viernes, 5 de agosto de 2016

Verde oro * Mariana Avendaño

Verde oro, con plumas color amarrillas, rojo sangre, fucsia fluorescente. Es pequeño pero cuando despliega sus alas se come al mundo. Vuela, con una elegancia acrobática, por toda mi casa. Recorre las habitaciones y suele entonar melodías bellísimas en pleno revoloteo. Cuando se detiene, habla.
¿Cómo un pájaro con semejante ímpetu y destreza puede volverse tan odioso cuando usa la palabra?
Es un crítico serial. Con voz aguda, usando un tono de militar. Repite todo el tiempo lo mismo en tono de queja, lo hacés todo mal, cómo podes permitir eso, vas derecho a la ruina, yo te lo dije, no podés, no sabés.
Usa el humor en los momentos menos precisos. Hace chistes sexistas, groseros, desubicados y se tienta de risa solo.
Su belleza es enorme, sus palabras lo vuelven odioso. Debo confesar que varias veces intenté dejar la puerta abierta para que se vaya, no comprarle su alimento o dárselo en mal estado, escuchar música todo el día para no oírlo.
Cada vez que lo alejo él vuelve peor que antes, repitiendo lo mismo. Como si nada.
Hay días que descansa, otros está insoportable. Aprendí a tolerarlo, a convivir con él. A ser inmensamente feliz cuando duerme o vuela.



Mariana Avendaño, 2016.

Texto producido en el Club de Lectura de Siempre de Viaje a partir de Bestiario de New York, de Anne Sexton.


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