jueves, 21 de septiembre de 2017

Analía Daporta Minuto Fantástico





La nave descendió en el jardín mientras leía los documentos; una luz cálida me me condujo hasta el centro del aparato. Unos seres buena onda con cara de escobillón me recibieron cantando melodías extrañas que entonaban desde sus cerdas. Bailamos mucho, viajamos por agujeros negros, reparamos asteroides rotos.



Luego de varios eones me dejaron en un continente que parecía África. Deambulaba entre arboles de jade y raíces húmedas cuando desde un nido de termitas salieron siete chimpancés furiosos. Creí que me iban a trozar. Resignada, les dije que prefería eso a ser dirigida, legislada, inscripta y adoctrinada. Para mi sorpresa, el más anciano me dio la bienvenida, aclarando que, si bien les gustaba Proudhon, consideraban superior a Bakunin. Con ello aprendí a vivir en la inocencia más absoluta.

 

Un día les dije que extrañaba la historia, que necesitaba volver. Lloramos abrazados nuestras siestas. Caminé hasta ser un esqueleto almibarado. A lo lejos se oía un melancólico sonido circular.



Preparé café bien negro y unté mi pan con dulce de higo. Vestida de oficinista, tomé el sobre con el informe para Gutiérrez, y salí de casa, no sin antes tomar mi plátano violeta.


Analía Daporta, 2017.
Desde los talleres de Siempre de Viaje.




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