No voy a amar más. He luchado contra tres deseos: me abrasé por una cortesana, por una doncella y por un jovenzuelo.
Y he sufrido por todos lados: me he arruinado intentando
seducir las puertas de la cortesana, hostiles para el que
nada tiene. Alrededor del pórtico de la muchacha doy vueltas
siempre insomne, no dando a la joven lo que más deseo,
un beso. ¡Ay! ¿Qué diré del tercer fuego? Pues de aquél
sólo conozco miradas y vanas esperanzas.
Renunciato amoris, anónimo.
Del libro Epigramas eróticos griegos.