viernes, 3 de abril de 2020

Ventana a las escritura 14: Desde las profundidades


Ishikawa



      ¿De profundis? Algo quería hablar... De profundis... ¡Oírse! Atrapar la oportunidad fugaz que danzaba con los pies ligeros a la orilla del abismo. De profundis. Cerrar las puertas a la conciencia. Al principio percibir aguar corrompida, frases tontas, pero después en medio de la confusión el hilo de agua pura temblando sobre la pared áspera. De profundis. Acercarse con cuidado, dejar resbalar las primeras olas. De profundis... Cerró los ojos, pero sólo vio penumbra. Cayó más hondo en sus pensamientos, vio inmóvil una figura flaca orlada de rojo claro, el dibujo con un dedo húmedo de sangre sobre un papel, cuando se había arañado y cuando su padre andaba buscando el yodo. En lo oscuro de las pupilas, los pensamientos alineados en forma geométrica, uno superponiéndose al otro como las celdillas de un panal de miel, algunas vacías, informes, sin lugar para una reflexión. Formas fofas y cenicientas, como un cerebro. Fuera de eso no veía realmente, intentaba imaginar quizá. De profundis. Veo un sueño que tuve: escenario oscuro abandonado, detrás de una escalera. Pero en el momento en que pienso “escenario oscuro” en palabras, el sueño se agota y queda la celdilla vacía. La  sensación marchita es sólo mental. Hasta que las palabras “escenario oscuro” vivan lo bastante dentro de mí, en mi oscuridad, en mi perfume, a punto de convertirse en visión de penumbra, desgarrada e impalpable, pero detrás de la escalera. Entonces tendré de nuevo una verdad, mi sueño. De profundis. ¿Por qué no viene lo que quiere hablar? Estoy dispuesta. Cerrar los ojos. Llena de flores que se transforman en rosas a medida que el animal se estremece y avanza en dirección al sol del mismo modo que la visión es mucho más rápida que la palabra, escojo el nacimiento del suelo para... Sin sentido. De profundis, después vendrá el hilo de agua pura. Vi la nieve temblar llena de nubes rosadas bajo la función azul de las vísceras cubiertas de moscas al sol, la impresión cenicienta, la luz verde y translúcida y fría que existe detrás de las nubes. Cerrar los ojos y sentir rodar la inspiración como una cascada blanca. De profundis. Dios mío, os espero. Dios, venid a mí. Dios, brotad en mi pecho, no soy nada y la desgracia cae sobre mi cabeza y yo sólo sé usar palabras y las palabras son mentirosas y yo sigo sufriendo, al fin el hilo sobre la pared oscura. Dios, venid a mí y no tengo alegría y mi vida es oscura como la noche sin estrellas y Dios, ¿por qué no existes dentro de mí?, ¿por qué me hiciste separada de ti? Dios, venid a mí, yo no soy nada, soy menos que el polvo y te espero todos los días y todas las noches, ayudadme, sólo tengo una vida y esa vida fluye por mis dedos y se encamina serenamente hacia la muerte y nada puedo hacer y sólo asisto a mi agotamiento a cada minuto que pasa, estoy sola en el mundo, quien me quiere no me conoce, quien me conoce me teme y yo soy pequeña y pobre, no sabré que existí dentro de pocos años, lo que me queda por vivir es poco y lo que me queda para vivir mientras tanto seguirá intacto e inútil, ¿por qué no te apiadas de mí?, que no soy nada, dadme lo que preciso. Dios, dadme lo que preciso y no sé lo que es, mi desolación es honda como un pozo y yo no me engaño a mi misma y a la gente, venid a mí en la desgracia y la desgracia es hoy, la desgracia es siempre, beso tus pies y el polvo de tus pies, quiero disolverme en lágrimas, de las profundidades clamo por vos, venid en mi auxilio que no tengo pecados, desde las profundidades clamo por vos y nada me responde y mi desesperación es seca como las arenas del desierto y mi perplejidad me sofoca, me humilla, Dios, ese orgullo de vivir me amordaza, yo no soy nada, desde las profundidades clamo por vos, desde las profundidades clamo por vos, desde las profundidades clamo por vos, desde las profundidades clamo por vos...


Clarice Lispector. Fragmento de “El Viaje”, último capítulo de Cerca del corazón salvaje.



Propuestas de escritura para hoy:


-En un momento el narrador o narradora pasa de la tercera intimista a la primera persona. ¿Te animás a escribir un texto así, en el que vayas de la tercera a la primera?


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El libro recomendado de hoy es Cerca del corazón salvaje de Clarice Lispector. 


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