

"Nos persiguen. Nunca sigilosas, nos siguen sin necesidad de esconderse. Aunque descansan al oscurecer, durante el día son, muchas veces, nuestras únicas compañeras. Se enojan, de espaldas a sus dueños, exigen disculpas por las pisadas. Son mimosas: no pueden (ni quieren) vivir sin nuestra compañía. No tienen opción, y les encanta. (...)"
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