martes, 7 de febrero de 2017

Erigir una ciudad * Javier Santos Rodríguez


Erigir una ciudad con mis propias palabras siempre me resultaría edificante. Jamás he sabido construir una casa, una torre, una manzana real o verosímil; pero yo creo saber trabajar el pronombre y el artículo como si fueran hormigón, cemento y arena. Primero debería ser cual albañil para el verbo, semejante a maestro de obras para un sujeto, como arquitecto urbanista o ingeniero civil dado un predicado, quizá como un dibujante proyectista que supiera poner las bases y las estructuras de la materia para darle mi forma, mi estilo, mi cariz a esa ciudad mía.

Y en mi ciudad no habría márgenes ni basureros; todo sería provecho para cada habitante de mi fantasía. Un polizón, solamente un policía vigilante se pasaría el día y la noche buscando ladrones de palabras, aquellos duendes que me roban del léxico y de la punta de la lengua esas frases que conozco pero que se me hacen difíciles de encontrar.

Mi ciudad, además, no sería ni peronista ni radical, ni militar ni subversiva. No habría que impartir el orden porque todo el caos sería como un fuego para el orden, un combustible necesario para que todo avance hacia un mismo sentido. Planificar una imagen de ciudad sin veredas rotas, sin indigentes en la calle, todo bello como un parque japonés, porque todo sería palabras, lenguaje y enunciados, grafitis en las paredes del mismo lenguaje para indicar que nada está totalmente dicho, que todo lo que uno plantea desde el principio lo borra quizá un poco con el codo noche a noche.

Oh, mi ciudad. Mía, mía. Como un Juan de Garay pero más bien un Don Juan que enamoradizo del castellano le roba fantasías a los sueños para convertirlos en avenidas de mano y contramano. ¿Habría un Riachuelo?, ¿habría una ensenada donde entrar los barcos del extranjero migrante? Oh, ciudad mía. Los anarquistas, los socialistas, los herejes y las prostitutas. Yo no sé dónde cabrían tantos, pero los alojaría quizá en un edificio que tuviera al menos un corazón diccionario que les contara historias para dormir.



Javier Santos Rodríguez, 2017.
Texto producido en los Talleres Escribir Buenos Aires en Siempre de Viaje.



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