Room in Brooklyn, Edward Hopper. |
Aprendí en tu piel
a disfrutar el placer
en vez de ejecutarlo.
Aprendí en tus manos
el oficio de querer,
el arte de marcar un compás
a cada sensación.
Aprendí en tus dedos
el equilibrismo del contacto.
En tu boca
callé lo innecesario.
Aprendí de tu lengua
lo filosa que puede ser la palabra.
En tus pies
transité tus ritmos.
Aprendí de tu deseo
a complacerme a mí misma.
Aprendí, lentamente
a dejarme llevar entre tus brazos
y tenernos paciencia.
Conocí la vehemencia de un cuerpo de melodías incandescentes.
Y la imposibilidad de olvidar el olor de una caricia, perpetuada en el recuerdo.
El insomnio lleva tu nombre.
Crujen, desde el silencio, resonancias de tu palabra.
Desaprenderte es lo ominoso,
cuando ya no tengo:
ni tus ojos,
ni tus manos,
ni tus dedos,
ni tu boca,
ni tu lengua filosa.
Filosa y marchita.
Delfina Uriburu
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1 comentario:
Maravilloso poema, Delfina Uriburu!!!
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