miércoles, 8 de julio de 2020

Instrucciones para ahuyentar los malos pensamientos * Magdalena Carranza


Instrucciones para ahuyentar los malos pensamientos


Intentar olvidar no te servirá de nada
hay sucesos que no se borran
ni con la rescilencia más profunda”




Lo primero es olvidarste de olvidar.


Lo segundo
es abrir un hueco profundo
casi como un abismo
o es
abrir un verdadero abismo
justo al lado del borde de la silla en la que te sentás
o de la cama en la que yacés
lamentándote y sufriendo.


Luego debés mirar el hueco
mirar el hueco y pensar
¿es allí donde quiero estar?
Asomarte a esa oscuridad interminable
sentir el aire tentador y horroroso que sube del hueco
dejar que ese aire recorra tu cara
palpar su fondo
haciendo un simple ejercicio imaginativo
de ver los sesos de tu cerebro desparramados
junto a pedazos de cráneo y sangre
en el fondo del hueco.


Rogar que nadie querido jamás encuentre aquella imagen.
Ahora podes hacer una pausa, prenderte un pucho
e irte a pensar un rato cualquier tipo de pensamientos
dejar que asiente la idea, que leve, que se eleve
convertirla en deseo.


Lo tercero
aunque en un principio parezca lo más difícil
es, de hecho, lo más fácil,
consite en asomarte al hueco nuevamente
estirar sobre él
la mano en cuyo puño aferrás ese recuerdo
y soltar.


Escucharlo estallar contra ese fondo
acto seguido
oler el eco de jazmines y azhares que subirá
luego de unos cuantos segundos de impaciencia
para limpiar olfativamente
la maquinaria asociativa de la memoria dañada.


Repetir este procedimiento
con todos aquellos sucesos
que conforman tus malos pensamientos.


El recuerdo infantil de una mirada paterna
cargada de aquella ira milenaria
transmutará en aroma a piel conocida y amada.
El desprecio de ese amor depositado en versos
que nadie leyó
subirá transformado
en olor a café recién hecho
a desayuno en familia, aroma a besos en los ojos.
Los gritos de una pasión mal encausada
esos que ocupan el recinto de la culpa
convertidos en aroma a plumas blancas del todo etéreas
o a paraísos florecidos muy pasado el otoño.


Lo único que importa es que sepas
que no dudes
que el hueco se alimenta de tus pesares
no de vos.




Magdalena Carranza, 2020.





Easton

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