martes, 20 de marzo de 2018

Hay luces * Franco Vignatti



Hay luces de neón reflejadas en las ventanas del balcón, el cartel dice: 24/7. Son rojas y titilan exactamente cada tres segundos. Hay unas cortinas negras, teñidas de rojo cada tres segundos, algo rasgadas, de una tela fina y porosa, desgarrada en los extremos. Hay un reloj que marca las doce y treinta, y mueve sus manecillas cada un segundo. Hay un termo esperando el grito de la pava, que violentamente da aviso que su cuerpo no aguanta más llamas, y su panza escupe vapor y agua caliente en lapsos de dos segundos. Hay un par de flores, sin nombre y sin vida y sin agua, de un blanco opaco cuando no son rojas cada tres segundos. Si, también hay gente en la sala que entran y salen, manchados de rojo cada tres segundos. Antes y después no tienen color.

Hay un cuerpo contra la ventana. Hay tiempo sobre ese cuerpo, sin pisadas a su espalda, solo hay polvo sobre sus pies y contorno. Ese cuerpo mira el asfaltado, rojo cada tres segundos, y espera, espera y sigue esperando. Hay un cuerpo que ya no ríe, que respira por respirar. Pasa un colectivo, uno que es rojo siempre, cada tres segundos, cada cuatro, cada siempre. Hay un segundo que espera, un segundo de ser rojo por siempre, de mirarlo por siempre y escapar. Si, hay un chófer, esperando que alguien suba o baje. Nadie sube ni baja, nadie viaja, y nadie el cuerpo lo espera, del otro lado de la calle en ese departamento oscuro. Solo él, que lo mira irse una vez más. Hay un silencio. Hay una exhalación, una pitada, y luego el humo, igual que el del colectivo al alejarse, rojo cada tres segundos. Hay un cuerpo que sueña ser rojo por siempre.



Franco Vignatti, 2018.
A partir de un fragmento de Big Sur de Kerouac.
Selección para lectura en MardelFIP




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