sábado, 11 de diciembre de 2010

Algo de lo que fue la primera edición del Desfile de Personajes Imaginarios


Abrió el juego nuestra directora Karina Macció con estas palabras:

Charles Baudelaire, un viajero y poeta de esos gigantes para llevar siempre en el bolsillo, presentaba el libro Spleen de París de esta forma:

“Mi querido amigo, le envío un pequeño trabajo del que podría decirse, sin ser injusto, que no tiene pies ni cabeza, ya que por el contrario todo en él es, alternativa y recíprocamente, pies y cabeza. Le suplico considere la admirable conveniencia que tal combinación nos  ofrece a todos: a usted, a mí y al lector. Podemos interrumpir, yo mis cavilaciones, usted el texto, y el lector su lectura, ya que no pretendo mantener interminablemente la fatigosa voluntad de ninguno de ellos unida a una trama superflua. Retire unos de los anillos, y otras dos piezas de esta tortuosa fantasía volverán a encajar sin dificultad. Recorte varios fragmentos y advertirá que cada uno de ellos se sostiene por sí mismo.  Me atrevo a dedicarle a usted la serpiente entera con la esperanza de que algunos de sus tramos le gusten y lo diviertan.”

Bajo la apariencia de una carta, Baudelaire realiza uno de los mejores prólogos que he leído. Por eso, y porque realmente habla de manera extraña y atemporal –como lo hace la literatura- de lo que vamos a ver hoy en este lugar, por eso, me lo voy a apropiar. Baudelaire habla de su libro (el Spleen de París cambió la poesía para siempre) como un “pequeño trabajo”. Sabemos que no es así, que se trata de una captatio benevolentia, una forma de caerle bien al amigo, y en realidad, al lector.
Bueno, quiero decirles que lo que van a ver hoy tiene tanto trabajo detrás que espero que se note, que les guste, que lo disfruten.
Lo nuestro tampoco, en un sentido, tiene pies o cabeza. A ver si me explico, como dice Baudelaire, lo que veamos también puede representarse como una serpiente que puede ser cortada y repartida. La unión que buscamos tiene la ficción de esa trama superflua, y en ese sentido, es mucho más pie que cabeza. De cabeza hay lo que salió a pesar de los pies y de los zapatos, porque la idea fue crear un personaje desde abajo, desde su soporte, desde su apoyo en el mundo.
Con qué y cómo caminamos es tan definitorio que muchas veces en el taller discutimos sobre los exactos zapatos que aquel personaje, de seguro, llevaba. Podíamos verlo. A partir de su calzado, veíamos claramente una entidad. Pero por supuesto, como sucede siempre en los trabajos de taller, partimos de algo (una idea, un concepto, una propuesta) y esto se desdibuja en cada grupo y con cada participante. Cada cual, como yo con Baudelaire, se apropia y hace algo que es indiscutiblemente suyo.
Eso sucede desde la coordinación también. Este año Cecilia logró crear un espacio virtual de taller a través de Skype y eso generó un nuevo tipo de vínculo. Ceci trabajó en todos sus grupos la noción de interpretar al otro, de ponerse en sus zapatos y desde ahí, presentarlo, que significa también darle la bienvenida al mundo a esos seres imaginarios, y por qué no, animarse a combinarlos como hicieron en el taller para chicos.
Virginia estuvo reflexionando en sus grupos qué significaba, justamente, eso de ponerse en los zapatos de otros. Es tan radical cuando decimos: Si estuvieras en mis zapatos... O si estuvieras en mi lugar... ¿Es acaso posible? ¿Cómo me hago otro? ¿Cómo tomo (en un sentido profundo) ese lugar, ese zapato? También existe la frase de tener una piedra en los zapatos, o en otro orden de sentires, el zapato o el mismo pie, como fetiche. Acá se abre la puerta o el túnel de lo sexual, por donde muchas veces, unos buenos zapatos nos hacen caer.
En los grupos que coordino, partimos específicamente de imágenes de zapatos. Con ese zapato, ¿qué se construye arriba? En muchos casos, como Cenicienta, empezamos a irnos tan rápido, que los zapatos se perdieron o fueron sólo una excusa para llegar a la fiesta de la escritura. Entonces nada importa. No importa qué usamos para llegar, el punto es que lo hicimos: escribimos y estamos acá para leer, para mostrar, para sentir con las letras.
Entonces, volviendo a Baudelaire, y para coincidir una vez más con él, van a escuchar y ver fragmentos, instantáneas, retazos del viaje que seguimos haciendo dentro y fuera del taller. Baudelaire no es ingenuo al comparar su libro con una serpiente: es un animal poderoso, sagrado en muchas religiones, y que se ha visto como símbolo de la sabiduría y de la vida eterna. En este caso, espero que el encuentro funcione como una serpiente voladora, un dragón quizás: ojalá que sea un espectáculo extraño y maravilloso. Déjense sorprender, aunque resulte indescifrable. Y en ningún caso, espero, que se vayan como vinieron. Ojalá se sienta distinto el caminar.

Karina Macció



Luego disfrutamos del video que armó el grupo por Skype (Evelyn, Paola y Patricia), con su juego de presentación de  personajes:






Y siguiendo con el cambio de zapatos, las chicas de los martes (Milagros, Deborah, Carolina y Florencia) prepararon este librito con su trabajo para compartir con ustedes:






Después nos deleitaron con sus personajes Margarita y Fabián



¡Y se vinieron los más chicos
con su ensalada de personajes!




Gabriel Kirchuk compartió con nosotros un adelanto 

de su primer libro que saldrá próximamente por Viajera Editorial




Gabriela, Diego, Eugenia, Gustavo, Lara y Nicolás
mostraron sus personajes con textos e imágenes



Virginia armó con sus poemas y el aporte de Sabrina una performance que en el evento funcionó como "obra viva", parte de la muestra de arte de Sabri



Y cerró la velada el grupo de Lorena, Nicolás, Jésica y Mana,
con mucha más literatura:




¡Muchas gracias a todos por acompañarnos en este viaje!


 ¡Hasta la próxima!

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