Despierto
en mi cama.
No es
de día pero ya amanece.
Creo
que mi sueño fue ligero, como atravesado por algún chubasco.
Las
mantas que me cubrían están ahora en el suelo, pero no siento frío.
De
pronto parpadeo y estás sobre mí. ¿Desnudo?
No
quiero abrir los ojos, prefiero esta ensoñación, lucecitas de
cristal.
Mi cara
es tu territorio. Me rozas el borde de los labios como quien explora
un pantano recién nacido. Recorrés con tus dientes la espiga de mi
boca y te trasladas, de súbito, al descenso acantilado de mi cuello.
Yo, sumergida en mi cama. Vos, sobrevolándome con besos leves. Tu pelvis se posa sobre la mía y nos unimos con una suavidad inusitada. Te miro y al mirarnos volvemos a besarnos como ayer, labio con labio.
Decido
levantarme, darme un baño, salir a trabajar sin desayuno.
Los
hombres me siguen con la mirada como si anduviera desnuda o tuviera
espinas en el cuerpo.
Son así
tan así
Lorena Suez, 2014.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.
Lorena Suez en el Matienzo. Homenaje a Marcel Proust |
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