martes, 22 de septiembre de 2020

A mi abuela no le gustaba la lluvia * Lilian Fernández

 





A mi abuela no le gustaba la lluvia, mi querida Enriqueta. Podré olvidarme de todos en la vida, menos de vos. Tomabas el colectivo cuarenta y cinco y llegabas a casa cargada de cosas como Papá Noel. Las gotas de lluvia mojaban tu escaso cabello corto, y vos que eras tan coqueta te enojabas. Tus ojos eran celeste como el cielo. Cómo te extraño… Recuerdo que dejabas las bolsas en el fondo de casa, en el patio, para entrar por la cocina, y empezabas a vaciarlas, primero las botellas, después las frutas, los dulces, y por último, las figuritas, esas… de brillantina, que tanto me gustaban, ¡la caja me comprabas! ¡Qué locura! Mi mamá se enojaba porque venías cargada en el colectivo y todas las cosas que traías eran para mí, para malcriarme. Pero le echabas una evasiva sonrisa, y frunciendo el ceño le decía Déjame, déjame disfrutar a mi nena, andá prende el televisor mira la novela, andá tranqui que yo me quedo acá en la galería tomando aire fresco con ella mirando las flores del jardín, ¡cómo crecieron los rosales!, y esos jazmines, ¿qué perfume tienen? Julia cerra las ventanas que se levantó viento de tormenta y se vuelan las cortinas.

La estoy viendo, la escucho... Ahora mismo.

Mi papá  aprovechaba los días que mi abuela  venía a pasar el día y se iba a pescar. Preparaba todo  como un ritual, agarraba las cañas, las lombrices, miraba que nada faltara de su caja de pesca y por la mañana se llevaba la vianda, cosas que habían sobrado de la noche anterior, milanesas, pedacitos de queso, y alguna fruta. Yo aprovechaba la lluvia y con mis botas saltaba en los charcos de barro. Ponía mis muñecas en un balde y jugaba a bañarlas, total después mi abuela lavaba todo en la pileta. Siempre me decía Muerta y a los bifes me va a sacar tu madre de acá por culpa tuya, me hacés las mil y una.


Llovía, mirando por la ventana, la nostalgia me atrapó. Viniste a mi memoria del modo más lindo… Vi tu risa, tu mirada picara y cómplice, sentí tu perfume ese jabón de coco que tanto te gustaba usar. Mis ojos se llenaron de lágrimas dulces, como voz, sentí gusto a chocolate y caricias en mi piel, de algún modo estábamos conectadas allí en ese instante y pensé:

Siempre serás la mejor abuela

Siempre más mía que de nadie

Siempre vas a vivir en mi corazón.




Lilian Fernández, 2020.

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