miércoles, 31 de julio de 2019

Ningún animal está desnudo * Ludmila Mojica


Ningún animal está desnudo
pero mi oferta
el respiro de libertad
ante el dolor del mundo
sigue abierta

estamos vestidos
con abrigos hechos de lágrimas
gorros satinados en ira
y zapatos taco hambre

arrastramos el peso del universo
en simples prendas
vistiendo uniformes de inocencia
pero no somos animales

jugamos a las escondidas
entre los armarios
entre los cajones
buscamos vestirnos de sentimientos puros

por el temor de estar desnudos

¿Cuál es el plan?

¿Buscar el respiro de libertad

seguir vistiendo un disfraz de animal?

Primitivo
antiguo
pesado

¿Por qué no probamos
con desvestirnos por dentro?




Ludmila Mojica, 2019.





Howard


lunes, 29 de julio de 2019

La miro * Matías Montero



la miro me mira la miro
me encanta me atrapa
su mirada 
me dice que puedo 
contarle cualquier cosa
su sonrisa se expande
toda la cara
se enciende 
ilumina
su boca sus labios
suspiran ganas 
desatan confesiones
su voz sonidos
canción sin banda
poesía sin tinta
es suya y es mía

está tan lejos cerca
ahí nomás
podría estirarme, alcanzarla
todo el tiempo
miro su cuerpo
sus calles, sus curvas
cada esquina es una foto
cada foto una postal
sus piernas atraviesan el espacio
lo rodean lo pisan
logran domarlo
suavemente
quiero acostarme 
en ella
despertarme envuelto
de nuevo y de nuevo
acaricio con mis ojos estos fragmentos
camino con mi mente estos instantes
la miro me mira 
la miro





Matías Montero, 2019.




domingo, 28 de julio de 2019

Eso te vas a poner * Karina Macció




Eso te vas a poner?
Madre mira con desaprobación 
Así vas a salir?
Padre objeta
Me observo, me vigilo, me escruto
Cerrá las piernas, no te sientes así
Eso no te queda bien
Estás gorda
Estás flaca
Me vigilo más de cerca, me descompongo
Qué hay en esta sangre, glucosa, triglicéridos, grasa
Qué hay adentro de mí, o es afuera todo lo que pasa?
¿Te parezco un afuera?
Baldío, campo arrasado, listo para volver
a marcar, qué? quién?
Me descompongo 
Piernas
Tetas
Culo
Cintura
Pies
Manos
Me observo con detención, me descompongo
Espejito, espejito
Por favor
Decime algo lindo, mirame bien, mimame
Espejito
Qué te pusiste?
Caminá erguida
Peinate
Qué te hiciste en la cabeza?
Me atisbo
Me disecciono
Un pelo, dos pelos, tres pelos
Pinzas, alicates, tijeras, limas
Rasuradoras, máquinas, planchas
Me aplano
Me aprisiono
Me oculto
Exhibo solo unas partes
Un poco
Caminá derecha, no tuerzas los pies
Me muestro 
El dolor no, la sonrisa
Lo oscuro no, el brillo
Lo malo dejalo afuera
-¿qué sería?
Tu emoción, tu discutir, tu ironía
Maquillate un poco
Arreglate -me descompongo
Prolija, aplicada, traga
Inteligente? 
Eso no lo sabemos
Prolija, aplicada, traga
Capaz? 
No lo sabemos
Carrera?
No importa
Linda, atractiva, educada
Nací en la útima parte del siglo XX
No es el 1800
Ni los años 50
Las poetas se mataron, todas
Ellas
Solitas
Solitas? Eso no
Me duele cada músculo de estar atada
amordazada
Me duele la lengua del abuso
Me duele el insulto, el mote, la liviandad
Tu: “las cosas son así”
Tu: “no te la busques”
Tu: “calmate, no enloquezcas”
Me duele la garganta de los nudos
Siempre lo mismo vos
Qué pretendías?
Me duele tu casilla invisible que quiere atraparme y te atrapa
porque si no soy como querés que sea
se pudre todo
el veneno se inocula con la lentitud de las sílabas
con la precisión de los ojos que juzgan
condenan
rotulan
sellan esta caja/casa donde querés que entre
al vacío
una, dos, tres muertes
Cuántas veces se puede renacer?
Las que quieras
Levántate y anda
No tenés dios, no existe
La filosofía pensó poco en tu cuerpo
La religión te hizo virgen y puta malévola
Tu cabeza rodó muchas veces
La reina era un rey trasvestido
Levantate y andá
tus hijas te miran, te esperan
no hay dejarse en paz
escribo, fijate bien
trafico palabras
te las quito, las doy vuelta
tomá
esto es lo que hago
decí lo que quieras
el miedo es tuyo ahora
en mi caso
ya perdí y volví
a empezar
cultivo palabras en la tierra
las saco de la basura
lavo, limpio, plancho
sin uniforme
las tiendo al sol
sin blanqueador
vuelan con el viento
respiran
se recargan
te topetean
te arrollan
y no entendés
nada
Te miro a través de esta tela
sonrío,
sigo escribiendo.





Karina Macció, 2018.




viernes, 26 de julio de 2019

En el naranjo el río * Axel Levin





En el naranjo el río
pastizal
un perro tirado al sol
y los talares
nostálgico el camino.

Escucho leer
en el fondo
un lienzo paisaje vivo
intento sostener
la tensión
de las palabras al naranjo
maderas en fila, barro, agua
frío, otoño, feriado, siesta
me voy saltando entre pequeñas islas
camino hasta el pescador
chiquito
muelle de lluvias que no vi
lejano
sombra al contraste del sol

no quiero irme

no quiero soltar

se va
la conciencia
toda riega el pastizal
el perro estirado
luz de hojas secas
amarillas 
caen
pesadas
volátiles

no
quiero
dejarme ir

hay un libro en voz alta
se trata de un pintor
o de filosofía
estoy en ronda
escapada entre amigos
capullo dentro de un capullo dentro de otro
ciruela, camión, tronco, talar

confundo
lo que veo
escucho
palabras sin contorno

se suceden
                            lindas
                                   como soniditos
                   flotan
                                                                deshacen


                            tengo la panza llena
                el perro bosteza
                                                                mimoso
                                       yo también


balanceo


                                       me duermo
                      pinto
                                                               despierto
los ojos

                     dónde
                     estoy

                                                               escribo

                                                                                                    quizá     
                     sin
                     bordes   
                                                                                                                lo sepa

                                                                                                          acá






Axel Levin, 2019.




                                                                                                 

jueves, 25 de julio de 2019

La gema invisible * María de los Ángeles Raggio



Volvía del trabajo caminando como siempre, hasta encontrarme con la parada del colectivo que me llevaba a casa. Cruzar las vías era el inicio oficial de un retorno reparador.

La cuadra anterior a la avenida era plácida y de casas bajas, con pequeños locales primorosamente exhibidos. Había un local que reconozco tenía toda mi atención. 

El espacio era un cuadrado pequeño con ventanales y escaparates donde las esculturas de cerámica descansaban sin prisa, congeladas en pasos de tango, o anunciando un sincero parentesco con la familia Botero. Entrar era, sin embargo, otra historia. 

Entrar me demandaba coraje, porque sabía que hacerlo significaba abrir la billetera, contenta y convencida de lo genial de la compra. En esos años las tarjetas no eran habituales, así que el acto de coraje estaba definitivamente condicionado por la cantidad de billetes disponibles. 

Entrar era sumergirme en la fragancia penetrante de jabones artesanales que me transportaban a un confort mental, tan placentero como inexplicable. Entrar en ese ambiente era igual a salir con algo de su magia.

Su dueña era una mujer muy joven, cautivante y rubia llamada Karina. Su mirada te atravesaba con amabilidad y desparpajo haciendo gala de modos familiares, que permitían que una se relajara y se dispusiera a un paseo inesperado. Ella era como una hechicera de la que no sospecharías jamás, pero cuyas artes podían torcer la monotonía de los días.  

Una tarde de primavera exuberante rociada de frescor, entré a comprar unos regalos. Su charla era un susurro de convencimiento que parecía conocer todo de mí. De modo imperceptible me llevó hasta la vitrina de anillos donde un pequeño cartel rezaba “Acrílico”. Me sentí capturada de inmediato. 

Formas geométricas, estilizadas, terminaciones redondeadas y suaves, colores vivos. Sí, colores vivos… casi me paralicé ante un anillo azul en degradé, delicado e importante, diferente por sus líneas simples y sus aristas tan suaves, que harían que una cascada se deslizara sin salpicar una gota. 

Al probarlo mi sorpresa fue mayúscula. Encajó en mi dedo anular de manera perfecta. Nada podía decir para no llevarlo. No se me ocurría ningún argumento que justificara dejarlo allí.  

Ella sonrió con la satisfacción de quien tiene la certeza de lo cumplido e infalible. Su sonrisa fue la de quien esperó ese momento durante largo larguísimo tiempo.  Pensé un momento en el precio, temía preguntar y sospechaba que no iba a poder pagarlo. ¡Qué equivocada estaba! No sólo era accesible sino que también era absurdo. ¡Si hasta podría haber dicho que era para mí! 

Y sí, junto con los regalos delicadamente envueltos y en sus bolsas individuales, el anillo vino conmigo. Cada detalle estaba presente. No podías arrepentirte de tu compra.

La rubia me sorprendió al salir dándome un beso de despedida sonoro y genuino. Tuve la instintiva reacción de llevar mi mano a la mejilla para asegurarme que no había dejado maquillaje en mi cara. ¿Pero qué estaba haciendo? ¡Ella no usaba maquillaje! 

Salí aturdida a la tarde que se desvanecía y caminé hacia la parada del colectivo como siempre, como si nada hubiese pasado.

Pasaron algunos meses en los que estuve envuelta y revuelta en una vorágine de trabajo y letras, sin orden ni lógica. Los días no se distinguían de  las noches, las horas interminables se ahogaban en un silencio interrumpido solamente por el rítmico repiqueteo de las teclas. Conversaciones mudas pero ensordecedoras. En semejante escenario y a contramano de lo esperado, no me sentía cansada no percibía ningún hastío y hasta disfrutaba de un humor de tormenta que me invitó a caminar liviana hacia la guarida donde los aromas eran los encargados de disparar las más inesperadas elecciones.

Allí estaba ella, esperando, como si el tiempo no hubiese pasado, como si todo estuviera dispuesto en el lugar adecuado para vos, como si tuviese la capacidad de determinar la causalidad a su antojo. Siempre fresca, rubia, y llena de burbujas color champagne. 

Elegí en trance mis jabones artesanales de acacia y jacarandá. Al acercarme a pagar, las dos notamos que estaba usando el anillo azul, al que por cierto, tanto me había apegado. 

Con una sonrisa cómplice, me preguntó si se sentía bien y si todo fluía. Fue un instante de iluminación inesperada. Sí. Todo se sentía tan bien, todo fluía, todo estaba en su lugar. En ese segundo de claridad supe que nada había elegido y que había sido ella todo el tiempo eligiéndote para combinar sus esculturas de piedras semipreciosas, de colores vivos, con tus días. Lo supe mientras mi sonrisa le devolvía su complicidad. 

Todo fluye respondí, en azul profundo y silencioso de la vida.





María de los Ángeles Raggio, 2019.



Tata Gorian

miércoles, 24 de julio de 2019

el ruido * Carina Szwec



desaparecen las palabras
en caos de verdor desparramado
mi sentido
ido
la noción de mi tiempo
desdibujada
cauces sinuosos
imprecisos
se oyen murmurar sus caudales
no queda más
por nombrar
ni decir
solo
escuchar el paisaje
brotar desde lo ínfimo
en el bullicio
farsa de la inanimidad del tiempo
lo silvestre
el verde
el árbol
lo agreste
la flor
lo marrón
moribundo
hoja seca

¿alguien la vio cuando vivía?

pasado

todo por agua
profesando recorrido
confluyen
los ríos
en la tempestad
anunciada

punto estruendo
mudo en el ruido

avasalla
salta
rompe

corriente
qué 
purifica
que arrastra
mata

¿cuánto tarda una gota en caer?

Asomar el cuerpo 
sentir el vértigo
futuro incierto
de lo que sólo pasa una vez
empañar la mirada
de blancos grises
de bruma llena
de agua
de preguntas
la caída constante
el tiempo sin tiempo
unir los dos puntos del círculo
principio y fin
enrollarme aturdida
tragar el agua
beber el conocimiento
perderme en la promesa
bífida
arrastrarme
camuflada
en esta selva
de mis palabras



Carina Szwec, 2019.


A. Howard


martes, 23 de julio de 2019

Quiero vivir en un poema * Sofía Brunetto




Quiero vivir en un poema. No se confundan, no es una forma de decir

No quiero que sea "la morada del ser" no quiero escribir, leer ni compartir

Quiero habitar lo literal

No quiero un refugio, una guarida o una cueva, yo ya les dije que quiero que mi casa sea el poema

No es una forma de escribir

Con techos, paredes, ventanas, cortinas y metros cuadrados. No muchos, los suficientes para contenerme

¿Tal vez tenga que convertirme en palabra para caber en él? 

¿Acaso alguna vez 
fui otra cosa?





Sofía Brunetto, 2019.


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domingo, 21 de julio de 2019

Nuevo Taller: Viaje al presente





Nuevo taller en Siempre de Viaje
Animate a escribir, animate a compartir.
Vamos a viajar al presente con haikus, poemas y cuentos. 
Lecturas que inspiran: Kerouac, Berger, Bergson, Lispector y más.

Info@siempredeviaje.com.ar

jueves, 18 de julio de 2019

Quiero permanecer * María Victoria Verzura



Quiero permanecer
entre rojizos y amarillos 
caminando ágil sobre una infinidad de hojas secas
pisadas crujientes
llenas de estruendosas huellas
mis pies a centímetros del suelo
toman vuelo propio en cada avance



María Victoria Verzura, 2019.



Wolfgang Tillmans

miércoles, 17 de julio de 2019

Asesina de cuentos * Matías Montero



Hace poco descubrí que mis cuentos suceden. Era un martes a las 8 am. Estaba tranquila, limándome una uña del pie mientras me tomaba unos mates y leía el diario por internet. Una noticia me hizo sacudir los pelos todavía enredados. Despegué un poco los ojos: “esto ya lo vi en algún lado”. Un instante después asocié y casi me perforo el dedo con la lima. Un tren había chocado en la India, los únicos supervivientes habían sido dos hermanos. Salvando algunos detalles era mi cuento “Tren a Bombay”. Pensé que estaba loca pero medio en chiste, o que me había convertido en una buscadora de coincidencias. Poco sabía entonces cómo iba a seguir mi propia historia. 

A las dos semanas pasó de nuevo. Leí que un hombre millonario moría asesinado en su casa y que habían arrestado a su mayordomo, principal sospechoso. Busqué en los archivos viejos de la compu “La cena está servida”, un relato que escribí inspirado en el juego “Clue”, sólo para entretenerme un rato con el recuerdo. Cuando leí que los nombres de ambos personajes eran los mismos que en la noticia, empecé a transpirar tanto como a temblar. Pasó un rato largo hasta que pude llamar a una amiga. Obvio que no le conté nada de esto. Sólo necesitaba escuchar una voz conocida y distraerme. No funcionó. También pensé en hablar con mamá y eso me hizo dar cuenta de que estaba pensando mal. Después vendría una catarata de preguntas imposible de remar. Los días siguientes revisé cosas que había escrito, las pude relacionar con noticias y armé patrones. Me felicité cuando logré asustarme todavía más. “Bien Inés, ¿y ahora?”. No sé qué me daba más miedo: si la idea de estar volviéndome loca, o de seguir cuerda y que esto estuviera pasando.

Recién dos meses más tarde me pude volver a sentar y tipear algo. Me aterraban las consecuencias. No quería romper familias, engendrar desastres ni derramar tinta en obituarios. Fui de a poco con historias chiquitas, cotidianas, pero me aburrí rápido de las pavadas. “¡Qué bodrio, nena!”. “¿A quién le importará esto, a quién eh?”. “¿No querés pensar una de centros de mesa también?”. Ya no me alcanzaba sólo con escribir, también necesitaba la adrenalina de la consecuencia. Ver cómo y cuándo iba a leerme en las noticias, descubrir a mis personajes tomar forma y color, interviniendo el mundo real. 

Se me ocurrió una salida elegante sin matar a nadie, intenté con buenas causas, con gente que hiciera el bien. ¿Por qué novela negra y no aventuras románticas? Dos o tres historias lamentables más tarde, comprobé que esto tampoco funcionaría. A medida que pasaban los días y las semanas me fui entregando a una parte mía que no sabía que estaba ahí. Una parte que necesitaba hacer mal. Escribía como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad. Causaba horrores sin saber a quién y ya no me importaba, es más, lo disfrutaba. Me gustaba que alguien sufriera y que hubiera un total anonimato de ambas partes. Creo que fue esa sensación la que hizo germinar la idea opuesta: ¿podría apuntarle a alguien real y guionar su final? Así fue dibujándose un primer plan que resultó tan torpe como misionero con codazo en el ojo. Al igual que aquel, la dedicación y la repetición fueron volviéndolos coreográficos, implacables, hermosos.
Lisa Adams

En realidad ya hubo varias que no fueron documentadas, pero hace poco me empezó a aparecer en la cabeza la palabra “manifesto” y me gustó. ¿Por qué lo hago? ¿Qué hay detrás de cada ejecución? (Uy, qué palabra fuerte, pero bueno, es lo que son) ¿Qué quiero lograr? Lo hago porque puedo y porque me gusta. Me costó aceptarlo y ahora es una responsabilidad, como mi súper-poder. Aprender a quererlo no sucedió así nomás. Detrás de cada caso para mí tiene que haber una causa que merezca este desenlace, un mal profundo, doloroso, irremediable, imposible de ser enmendado pero sí escuchado y respondido.

Víctima #1. William Ruger Jr. Te tuve que googlear, no tenía la más pálida idea de quién eras, pero ahora sí, sos hijo y único heredero del fundador del mayor fabricante de armas del mundo. Estoy convencida de que no existe mejor manera de empezar esta lista. Me dan asco vos, tu papá y las ventas de su empresa que suben cada vez que hay una masacre. Lo mejor de todo es que dentro de esas ventas está la Ruger LCR 9mm desde donde se va a disparar la bala perdida que se cuela entre los árboles, por la ventana, y directo al centro de tu pecho. No veo la hora de ver de nuevo a tu papá hablando por la tele.

Víctima #9. Nadie lo quiere a este tipo. Nadie lo va a extrañar. Algún familiar tal vez, pero sólo porque está confundido por el supuesto cariño automático del árbol genealógico. Si no, es imposible quererlo. Gordo corrupto ladrón. Ya está, que le caiga una viga encima en la inauguración de esos edificios que construye para gente sin vivienda, con los que él se hace rico. ¿No te parece? Nos hago un bien a todos. 

Víctima #17. ¿Cómo no ir tras la iglesia católica? Todo caso pedófilo me resulta inimaginable e imperdonable pero ellos me hacen acordar a los chistes de los colmos de cuando era chica, suponiendo que sean los representantes terráqueos de un Dios que promueve amar al prójimo. ¿Se lo habrían tomado muy en serio? Como sea, cientos o miles de casos debe haber. Curas, sacerdotes, y demás lacras que acosaron y abusaron niños y salieron impunes. Al mismo tiempo no los puedo limpiar a todos, hay gente que necesita seguir creyendo y no tienen la culpa. Puedo ir haciendo de uno por mes, como si fuera mi colecta. Ahora te toca a vos, padre Alberto. Qué rara que es esa mancha que te salió. 

Víctima #25. Juan. Cirujano plástico. Lo único que te importa es la guita a niveles de irresponsabilidad tan alarmantes como la cantidad de gel que usás. Seguro que no te acordás de María Paz ni de Victoria ni de tantas otras que tus abogados deben haber “persuadido”. Yo sí, yo me acuerdo de todas, y conocí a varias y a sus historias porque te vengo macerando hace un tiempito. Qué difícil que debe ser para un médico cuando el que te atiende la pifia, no? Pip pip piiip.

Víctima #33. Tengo la curiosidad de cuánta gente puedo matar al mismo tiempo. Pensar una catástrofe natural y saber que todas esas bolsas de plástico fui yo. Listo, un Tsunami. Escala 8.3 a 20 km de la costa de alguna islita en Asia. Además es lejos y seguro que no conozco a nadie. Sólo para probar, no hay nada Netflix.

Víctima #40. Alguna celebridad muy malvada o muy idiota. No me importa cuál. Arranque de furia porque el té verde requete-orgánico traído de no sé dónde no estaba a la temperatura adecuada. Un asistente que sintió que ese insulto fue el último. Unas manos fuertes apretándote el cuello. Su reflejo tan sonriente nunca visto es lo último que ves. 

Víctima #48. Vos, el de acá abajo, 5to A. ¿Le pegás a tu mujer? ¿En serio? Ahora vas a ver. Un resbalón en la ducha. Simple. La nuca contra la jabonera. La cortina tapando todo para que no te puedan salvar a tiempo por las dudas. Y encima así, ella no tiene que limpiar después. Listo. 

Víctima #51: Me chocaste el hombro en la calle. Me dolió. Me molestaste más vos igual. Tu falta de disculpas, tus zapatos pretenciosos, tu trabajo que te hacer sentir apurado y orgulloso por estarlo. Ya que estás a las corridas, semáforo amarillo, carrerita sosteniendo el saco para que no se abra mucho, colectivo que salió de la nada. Chau.

Víctima #56: Carnicero hijo de remil, me volviste a afanar con el vuelto. Yo sabía que esa sierra era muy peligrosa.

Víctima #57: Es mi vecina más odiosa. Se llama Marta y usa patines por toda la casa. Tiene un perro malo e hinchapelotas como ella. Un cocker todo desvencijado, con cataratas encima. Se merece lo peor, además el baño debe ser rosa viejo. Ah, y seguro que hay carpetitas de crochet por todos lados. Cómo la quiero ver sufrir. Me muero de ganas



Matías Montero, 2019.

lunes, 15 de julio de 2019

Tonos - Ludmila Mojica


Me miro color
rojo
fuerte
vibrante
joven

nado
en el agua
M e z c l a r m e.
más claro
futuro pastel
volverse rosa
crecer
A
m
a
r
m
e
en otro tono
vivo
ya no soy el pintalabios de juguete

degradación
nivelarme entre el dolor
         entre el amor
lastimarme
   acuarela
   romper la hoja
  la hoja en blanco
  arreglo el salido de líneas
  de la pintura sin acabar
  corrijo el error
  aprendo a sentir
           entre mate y esmaltado

      volver a pintarme
     erojo
     hoy
     mañana no serlo más
     subir el brillo
     otra saturación.

                                                                     entender mi color
                                                                                          o no hacerlo
me convertí en otro tono




Ludmila Mojica, 2019.

Evans Smith




viernes, 12 de julio de 2019

Tornaflorado - Ignacio Goldsmit



No existe una sola forma de ocupar la respiración; las respiraciones costodiafragmáticas no son de igual carácter que las respiraciones de pecho.
Las primeras implican la relajación de tensiones y músculos, un manejo eficiente y económico, sobre todo, placentero.
Las segundas, de menor apoyo vital, agitan las tensiones internas y, si no se es cuidadoso, implantan un endurecer general.
Resulta poético que exista una forma placentera de ocupar el acto principal del vivir. El canto apoya sus bases en la relajación y la respiración adecuada, entonces se habla del cantar como una forma de atravesar el umbral de la experiencia, la puerta del deseo, de fundirse en la forma, de ataraxia y espaciamiento, de estirar los músculos del cuerpo, de entonar las tensiones constantes y conectarse con lo real. 
Esto no es natural, aunque lo sea.
Originalmente, todo niño nace con una respiración de estómago, pero las potencias de su voz interrumpen el orden de los adultos. Algunos adultos los mandarán a callar olvidándose de su infancia, modifican entonces los niños su respirar en gesto de adaptación: buscan respiraciones cortas, superiores, rápidas, de menor potencia. 

Este hecho da pie a dos reflexiones. 
Uno, cada respiración es una oportunidad de ocupar el mundo de forma grácil, cómoda y suave.
Dos, las voces más potentes son las que gritan cosas por nacer, la voz que canta canciones que resuenan por toda la tierra: 
el niño, 
la semilla, 
la oportunidad.


Ignacio Goldsmit, 2019.



Anne George