jueves, 22 de octubre de 2015

Instante de cambio * Federico Castro Walker

INSTANTE DE CAMBIO

Salir era buscar una llave y abrir la puerta.
Acostarse, desvestirnos y a la cama.
Dormir, cerrar los ojos a una hora y despertar ocho después, renovados.
Todo fluía. Teníamos tiempo hasta para aburrirnos.


De repente, la expectativa de nueve meses pasada a momento real. El nacimiento de nuestra hija, de un cañonazo maternal que corrió del centro nuestras existencias. Mi mujer en el segundo después de los dolores, su cuerpo en estado de milagro y naturaleza. Yo con disfraz quirúrgico y actitud de sobreprotección desde el minuto cero. Esperando en vano una oleada de sentimientos parecidos a los de ella. Con una alegría de mar subterráneo. Un tránsito de médicos y enfermeras que no eran parte de la fiesta y de familiares que sí.


Salir es lo posterior a juntar una pila de cosas que las manos no pueden abarcar. En un tiempo que va entre los cuarenta minutos y las dos horas.
Acostarse, chequear todas las eventualidades nocturnas y caer derrumbados tras un rato muy largo.
Dormir, escuchar la respiración de la beba y las interrupciones de una cáscara de sueño para que coma.
La vida, un permanente rally.
No nos aburrimos nunca más.


Federico Castro Walker

Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.




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