Se siente subir por los pies, los tobillos. Tímido rojo, casi rosa deslucido. Toca, se desliza y acaricia en su viaje. Rosa suspiros entre mis cabellos.
Amanece miel y guindas entre las sábanas. Vuelca y rueda la música. Pincela el instante. Se hace fresa la boca, roja mora al morderme los labios y abrazar la almohada.
Aún sola, no conozco la vida en grises.
Dejarte ir.
Cambio la paleta de colores y vuelvo a mirar.
Una emoción carmesí cuando sueño y reposo en blanco, en mi ventana. Sin marcos para el ocaso, infinito incendio desde los ojos que sin miedo recuerdan.
Se inclina el color. Lo dejo mezclarse. Cae. Se esparce.
Pestañeo. Enciendo la mecha y plasmo el sol en mi piel. Garabatos, de fucsia, y escarlatas hacen que los pensamientos se mareen. Que elijan su tono.
Que el cielo esté abajo, los pies arriba. En el camino pongo canastas de frutillas, brillosas, enormes. Salvaje fruto que muerdo y chorreo el pecho, llenar de corales los huecos sin caricias.
Sonrío. Sangría dulce, terracota cascada de vino que la lengua busca lamer, derramar en las heridas, emborrachar el recuerdo, vestirlo rojo rubor debajo de la cama.
¿Olvidar? No. Abrir el espectro cromático. Encontrar matices desconocidos de la pasión que renuncia.
El lienzo blanco sana. Invita al color. Redobla la apuesta en rojo volcán, explosivo, rojo llama. Juguetea con la manzana, la mira, la huele, la desea, la dibuja, pero no la muerde. Resiste su rojo.
Peligro.
Prohibido.
Mi cuello se brota de púas calientes. Puedo marcarte, vaciarte. Un rojo vampiro huele tu temor. Puedo lastimarte.
La sangre oxigenada me pertenece. Hoy corre por mis venas, inunda este corazón. Vive. Late. Respira. Su rojo viejo, pálido y agotado dreno en la linfa de mi última prosa.
La paleta de mi rojo artista pinta otra vez. Paredes, ventanas, mi cama, el espejo.
¿Lo ves? Un arco iris nuevo, rojo mío. Cada franja se alza y cruza lo imposible. Todo llega a este espectro. Soy como un puerto donde arribar y pintar. Descubrir el prisma de mi color, de mi fuego, mi savia ígnea, mi alma transparente.
¿Lágrimas? A veces. Alguna vez mi rubí se opaca, alguna palabra ocre, una melodía anaranjada, un perfume que quiere teñir de violeta, arruinarlo todo. Alguna lluvia que sin anunciarse cubre el vidrio, lo empaña, oxida la tarde y arrolla con su pomo negro, negro llanto, negro mezcla. Ensucia la paleta.
Y entonces me duermo. Me envuelvo en mi sábana rojo aurora, alimento los leños y soplo hasta que el rojo arde, salta, invade, salpica, quema la habitación.
Mi paleta vuelve.
Como siempre vuelven mis ganas en rojo encarnado, como siempre serán rojo bengala mis besos, mis juegos, el deseo.
Siempre serán primavera el arte, el color, mi paleta.
Aún llegarán más matices, nuevos nombres.
¿Conocés mi rojo poesía?
Maricel Witomski, 2017.
Producido en los talleres de Siempre de Viaje.