miércoles, 9 de diciembre de 2015

Esa mañana * Mariana Avendaño


Esa mañana sintió los jazmines trepar desde sus pies y florecer en su nariz, ocupándola por completo hasta pincharle los ojos. Primavera otra vez.
La noche llega más tarde, los pájaros cantan temprano, la lluvia se vuelve breve pero intensa. Disfrutar del aire libre, el peor de los mandatos que nuevamente no va a cumplir.
Empieza noviembre y el olor repugnante a flores le recuerda que es su cumpleaños. Un nuevo cumpleaños. Otro más. Parece que el tiempo pasara más rápido mientras ella no crece, envejece. Mira el celular por inercia, para que le diga lo que ya sabe no tiene mensajes nuevos.
Sale a trabajar. Su piel está demasiado blanca para tolerar el calor del sol. Mientras espera el colectivo en su demora, ruega que las vidrieras no adelanten los artículos navideños imponiendole un espíritu que no tiene.
Al caer la tarde cuando vuelve a su casa, atraviesa el patio observando de cerca las plantas. Se quita la ropa sudada.Todavía no oscurece. Por el contrario, aún se posa la suavidad del atardecer con su silencio, tan alejado del ruido y bullicio que queda afuera.
Deja su bolso sobre la mesa, y va al cuarto a cambiarse de ropa. Se detiene a tomar un vaso de agua mientras mira sus paredes blancas con algunos manchones oscuros de humedad. La casa está intacta. Ella no quiso pintar nada para que cuando él vuelva no se sienta extraño. ¿Cómo saber que colores le gustan ahora? No quiere que la casa pierda el equilibrio ni se vea femenina.
Es noviembre. Otra vez. Noviembre y el olor impregnante a jazmines le recuerdan todo lo que no tiene. Solo le resta esperar que noviembre pase rápido. No pinta las paredes de su casa y tampoco guarda ninguna flor.


Mariana Avendaño, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje a partir del Club de Lectura de Gabriel García Márquez.


1 comentario:

Jude dijo...

Concha de tu madre.
Me gustó mucho. Qué frío...Manso mini cuento