jueves, 1 de marzo de 2018

Meditaciones * Beto Chiariotti


  No sé que es el confeti. No sé si se dice así. El calor atormenta a la gente y mañana será peor. Deliro bañado en gotas saladas y se abre en mi cerebro esa palabra, como una flor. No quiero saberlo. Es un juego donde se apuesta el honor. Jamás lo preguntaré y si es necesario, asentiré como un conocedor del tema. No lo pienso googlear. Solo sé que me remite a papel picado. Espero que no sea algo comestible, como el praliné. Otra huella de las pisadas de la ignorancia en mi vida. 

  Son palabras con un peso extraño, molesto. Un ser humano serio busca las palabras. En mi caso debo soportar sus apariciones espontáneas. No piden permiso. Son pocas y a veces me divierte el juego que proponen. Praliné es una de ellas. Una palabra muy rolopuente. 
  Chiquizuela, buseca, son fuertes, reas. Caen ante mi conciencia adormecida y despiertan apetitos seguramente errados. Asado, milanesa, ensalada, son algunos ejemplos de las que no molestan porque están acopladas a las formas del universo. 
 Del orden del cuerpo y la medicina brillan la próstata, el implante coclear, el trocanter y la vescícula. Tienen personalidad, vida propia. No así términos mediocres como apéndice, amígdala u otitis.
También irrumpen descaradamente personas de nombres picantes. Famosas y famosos. Barbra Straisend, Chuck Palahniuk, Gore Vidal, Nick Barandos. 
  Hay un caso que sin dudas ha marcado a fuego mi vida. Dos palabras, un personaje, que se ha infiltrado a lo largo los años en ocasiones de todo tipo.  Recuerdo con más fuerza mi época de pintor de casas. La eterna soledad de las paredes enfrentadas al rodillo. Momentos de pensamiento ausente ideales para estos descaros del inconsciente. Allí se adueñaba de mi cerebro el concepto Maestra Krabappel. Se apoderaba de mi lengua y de pronto me encontraba a mí mismo repitiéndolo en voz baja. No busco explicaciones y temo que esto sea una confesión de locura. Solo debo estar atento. Mirarlas actuar escondido en la nada. A media rienda, dejarme llevar.



Beto Chiariotti, 2018.

No hay comentarios: