lunes, 19 de octubre de 2020

Ventana a la escritura 212: cosas suyas

 


Oda a mi mesa de trabajo


Desde chico fui amigo de las mesas.

Entonces, fue la mesa de luz

de mi padre: yo buscaba allí

entre esas cosas suyas

que me hablaban bajito: el tictac

de su reloj de bolsillo (regalo

de mi madre), el florecido llavero,

la letra suya despatarrando

apurados teléfonos y apellidos

de sus señores grandes.

Su íntimo desorden me devolvía

así, cada mañana (mientras él

en otro cuarto leía el diario)

a alguien a quien el día arrebataba

y que partía y se ponía al salir

su voz de padre, y la mucama

abría la ventana y ventilaba

mi diálogo secreto con la mesa

que el plumero profanaba.

Ahora tengo treinta años

y no sólo he conquistado esta mesa 

de trabajo y de luz (más grande

que la que tenía mi padre);

esta mesa, antes que mía,

antes que de estos versos y este desorden

que soy, fue de Adolfo;

él pintaba y fue su mesa de trabajo,

fue su altar y caballete.

Aquí oficiamos de nosotros

y el mundo, afuera, no es más que esta mesa

de trabajo patas arriba.


Fernando Sánchez Sorondo, Salpicón las más noches.



Propuesta de escritura para hoy:




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Ueshina


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