras habían vuelto tangible aquel manto invisible de protección que yo había percibido en su presencia.
En ese momento supe que no estaba de paso.



Julia Benseñor

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.