jueves, 14 de septiembre de 2017

Minuto Fantástico * Karina Macció



Me doy vuelta, no hallo posición. Giro de nuevo. Sé que no estoy sola en la cama. Algo respira. No hallo posición. No quiero pensar, no quiero pensar, si lo hago, me despierto. Algo late. No quiero abrir los ojos. Hay una luz que se cuela aún con los párpados pegados, apretados. La oscuridad nunca es perfecta, solo en el momento primero cuando irrumpe, de pronto: plano negro, corte, negro, corte, oscuridad pura. No quiero pensar, algo me incomoda, qué es. No voy a abrir los ojos. Trato de acomodar mis manos, giro, quedo de costado, los dedos se deslizan como gusanos, toco algo. ¿Qué tengo en el pecho? Hilos? Sopapas? Ahora me examino, veo poco, pero me encuentro llena de cables, algo me monitorea, está conectado a mi corazón. Los latidos se aceleran, no puedo librarme de esto que está adherido, pegado a mí. La piel tira, cruje. Desde el pecho una vibración insoportable se irradia, electriza mis brazos, mis piernas. En en centro de los pies siento clavos. Y la electricidad se vuelve dolorosa. Estoy atada, estoy vigilada. Algo me mira. ¿Es la oscuridad? En todo caso, las sombras. Ya no se trata de una banda negra, plana, hay formas nubosas, dudosas, con leves brillos. Algo se agita, corre desbocado, se va. Se va de mí. No hallo posición, pero ya no puedo girar. O sí. No sé dónde estoy. Este silencio es falso, se puebla de jadeo y asfixia. No podría pedir ayuda. La boca se ahoga. No sé qué es mi cuerpo.


Karina Macció, 2017.
Minuto Fantástico.



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