jueves, 17 de septiembre de 2020

Mariano en Ventana a la escritura

 


LOCURA

Tengan en cuenta que, en último término, fui testigo de un horror visual. Pero decir que una conmoción mental fue la causa de lo que deduje, no sería más que negar los hechos más palpables de mi experiencia real. A pesar de todas las cosas que tuve ocasión de ver y oír, y que dejaron una imborrable huella en mí, no podría afirmar si me encuentro equivocado o no, en lo que respecta a mis conclusiones.

Los vi. Iban caminando de la mano hacia la parada. Me acerqué, sigilosamente, hasta hallarme a unos pocos metros de distancia. Cuando él giró la cabeza y pude ver su rostro, sentí un escalofrío trepar lentamente por mi espalda, como una hormiga que escala dificultosamente la corteza de un grotesco árbol. Tuve que atajarme con un poste de luz para no caer al suelo. En esos momentos llegó el colectivo. Vi a ella subir y saludar desde la ventana, mientras él respondía al saludo llevándose la mano a la boca y tirando un beso al aire.

Finalmente, reaccioné y me alejé del lugar. Pero esta vez ya no deseaba mi propia muerte sino la de aquel desgraciado bastardo que había arruinado mi vida. Más tarde me ocuparía de ella.

Lo seguí hasta su casa. Resultó quedar a unas pocas cuadras de la parada. Era mi oportunidad. Aguardé con paciencia. Era sábado, ya de noche, y no había casi nadie en la calle. Se escuchó el ruido de una puerta y lo vi salir, apurado. Lo seguí durante cuadras, perdido entre callejuelas totalmente oscuras, desiertas y desconocidas, hasta que se detuvo frente a una semi derruida puerta. Me acerqué y escuché…

-        “Esta es la noche indicada. Exactamente a las 00:30 horas se producirá la conjunción entre la luna y la estrella oculta. Debemos estar preparados para abrirle las puertas de nuestra dimensión a aquel que se encuentra más allá. ¿Dónde está la chica? ¡Tienes que traerla!”.

La voz era apagada, como si fuera la de un anciano.

-        “No se preocupe. Ella vendrá. Está bajo mi dominio”.

 Después de esa escalofriante conversación, ambas siluetas desaparecieron en el interior de la antigua casucha. Me quedé afuera, pasmado, pensativo y lleno de dudas sobre qué hacer. Faltaba apenas media hora para las 00:30.

Enseguida escuché unos pasos acercándose. Era ella. Quise advertirle, pero algo dentro me hizo quedar al abrigo de la noche oscura. Entró a la casa y la seguí, pero cuando quise ingresar, la puerta estaba trancada. Eran las 00:20. Me dirigí al costado de la casa y, tras saltar una pequeña puerta de rejas, logré escabullirme hacia el fondo de la tétrica construcción.

Me escondí detrás de unos arbustos y enfrente mío se dibujó una horrorosa escena: varias personas danzaban desnudas alrededor de una hoguera, al compás de una música que parecía brotar de las entrañas de la tierra. Entonaban un escalofriante cántico y elevaban sus brazos al oscuro cielo, desprovisto de estrellas.

Exactamente a las 00:30 horas, comenzó a soplar un viento helado, e inmediatamente cesaron los cantos. Un silencio sepulcral inundó el ambiente. En ese instante, pude ver cómo se producía una abertura o esclarecimiento en el aire, y las personas allí reunidas se amontonaron debajo del agujero, con sus brazos aún extendidos hacia arriba.

Algo bajó por allí. Algo que no es de este mundo y que produjo un estridente chirrido que me dejó helado. (debo tomar algo antes de proseguir…siento un escalofrío apoderarse de mi cuerpo entero. Alguien me observa).

Ese ser echó por su boca -si así se puede llamar- un líquido viscoso que, ni bien tocó a los allí reunidos, los quemó de pies a cabeza. Fue algo horrible. Me hallaba paralizado a escasos metros de esa abominable criatura, que descargaba su furia sobre los que la habían invocado.

En un abrir y cerrar de ojos todo había terminado. Me pregunté si todo había realmente sucedido o sería una pesadilla de la cual despertaría enseguida. Me incorporé lentamente, y fui acercándome a la extinta hoguera. Allí tendidos, todos quemados y con una horrorosa expresión en sus casi desfigurados rostros, se encontraban los cuerpos de las ocho personas que llamaron a esa cosa.

Hoy, a dos meses y medio del horror, me encuentro tras las rejas. Un juez me sentenció a cadena perpetua en este loquero. La gente dice que soy un demente. Estoy condenado a pasar el resto de mi vida en este asqueroso lugar. Nadie me cree. Me siento impotente. Espero que esa bestia, o lo que haya sido, no vuelva a ser invocada nunca jamás. Están advertidos.

NOTA: Esta carta fue encontrada en el piso, junto al cuerpo sin vida de su autor. Según el informe médico, las causas de su muerte aún son desconocidas.



Mariano Diaz, 2020.

@diazmarianoramiro
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