martes, 23 de junio de 2015

Sobre un poema de Jesús Lizano * Carlos Flores

Sobre un poema de Jesús Lizano: “Las personas curvas”




la abuela decía: a mí me gustan las personas RECTAS


pero yo busco la anarquía del poema
y allí no hay normas rectas
no hay fuerzas ni poderes rectos
no reinan imposiciones ni castigos

a mí me gustan los poemas curvos
las ideas los caminos curvos
porque la tierra es curva
el movimiento curvo

a mí me gustan los universos curvos
el mar el río las orillas
son desparejos son curvos
la alegría el dolor: curvos
las uvas las naranjas: curvas
carcajada es una palabra curva
los labios tus ojos
la ilusión es curva
(persigan los sueños curvos)
los paraísos: curvos
(no hay otros)

a mí me gusta la revolución
de las curvas sin violencias rectas
sin guerras malditas y rectas
y no me gustan las personas rectas
el mundo recto las ideas rectas
desconfío de las reglas rectas

el día la noche son curvos
¡la aventura es curva!
a mí me gustan las manos curvas
las poesías curvas
no me gustan los versos rectos
¡amo las letras curvas!
contemplar es curvo
y conocer el cielo
la música es curva
los suspiros los besos: curvos
las caricias los temblores: curvos

no los cuchillos no las armas rectas
no me gustan las leyes para pocos son rectas
pero la paciencia es curva
meditar es curvo
el pan la sopa son curvos
el monte lagunas esteros son curvos
y la metralla recta

me gustan las curvas
los pechos los culos son curvos
los sentimientos curvos
la libertad de elegir es curva

no me gustan las cosas rectas
ni las líneas rectas
se pierden se infinitan todas las líneas rectas

no me gusta la muerte recta
es lo más recto lo escondido
detrás de todas las rectas

la verdad es curva
yo no resisto las verdades rectas
porque la mentira es recta

vivir es curvo
la poesía es curva
el corazón es curvo
la luna cuando cae al agua
se ondula es curva

a mí me gustan las personas curvas
los poetas curvos
que devoran las horas
y giran giran
en círculos de pupilas
que erupcionan lava
caliente curva
y arrecian la vida
imperfecta
como marejada
como olas
rompiendo en las rocas


Carlos Flores, 2015






viernes, 19 de junio de 2015

Brillante sueño de altura * Juanpi Ortigosa

Brillante sueño de altura

Desde chico, miraba a la gente que vivía en mi edificio, y a la mayoría los admiraba. El abogado de enfrente, que nos contaba de sus casos cuando hablábamos, siempre con una sonrisa porque nunca los perdía. El médico del quinto piso, que me atendió toda la infancia y me ayudó a curar mi esguince de talón a los ocho años. La cantante del 71, obviamente estaba un poco loca, pero tenía una voz hermosa. La psicóloga de planta baja, sin ella no hubiera podido ser quien soy.
Desde que recuerdo estoy viendo a la gente trabajar, e imaginándome en sus lugares. Pero hay un trabajo que considero el más hermoso, el de mi viejo. Él es un hombre laburador, humilde y que se esfuerza todo el día para que mi mamá y yo vivamos bien. Y su profesión es lo que me gusta, es lo que de verdad quiero hacer. Limpiar vidrios de edficios. Es una tradición familiar que empezó mi bisabuelo. Él limpiaba los vidrios del Titánic, falleciendo en altamar, pero dejando los vidrios del gigantesco transatlántico brillantes hasta que tocaron fondo. Lo siguieron mi abuelo, mi papá y ahora yo.
Solo tengo un pequeño problema, el vértigo. Ese miedo a asomarme de lugares altos y casi morirme del miedo, sentir que me caigo a pesar de estar a dos metros del piso. Nunca pude ayudar a mi papá como él quería, apenas podía pasarle el balde con agua y sostenerle el trapo mojado, siempre con los ojos cerrados. Tomaba nota de lo que me decía y me acordaba de todo, pero al momento de hacerlo… quedaba petrificado ante la altura.

Pero no soy de los que se dan por vencidos fácilmente, ahora estoy por realizar mi objetivo. Fundaré una empresa de limpiavidrios con los patrocinios de McDonal’s y Coca-Cola. Va a ser un lugar donde la gente con el mismo sueño que yo, pueda hacerlo realidad sin importar sus miedos. Espero que esto sea tan productivo para el resto como lo está siendo para mí y así, algún día, pueda cumplir lo que más deseo, hacer brillar los vidrios de los ojos de la estatua de la libertad.

Juanpi Ortigosa, 2015.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.


miércoles, 17 de junio de 2015

Secreto - Gabriela Aristegui

Secreto

¿Podré soportar alguna vez tu enigma?
Ese que descarga en mí, exigiendo la prisa de un descubrimiento.

¿Podré soportar alguna vez tu enigma?
Ese que agrieta, abandonándome a mis propias derivas de sospechas, dudas, y agonías.
Yo que siempre me atenúo, me apago, me suavizo, menguo…

Silencio. ¿Podré soportarte alguna vez?

¿Podré soportar alguna vez mi propio enigma?
Ese que busca y que a-tormenta

(…)

El misterio se devela en mis noches más oscuras, en lo impensado, en lo dejado, en lo no buscado.
Allí te encuentro, te construyo, te veo, y te vuelvo real en lo soñado.
Arcano de mis días, duermevela de un amor…



Gabriela Aristegui, 2014.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.



Karin Rosenthal




lunes, 15 de junio de 2015

Monstruos en Club de Cuentos / Huevazo Rey Tóxico, por Ian (10 años)

Huevazo Rey Tóxico
por Ian (10 años)

Nombre científico: huevatdelcolibrí
Peso: 0
Tamaño: 1 metro.
Familia: Dinosaurios.
Clase: Pajarraco (archaeropteryx) .
Especie: Mitad rana-mitad pájaro.
Vivienda: Argentina, Eslovenia, España, Nigeria, Nepal, Indonesia, Islas Bermudas, Japón, Noruega, India y Argelia.
Habilidades: Tirar huevos tóxicos. Los soldados que lo acompañan disparan balas tóxicas.
Creación: Todo empezó en Argentina cuando unos científicos de Chubut buscaban crear a alguien que protegiera el bien del mal. 
Revivieron al primer Huevazo, y lo modificaron agregándole dos soldados. Pero los cálculos fallaron. La criatura se volvió tóxica y mala. No pudieron controlarla, entonces,  escapó hasta expandirse por muchos países. Esta transformación le valió el nombre de Huevazo Rey Tóxico.
Evolución: Antes de que fuera un animal volador del período Jurásico en el Triásico era la rana voladora.   

El archaeropteryx
Un día, el Huevazo quiso ver a su tatarabuelo. Entonces robó un portal de un laboratorio y quiso ir al período Jurásico para verlo y para que no se extinguiera su especie de archaeropteryx. 
Al llegar vio a su tatarabuelo y cuando quiso avanzar, justo se vio a él mismo cuando era chiquito y se escondió. Se mantuvo alejado de él mismo durante unos días. 
Cuando llegó el meteorito que provocaría la extinción de los dinosaurios, se tiró sobre éste, haciéndolo explotar en el aire. Así, el meteorito no llegó al piso, logrando que su especie quedara viva. 
Los científicos de Chubut lo revivieron y él volvió a escapar. Vio a su padre y lo abrazó.




viernes, 12 de junio de 2015

La primera vez que lo soñé * Carlos Flores

Sea donde sea, sé que me estás esperando,
allá en lo hondo de tu boca,
una flor de nieve que es de color de rosa,
simple y extraña maravilla.

Marosa Di Giorgio


La primera vez que lo soñé, nuestros labios parecían tener un tierno himen, que no nos atrevíamos a traspasar. Ni a saludar con la lengua.
Luego, fue más fácil, los labios eran de crema con pezones salados y sedientos.
Más tarde, de tan mudos de tan húmedos, se llamaban multiplicándose; nos nacieron labios en el cuerpo. Ya no podemos parar son de piel de vellos hirsutos y comisuras. No hablan ni sonríen, son solo para besar y morder suave. Como margaritas de huevo yema y leche, como magnolias, salivosas de lilas y azúcar.
Ah, en sueños o despierto, el hambre de tu boca no se me quita. No se va.
De tanta sueñonocheoculta, me dieron unas ganas enormes de comer tus besos de pan y manteca, escondidos, como terciopelos, como caracoles.



Carlos Flores, 2015

jueves, 11 de junio de 2015

En busca del Quiwwi - Débora R. (13 años)

Capítulo 3

El avión despegó sin problemas. Ethan se mareó un poco y recé para que no vomitara. Yo por mi parte estaba aterrada. Les tenía miedo desde que mi abuelo había muerto en uno nueve años atrás.
Wally entró en la habitación y dijo que podíamos ir a nuestros cuartos. Salimos al pasillo. Dos baños de mujeres y dos de hombres y las habitaciones también divididas por género y enfrentadas. La cabina estaba al frente.
Caminé por el pasillo y entré en el segundo cuarto a la izquierda. Mi habitación era muy simple: un asiento reclinable como cama, un escritorio con cajones muy bonito y una cajonera. Lo más extraño era que mi valija estaba ahí junto a un reproductor de música con varios CD.
Abrí mi valija y puse mi ropa en la cajonera. Cuando terminé, alguien tocó la puerta. Muy similar a la escotilla que podés encontrar en un barco, hice rodar el pequeño volante hacia la derecha y empujé. La puerta golpeó a Zack, por lo que le pedí disculpas. Zack hizo un ademán con la mano indicando que no le importaba y enseguida señaló la puerta del comedor. Nos dirijimos hacia ahí. Era la misma habitación donde habíamos hecho el despegue, sólo que ahora había una mesa, y las sillas, antes ubicadas en fila, ahora estaban alrededor de la mesa.
Sentí un cabezazo en la espalda, por lo que me dí vuelta: Lita, algo molesta, se frotaba la cabeza por el golpe. Nos sentamos. El silencio invadió la sala. Emma entró y le hizo un gesto a Lita. Era evidente la expresión de duda en su rostro. Se levantó y caminó hacia la puerta donde se encontraba Emma. Herty entró, lo siguieron los demás.
Ethan preguntó: ─ ¿Y Lita?
─La llamó Emma─ respondió Zack.
Miré a Zack, su voz era como de lider, inspiraba y no daba señal de mentira.
Recordé aquel día... Con 13 años empezaba a ir a la secundaria. Estabamos en una de las primeras formaciones cuando ví a Zack. Estaba discutiendo con alguien sobre la matanza de insectos. Mientras me convencía de que no matara bichos, ya que eran seres vivos que no nos habían hecho nada malo. Hasta hoy lo único que mato son bichos que entran en el baño o en la cocina.
─Hey, la comida está lista ─dijo Lita con guiso entre manos. Reí por lo bajo, la idea de verla cocinando me resultaba bastante graciosa. Lita tenía el pelo teñido de un negro azulado. Su melena le llegaba hasta la mitad de la espalda. El único accesorio que tenía en el pelo era el broche de calavera. Llevaba un vestido negro con detalles rojos, botas violeta oscuro y unos guantes de red. Su piel era pálida y tenía puestos unos lentes de contacto rojos. Como ven, una gótica total. Lita puso la olla en el medio de la mesa. Emma dejó los platos y los vasos. Nos repartimos todo, y ya se imaginarán lo que pasó después.



Débora R. (13 años), texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.

lunes, 8 de junio de 2015

Lorena Suez en la Feria del Libro * Minuto4


Cuando el agua llegó no dio tiempo
una noche, sin preludios ni intuiciones llegó
pero no se acercó a la puerta a visitarnos
como era costumbre entre tanta tierra partida
se reveló
y se fue metiendo adentro de lo más hondo, de lo más profundo
allí donde no debió entrar nunca
y arrasó con los colores que quedaban
con los recuerdos que sobrevivían
a tanta tierra partida
y el moho invadió las superficies
y no pasaba un día sin que alguien encontrara colores desteñidos
se estancaron las aguas
y el río se fue poniendo gris
y fue costoso remover
cada madera putrefacta
secarla al sol
renovar las hojas, los caminos.

Ahora vislumbro un verde nuevo
un brote que comienza su ascenso hacia el sol
insiste en volver a la vida
quizá los años pasen y crezcan especies más fuertes
quizá los años pasen y los colores tengan por fin una belleza indeleble
quizá los años pasen y el agua vuelva
otra vez
a rebalsar la tierra partida
a destruirlo todo.



Lorena Suez, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.

Samantha Friend

viernes, 5 de junio de 2015

Juan Castro Walker * Agua



Me despierto en mi cucheta, el agua golpea suave el otro lado del casco del barco. Creo que escucho cómo se desintegra la espuma de las olas. Me doy vuelta y me tapo hasta la cabeza buscando unos minutos más de sueño.
Sentado frente al mar, miro la inmensidad, el ritmo de las olas. Entonces vienen a mí otras aguas que de la misma forma me calman, relajan. Una lluvia persistente me empuja a buscar un refugio, un nido, a cerrar fuerte los ojos y abrigarme. Ahora es un arroyo que corre entre las piedras quien me acuna.
Es eso, es el sonido lo que me adormece, esa sorprendente cualidad que no es del agua, pero me deja identificarla sin verla.
Escucho sus diferentes voces, de lluvia leve que apenas golpea la superficie de un suelo polvoriento. O el rio que corre incesante en un caudal amplio, tal vez marrón, que me cuenta cuan separado estoy de la otra orilla. Y el mar, otra vez el mar, el ruido de la espuma que solo el agua salada posee.

Duermo, el agua sigue, golpea suave el otro lado del casco del barco.


Juan Castro Walker, 2015.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje. 



miércoles, 3 de junio de 2015

Mariel Fini * Minuto Sueño


En trance
Y me senté, hacía rato que estaba parada. El comedor era algo lúgubre. Las paredes estaban algo escarchadas y descoloridas. Empezamos a recordar. Me contó sobre su tierra natal. De a poco fuimos recorriendo sus pagos, viajando por San Sebastián. Sus historias acariciaban la realidad, tanto como la fantasía.
El olor a manzanilla, ese aroma se adueña del ambiente. La tetera hirviendo. El agua caliente. El saquito de té. Su lentitud al degustarlo.
Minuto a minuto, el tiempo pasaba por un tamiz. Y así se escurría, al igual que ella.
Hace poco. Hará dos meses.
Me contaba historias tan bellas.
El otro día me sucedió algo raro. Estaba en la cocina, buscando unos papeles y la puerta se abrió. Yo creo que sola. Y en eso que voy a cerrarla. Se cae un cuadro.
Justo el del País vasco…
Estoy muy triste, sí, pero esto me hace bien. Me deja una gran satisfacción.
Dicen que recordar es soñar despierto. El único problema es quedarse en ese estado de vigilia. Y no poder volver a abrir los ojos.


Hay un mundo afuera…



Mariel Fini, 2015.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.