jueves, 31 de agosto de 2017

Minuto Fantástico * Sofía Brunetto

Tenía que escribir una poesía fantástica pero en cambio, me escribió a mí. Cuando empecé no había palabras, sólo dedos que tecleaban dobles y me escribían el pelo, la cara, las cicatrices, los poros abiertos.
¿Me escribían a mí o escribían una poesía fantástica? Era lo mismo, porque éramos los dedos, el pelo, las cicatrices, los poros.
Yo era yo en la poesía que se escribía en la pared, en el placard, en las cortinas y en todas las cosas que me rodeaban el instante más crudo, de la soledad de la escritura.
Yo era en la poesía, yo soy en la poesía, o no soy cuando intento escribir con tanta obsesión, que la poesía me escribe.
Le veía crecer mi pelo entre el interlineado, asomar mis cicatrices en los huecos de la letra C, abrirme los poros en las O. Fuimos un solo amasijo de palabras, pelos, y piel, un engendro de cuerpo poético, y duró lo que dura, un minuto fantástico.




Sofía Brunetto, 2017.



miércoles, 30 de agosto de 2017

Puente de la Noria * Guille Manuel



Estábamos con el Norberto en el bar del pueblo cuando me dice: José, te voy a contar algo, pero si no te reís. Y ahi larga que vio un platillo volador en la noche pasada, que no era la luz mala porque es bajita y azul, que no era el chupacabras, que lo que vio era una nave espacial que giraba en el cielo con luces de colores. Yo le dije que no me venga con cuentos de extraterrestes, que yo tuve una experiencia de mierda y pasé a relatarle.

Era una noche de calor profundo, estábamos durmiendo con la Nora y el perro que empieza a ladrar como un loco, la Nora que me pega un codazo y me dice que vaya a ver qué le pasa al Boby. Entonces me levanto en calzones como estaba y voy a ver. El Boby que no paraba de ladrar y como que me señalaba algo en el cielo y al mirar... veo un platillo volador girando y con luces cual discoteca del centro. Duro quedé y sin habla cuando se abre una compuerta y sale un haz de luz en forma de cono alumbrando al naranjo, se escucha un sonido extraño como metálico de aspiradora y chupa y chupa y desentierra el árbol de raíz y se lo lleva directo a la nave. Después se mueve la luz hasta la bicicleta del nene, el sonido de nuevo y se chupa la bicicleta. Después se vuelve a mover y alumbra a la vaca. Ahí reacciono y le grito que con la Margarita no se metan, y muy lentamente, se ve que por el peso, la vaca comienza a subir. Ante la desesperación y mis gritos enloquecidos aparece la Nora y le digo que traiga la escopeta mientras les sigo gritando. En eso el rayo de luz se posa sobre mí y comienzo a ser abducido lentamente, cuando llego al interior de la nave estábamos como en un cuarto blanco brillante que cegaba, me abrazo a Margarita que me miró con cara de susto y duda y grito en el aire: ¡¿A dónde nos llevan hijos de puta?! y una voz clarita como de locutor de radio me contesta: A vos te dejamos en Puente de La Noria, pesado de mierda. Se abrió la compuerta del piso por la que entramos, me bajaron rápido en el puente y se las tomaron. ¡Me dejaron en calzones, sin la sube y sin un mango en medio de Camino Negro Norberto!

 ¿Querés que te diga una cosa? Para mí los marcianos... son unos garcas!



Guille Manuel, 2017.


martes, 29 de agosto de 2017

Sofía Tejón * Minuto Fantástico



¡No salgan de sus casas!
Todas se están cayendo
se desprenden del cielo
como dientes de leche
flojas
pesadas 
los astros flaquean 
se desploman en vuelo 
cual moscas rociadas
no las frenan los paraguas
encogen a golpes
los cuerpos de los autos
atraviesan parabrisas 
pinchan los neumáticos
¡mírenlas!
mírenlas por la ventana
véanlas quemar los árboles 
romper las baldosas
acumularse 
en grietas del asfalto 
madrigueras luminosas 
para soles extraviados 
¡no teman! 
mañana
ya las habrán barrido 
de las calles
los pórticos 
y la memoria de los testigos 



Sofía Tejón, 2017.





domingo, 27 de agosto de 2017

Los Sambori * Juanpi Ortigosa


Mary Shannon Johnson

Todas las mañanas a las 7:35 mis vecinos, los Sambori, salen a dar una caminata. Van hacia la derecha de su casa, pasando por mi puerta. La señora Sambori siempre saluda, si está en el patio, a mi perra Luna. A veces le da una galletita, otras un hueso para que muerda o la acaricia.
Luego su marido la agarra, como tirando de una correa, y siguen. Tranquilos, de la mano, hasta llegar al manzano de los Rodríguez, que viven en la esquina. La señora Sambori le da dos vueltas y media, iniciando por la izquierda. Se sienta en el banco, hipnotizada por los autos al pasar, mientras el señor Sambori la mira.
Una noche los Sambori nos invitaron a cenar. Iban a hacer pollo al horno con papas noisette. Por lo que no dudamos, mi esposo y yo, en unirnos a ellos. Nunca habíamos entrado a su hogar, nos pareció la oportunidad perfecta.
Llegamos, la casa era muy parecida a la nuestra. Un sillón en el medio del living, una televisión bastante grande y de pantalla plana en frente, con la puerta de vidrio que daba al patio atrás. Al medio, una mesa. A la derecha, otro sillón, a la izquierda, la cocina. Esa habitación era idéntica a la nuestra. La heladera de frente a la puerta, junto a ella una mesada, luego una canilla, un mueble para guardar los platos debajo y, junto a la ventana, un horno blanco, el mismo que había en nuestra casa. No conocí el segundo piso de su hogar, pero podía imaginármelo.
Lo que más me sorprendió fue el sillón para perro en la esquina del living. Los Sambori nunca habían tenido un animal, al menos en los cinco años que llevábamos siendo vecinos. Sabía que a la señora Sambori le gustaban por cómo acariciaba a Luna todas las mañana, pero a su esposo no le agradaban. Opté por no preguntar, la respuesta podía asustarme más que la incertidumbre.
Su sillón era mucho más cómodo que el nuestro, parece que debía copiarles algo a ellos. Para mi sorpresa, había tres platos en la mesa. “Mi esposa tiene que comer una comida balanceada especial” me dijo el señor Sambori apenas notó mi intriga. No le di importancia y cenamos un pollo muy rico en el living de su casa.
Nos despedimos, el señor Sambori nos acompañó a la puerta. Antes de salir vino su esposa con un hueso de juguete, para Luna. Le agradecimos y nos fuimos a dormir. Esa noche sólo podía pensar en el sillón de su living. ¿Qué lo usaba?

Salí al patio para treparme por la medianera, haciendo el menor ruido posible. Abrí la puerta trasera de su casa y me adentré al living. Algo estaba durmiendo en el sillón para perro, algo grande. Por su tamaño debía ser un labrador o un ovejero alemán. ¿Dónde lo habían escondido todo este tiempo? Caminé lentamente para no despertarlo. Prendí la luz. La señora Sambori me miró perpleja, sólo se llevó un dedo a los labios, pidiéndome que no diga nada. Apagué la luz y volví a mi casa.


Juanpi Ortigosa, 2017.

Desde los talleres de Siempre de Viaje.

sábado, 26 de agosto de 2017

Écfrasis: de la imagen a la escritura * Septiembre en Siempre de Viaje




¿Cómo se escribe una imagen? 
¿Puede traducirse en palabras un objeto de arte? 
En septiembre viajamos de la imagen a la palabra.

Dirección General: Karina Macció
www.siempredeviaje.com.ar
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@siempre_deviaje
Tel.: 4867-5964 

jueves, 24 de agosto de 2017

Abro y miro dentro * Mercedes Marcer



Abro y miro dentro. Vuelvo a esas tierras, ahora áridas. El rio secó y solo hay espinas filosas, vestigios de vida. Todavía quedan algunas sanguijuelas que se retuercen moribundas, ya no se aferran a mis tobillos. Se dejan aplastar. Veo los árboles sin ramas, aún de pie, con las raíces intentando perforar el piso. Las flores han muerto, inclusive la blanca que él plantó. Mi preferida es ahora un yuyo marrón que pincha. Camino confundida, todo cambió pero sigue siendo el mismo lugar. Estoy mareada, el aire es espeso y lleno de polvo. Se incrusta en mis ojos, duele. Reconozco los huesos de un amor, allí en el banco donde me sentaba a contemplar la hermosura de este lugar. Un amor que transformó esto en desierto.
Cierro con candado y alambres. Coloco una flor blanca sobre el cajón, me despido del corazón que ha muerto. Veo cómo va bajando, hasta enterrarse por completo.




Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de viaje.

Areca Roe

lunes, 21 de agosto de 2017

una forma de hundir * Nicolás Alonso



una forma de hundir
el dibujo que produce un barco 
al caer
pausado
en el agua

una forma que deja el barco al hundirse
pesado hacia el fondo que tal vez
nunca llegue
nunca haga el contacto que detenga
la fuerza persistente
que sumerge
que hace pensar
que su existencia
haya sido
nada más que esa dualidad
entre un flotar, apacible 
y la irremediable inmersión que surca el agua hacia el centro
el fondo que uno
supone pedregoso
pero quizá esté
minado de fantasmas 
vivos
sobrevivientes de otros naufragios 
que en lugar de correr el horizonte
solo pudieron
dejarse llevar
por el frio lento
sabiendo que una herida en el agua
solo dura
lo que dura el hundirse



Nicolás Alonso, 2017.
Desde los Talleres de Siempre de Viaje.


Turner



viernes, 18 de agosto de 2017

La nube * Silvina Ocampo



Íbamos a cazar una nube. No es fácil, cualquiera lo sabe. Era una nube blanca, rodeada de pasto y de flores. Cazarla era imposible. ¿Cuál era la nube? Esto era lo difícil. Las nubes estaban en el horizonte, muy lejos; había que alcanzarlas en coche, en automóvil, en avión. ¿Pero quién dispone de un avión, de un automóvil, de un coche? Más fácil sería ir a caballo, galopando, o en bicicleta. Pero todo era imposible. Una vez llegados al horizonte, ¿qué hacíamos? Nos quedamos mirando la nube que no había cambiado de forma, aunque sus compañeras fueran bastante distintas y fáciles de confundir entre ellas. Nos quedamos mirando aquella nube hasta que cayó la noche azul, azul como el interior de uno de los juguetes, el más importante y seductor de todos; un juguete vulgar, si se quiere, pero raro. El juguete era extraño, no puedo describirlo pero se trataba de una bolsa de material plástico, que no existe en este mundo, en forma de raqueta; contenía un mar azul, tan azul que no parecía cierto como el azul de la noche. Cuando el mar se agitaba surgían otros paisajes, de países distintos. El agua que llevaba la bolsa era de mar, tal vez, y los paisajes nunca se repetían, y eran preciosos. —Soy propietaria de la nube —dijo la más tonta de mis amigas— y es mía. Yo me quedaré hasta que desaparezca. Lo dijo con tanta seriedad que todo el mundo la creyó. —Nunca desaparecerá —dijo una señora cubierta de plumas, como si quisiera imitar a los indios. —Entonces me quedaré para siempre —declaró la niña. Y quedó para siempre en aquel lugar, que no sé muy bien dónde se encuentra. Nadie lo conoce. Se llama la Nube o se llama Descubrimiento de Otro Mundo; pero nadie sabe dónde está, ni en qué estación aparece. A veces la nube se transforma en un lecho donde cruza el cielo, un lecho rosado y mullido, que no tienen las lluvias ni los temporales, y duerme durante horas hasta que el sol la despierta y ella, ágil como una liebre, salta de su lecho y baja a la tierra; alguien la espera, alguien que no sabemos quién es. Este es el misterio que hay que descubrir. ¿Quién la espera? ¿Un joven hermoso, un perro, un animal feroz? Nunca lo sabremos. Cuando baja y aterriza, me aseguran que oye un gruñido que la asusta. ¿Una nube que gruñe? En los primeros tiempos creyó que sería la tormenta... Una tormenta nunca gruñe. Después empezó a dudar; el gruñido era acaso de una bestia antediluviana. Rápidamente optó por averiguar de dónde provenía. Lo buscó desesperadamente y olvidó los libros que tenía que revisar y recuperar porque le pertenecían, porque ella los había descubierto. Buscó a todas horas, en todas partes, olvidando lo que tenía cerca de su mano. Ya no comía, ni dormía ni descansaba. El mundo ya no era el mismo. Se arrodilló finalmente sobre el pasto e inventó una oración. Cerró los ojos y la dijo noche y día, día y noche, hasta que recuperó la quietud. Nunca supo cuál era el animal que gruñía. ¿Un lobo, un zorro, un jaguar, un tigre? Como estaba tan cerca de las nubes, no podía distinguirlas. Vistas de cerca, las nubes eran enormes... Nunca supo cuál era la bestia, pero sí que esa bestia la mataría si no abandonaba la nube de su invención. Y ésta es la única verdad de este cuento. 


Silvina Ocampo.



lunes, 14 de agosto de 2017

Y * Mercedes Marcer





Y
yo
con
pena.
Salto,
sorteo
trampas.
Destruyo
pretextos,
alejándome
inalterable.








Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de viaje, bola de nieve.




domingo, 13 de agosto de 2017

Recete * Sabri Rayo Canción


Enrósquese al amante como una serpiente  exótica
Sea libre como un perro en el campo plateado una noche de luna
Fluya como bote timoneado por un monito sin dirección
Elija el rumbo indicado de sus manos como lo haría un buen pulpo
Vuele como una gacela al viento
Rebote en la cama con la sutileza del canguro
Acaricie los pelos de la pierna como lo haría la lengua de un gato
Suelte su melena de león salvaje
-pero que luzca suave al tacto y sin nuditos-
Bese como dragón cuidadoso
Luzca casual como flor de plástico
Listo.

Brille como bichito de luz recién prendido.




Sabri Rayo Canción, 2017.
Producido en los Talleres de Siempre de Viaje.



jueves, 10 de agosto de 2017

Nadie me escucha *Juanpi Ortigosa


Era el primer día del otoño y Eva juntaba flores para su hogar, mientras Adán cazaba su cena. Cansada de tener que estar haciendo algo tan aburrido, preguntó si se podría cambiar de roles por un rato. Desde hacía tiempo quería cazar, se consideraba bastante buena con el arco. Adán rechazó la oferta, y se rió de lo ridícula que era.
Nunca antes había estado tan enojada, se le pasaba la vida con labores insignificantes. Hoy la casa, ayer cuidar de los animales, el día anterior ni siquiera la habían dejado hacer algo porque estaba lloviendo. No querían que se lastimara. 
Tiró las decoraciones al piso y corrió hacia su lugar favorito, el manzano más grande del mundo. Era precioso. Al tronco, de un marrón muy oscuro, le caía sabia por los bordes. En la cima, rodeadas por hojas de brillo incandescente, se encontraban sus frutos. Esas manzanas de un rojo sangre, totalmente puro, totalmente prohibido.
Su creador les había dicho que no podían comer nada que creciera en ese árbol. Eva, amante de la fruta, estaba decepcionada. Siempre había querido probarlas, se veían deliciosas, pero no se animaba a desatar la furia de Dios.
―¿Por qué nadie me deja hacer lo que quiero? ―gritó llorando ―Adán me trata como su ayudante, su sirviente, y Dios no hace nada al respecto. Lo deja vivir y que haga conmigo lo que quiera. Era obvio que esto iba a pasar, si él es su primogénito. Igual no sé con quién me quejo, si nadie me escucha.
―Yo te ezcucho jovencita ―dijo susurrando una voz áspera y sombría ―dejame ayudarte.
―¿Quién habló...? Ya estoy imaginando cosas.
―No eztaz imaginando nada mi hermoza Eva, vine aquí para zacarte de tus problemaz.
―No puede ser, nadie puede hablar, excepto Adán y yo.
―Otra mentira máz de eze tal “Dios”, tenéz que demoztrarlez que no pueden hacer lo que quieran contigo.
―¿Cómo? Son mi familia.
―La familia nunca te trataría azí ―y, deslizándose por detrás de ella, la serpiente le mordió el brazo ―comé una manzana, como siempre dezeazte.
Eva se encontraba débil, vulnerable. Y bajo el encanto del reptil ya no era la ayudante de Adán, ya no era el objeto de burla de su supuesta familia, era Eva, nada más, ni nada menos. Por fin había dejado de ser un espacio en blanco.
Sin dudarlo se estiró y tomó una manzana, la más grande y jugosa. La acercó a su boca y de un mordisco la incorporó en su interior. Un sabor único, no se comparaba con ninguna otra fruta del mundo. Cuando tragó, el animal la soltó y se fue arrastrando hasta desaparecer entre las plantas. Entonces Eva se dio cuenta, la serpiente la había hipnotizado.
Repentinamente, el suelo se movía con tanta fuerza que los árboles iban a caerse. Los animales corrían hacia cualquier lado, los pájaros volaban aterrados. La joven no sabía qué hacer, hasta que Adán apareció al lado suyo.
―¿Qué está pasando?
―No sé ―le mintió ella, aterrada― tenemos que irnos de acá.
El hombre la tomó de la mano y corrieron hasta la montaña más cercana. La tierra no dejaba de temblar, parecía tan asustada como ellos. Entraron y se escondieron, esperando no salir lastimados. Se pusieron a rezar, buscando que Dios les diera algunas respuestas. Sería la última vez que escucharían su voz.
―Me han fallado. 
Ni Adán ni Eva entendieron lo que había querido decir. Todo volvió la normalidad, o eso parecía. Decidieron esperar unos minutos antes de salir. Comenzaron a avanzar, solamente veían oscuridad adelante. Primero creyeron que era de noche, pero a medida que se acercaban a la salida, podían ver lo que en realidad había sucedido.
Los árboles y el pasto ya no eran verdes, sino amarillos. Los animales que antes los ayudaban ahora los miraban con desprecio, como a una presa. Corrieron hacia su hogar para buscar refugio. Al llegar, se encontraba destruido. No tenían dónde vivir o qué comer, y el frío empezaba a lastimarlos. Se sentían moscas azotadas por el viento. 
Se miraron a los ojos, Adán entendió todo. Ahora estaban ellos dos, no había tiempo para peleas. El mundo se había convertido en un lugar de tinieblas.





Juanpi Ortigosa, 2017.

Lucas Cranach de Oude




martes, 8 de agosto de 2017

Charla de editoras * 8/8



El 9 de agosto a las 19 Karina Macció participa de la Charla de Editoras y acción ritual “Encuentros y fricciones con la edición”. En la Librería La Coop. Bulnes 640.
¿Cómo editan las editoras?
Alda Subpoesía – Juana Subpoesía
Ana Ojeda – El 8vo. loco ediciones
Jacqueline Golbert – Socios Fundadores
Karina Maccio – Viajera Editorial
Laura Ponce – Ediciones Ayarmanot
Laura Quesada – Ronda editorial
María Gómez – Eloísa Cartonera
Monica Sifrim – Cienvolando
Paulina Aliaga – Espacio Hudson Ediciones
Sandra Buenaventura – Metalúcida Editora
Valeria De Vito – Sello Editorial el Ojo del Mármol
Valeria Iglesias – Ediciones Outsider
Vanina Colagiovanni – Gogymagog Ediciones
Natalia Iñíguez – Editorial Mutanta
María Lucía – Derrames Editoras
Clara Inés – Elemento Disruptivo
Nurit Kasztelan – Editorial Excursiones
Sol Echevarría – Editorial Excursiones
Mala Ludwig – Ludwig Ediciones
Julieta Mortati – Tenemos las Máquinas
Lorena Iglesias – Clase Turista
Esperamos la confirmación de otras editoras.
Están todas invitadas.
Convocan:
Nadia Sol – Escrituras Indie: difusión a/terna ediciones
Paula Brecciaroli – Editorial Conejos
Gabi Luzzi – Paisanita Editora


lunes, 7 de agosto de 2017

América * Mercedes Marcer


América, tierra que perdona. Bajo un cielo claro te encontraron. Capturada para siempre. Destruyeron la vida. 
Engañaron a tus hijos bañándote en sangre, mutilaron sus cuerpos, mataron sus almas. Famélicos en un continente abundante. Gritaste con terremotos y huracanes, fue inútil.
Hoy seguís siendo blanco de la ambición. Ignoran el sufrimiento, el dolor de pueblos milenarios. Juzgados y marginados por defender su historia. Katunes y katunes han pasado, vestigios mayas quedan en toda la riviera. Los trabajadores madrugan diariamente para servirle a los yankees, como si no hubiera otra escapatoria más que la sumisión. Muertos en vida. Ningún pasado, ningún presente, condenados.
Ñandubayes talados abrieron paso al cultivo de especies nuevas. Olvidando las propias, eliminando bosques, extinguiendo. ¿Por qué tanto daño? ¿Qué hacemos con tanto dolor?
Rituales olvidados sobreviven en lo más profundo del Amazonas. Siglos y siglos de abuso no han podido con tu esencia, con la verdadera América. Tierras que siguen vivas. Unidos como hermanos no existen fronteras.
Wapitis, anacondas, armadillos, cóndores, guacamayos, yaguaretés sobreviven. Xihuitls y xihuitls transcurrieron y ellos siguen firmes, defendiéndote con sus cuerpos.
Yo sueño con sanar. Zurcir los pedazos de una América herida.



Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de viaje, a partir de una variación del ejercicio abecedario de OuLiPo.



viernes, 4 de agosto de 2017

Mi paraíso * Federico Castro Walker


Mi paraíso


Un día lindo
viento fresquito
mar tibio celeste 
olas tranquilas
arena blanca 
se extiende por kilómetros
una reposera
cerveza fría
la mano de ella
las chicas en la rompiente con amigos
en un quincho mi hermano prepara fuego
papá limpia la parrilla
mi suegro arma una picada XL
los cuñados conversan
un primo inspirado con la guitarra canta
al lado de mi mujer todas las mujeres de mi familia
hablan a la vez suave junto a las olas
las palabras mecen el agua 
se prolongan al horizonte
peces voladores que trascienden
mis ojos las siguen 
hasta no distinguirlas.



Federico Castro Walker, 2017.
Desde los talleres de Siempre de viaje.




martes, 1 de agosto de 2017

La tristeza es una acuarela marina * Sofía Brunetto


La tristeza es una acuarela marina


se derrite en el papel
la armonía


se enjuaga el pincel
en la copa medio vacía


se funde
se disimula
el contraste de la alegría


se quitan
los restos
oceánicos
primarios
del error


La tristeza es una acuarela marina


tímida
inaudible


se contempla
con el caracol en la oreja


para
huir
del alarido abismal
del color más triste


para
huir
del embudo
de su angustia
musical



Sofía Brunetto, 2017.