jueves, 27 de junio de 2019

Marcela Manuel en Gym y Jam * 30/6



DOM 30 de JUNIO 18HS //  EL GYM > POP-UP POÉTICO
TALLER FOCALIZADO + LECTURA CON AMIGUES


 Lectura:18H
Invitadxs especiales: Nay, Bob Chow, Marcela Manuel, Mhoris Emma, Verónica Boix, danimundo, Ezequiel Bajder, Alejandra Santoro, Camil Polo, Gustavo Yuste, Mimena María y Moira Morgulis. 
 Con la visita sorpresa de: @andreiasuv (?)

miércoles, 26 de junio de 2019

Laguna Negra * Nicolás Alonso



[Una ventana de madera por la cual se ve el lago. Tiene dos hojas de vidrio, una en la parte superior y la otra en la parte inferior. La imagen se fractura. Se recorta en dos mitades.
Pegado al marco, abajo, pueden verse algunas rocas iluminadas por el sol naranja. Parece un terreno irregular. 
Una linea delgada de ese sol proyecta sobre el marco, como si de pasada se hubiera metido en la casa.]



fueron horas de caminata hasta llegar
unas seis 
al principio el camino es un sendero boscoso 
regular
a medida que asciende comienza a volverse denso
al último tramo se lo denomina “el caracol”
es un ascenso empinado 
exige los músculos al extremo
desde abajo 
una vez entrado en él
puede verse claramente una cascada
es obvio que la laguna está ahí
detrás
como un cuenco apenas rasgado por el agua 
escurre desde allá
cascada colgada
al borde de las piedras
hasta generar el río que ahora tengo mi lado
un cuenco de agua suspendido entre las nubes
azul azabache de postal

alguna vez me dijeron que el agua de deshielo no hidrata
¿será verdad?
terrible paradoja
belleza que deja morir 
inmóvil
solo para ser vista
observada
disociada del sudor 
el cansancio que me llevó hasta ella

avanzo

cada

paso

cuesta

siento como los músculos de mis piernas trabajan
no es algo que disfrute
siempre preferí
los deportes en los que el cuerpo se olvida
subordinado al juego
al disfrute
queda 
en segundo plano

acá siento todo

cada dolor
molestia
el avance es trabajoso
intento apurarme

quiero correr
saltar

de piedra

en piedra

eso me divierte
me olvida
pero no
el sendero es en ascenso 
cualquier movimiento repentino me deja 
sin aire
la cascada es la referencia
avanzo
me acerco
estoy llegando
la veo ahí
a la mano
helada e inmortal
el camino hace un rulo pequeño llegando a la cima
lo tomo 
la laguna se asoma detrás de una roca enorme
oigo el viento que silba
zumba detrás de la última roca
el viento es guardián
constante
sostenido
imperturbable
no cesa

el viento llega
enfría 
de un golpe
mi cuerpo transpirado

tengo frío

ahora
me apuro y avanzo hacia el refugio que veo a lo lejos
pienso en eso
en la palabra “refugio”
nunca había estado en uno
pero al verlo ahí
pequeño y bordó
tirando humo por la chimenea
humo peinando el aire
asoma
humo cálido que contrasta
con la intemperie fría
del viento en la laguna
humo cálido entre las nubes
atrae
llama
me acerco

entro

como se entra en las películas

a la casa de un desconocido



[Sobre las rocas el lago es azul, verdoso. Parece frío a través de la hoja inferior de la ventana. Detrás del lago hay una montaña de color suave. Es gris, claro, amarronado. Tiene manchones, como salpicaduras de nieve.]

...

buscando el calor
entro y veo
una casa saturada de gente
cansada
en medio de una laguna inhóspita
vacía
inmortal
salamandra con pavas 
agua caliente
mesas de madera precarias
personas
gente apretada
una junto a otra 
largas mesas comunitarias
intentando recuperar
algo de la fuerza que les demandó subir

sobre la salamandra 
zapatillas 
mojadas de nieve
medias frías
nada indicaba un refugio repleto
nada lo anticipaba
pero lo estaba
pensé
un refugio no lo hacen las paredes
lo hace
la gente
amontonada en madriguera

me senté 
en el único espacio libre que quedaba 
no quería pararme más
podía haber estado horas 
sentado
inmóvil
dejando que mi cuerpo se recupere
se estabilice
pero la gente molestaba
me corría para pasar
para pedir 
un poco de agua o 
el sanguche que estaba comiendo
la gente
se quejaba 
tocaba la guitarra

¿tocaba la guitarra?

¿cómo pueden 
tocar la guitarra ahora?

cómo pueden
evitar pensar
en sus cuerpos cansados
y la laguna
en la laguna imponente
en lo ambiguo de una naturaleza arrolladora

estamos encerrados 
madriguera humana
caldeada por el vapor de la leña
sudor de nuestros cuerpos 
cansados

una chica 
se sentó en la mesada
a unos dos o tres metros

es hermosa

me la quedé mirando a la distancia 
un rato largo
tiempo
suspendido
mirando 
entre la gente
a la distancia 
absorto 
como en una sala de cine
un grupo de personas se reían
ella los miraba 
apoyada a contraluz
una luz blanca 
clara
esfumando el contorno de su cuerpo
sonreía con ellos

alguien la llamó 
desde el otro extremo del salón
recién ahí pude ver

un velo que se corre
transparente
imagen difusa 
se aclara
enfoque de una lente fotográfica
sobre la mesada en que la chica estaba apoyada

en medio de toda esa gente: una ventana

enmarcando la laguna 
pequeña polaroid 
instantánea en la vida real

una ventana

me viene a confirmar 
la inexistencia de absolutos 
pensé: perspectivas

¿la belleza 
que me había cautivado
era la chica
o siempre fue
la escena
ventana junto a la cual
se había detenido?

lo que se muestra y oculta
inmensidad que es
más inmensa en el recorte
se cuela por la ventana 
no resiste a ser 
ignorada
se asoma
no voy a ella
no
viene a mí

y yo me quedo
en la ambigüedad de este refugio atestado 
de gente cansada

una chica
que no volví a ver
sin saberlo me enseñó
el camino de vuelta a esa ventana y su laguna
a lo que vine a buscar
entre toda la gente



[El viento peina el agua apenas, genera olas tenues, una textura rugosa. En esas olas frágiles se refleja el sol - no se ve sino por medio de ese reflejo- . 
El cielo aparece en el ángulo superior derecho de la ventana que lo recorta. Celeste luminoso de mediodía. Unas nubes algo débiles, esfumadas lo atraviesan. Se parecen a las manchas de nieve. 
La montaña de fondo acentúa su color a medida que asciende hasta volverse casi negra.]


Nicolás Alonso, 2019.






lunes, 24 de junio de 2019

El mar I * Takis Sinópulos




Isla seca. Cielo de mármol.
Sal piedra luz mediodía inmóvil.
Más allá brillando el mar
-golpean los tambores golpean en la isla-.
Un día rojo un día negro.
Un día luz sobre la luz
-Negro diamante el mar.

Piedra y luz. Sal luz. Una piedra el sol.
Hoy y mañana esperando la primavera.
Deseando la primavera ¿qué primavera?
La luz ¿qué traerá? Luz sobre luz.
¿Qué te traerá el mar?
Y ahora mediodía con sol debajo del
sol el mar.
           -Completamente negro diamante el mar.





Takis Sinópulos, extraído de Inmensa luz negra.



sábado, 22 de junio de 2019

Tengo un río * Matías Montero




Tengo un río maravilloso que va,
pero no se puede confiar en él.
Está lleno de recuerdos,
recodos por los que no voy a volver a pasar.

Se apilan los momentos hasta que se aplastan 
y las diferencias dejan de ser.
Coger con muchas personas
¿Es original? ¿Es distinto?
¿O es sólo aumentar la frecuencia?
Voy a empezar a festejar 
todos mis cumpleaños con la misma torta
para ver si ella o yo o los dos cambiamos,
o no.

¿Alguna vez va a parar de llover?
Igual no pienso dejar de llorar.
¿Cuándo llegan las líneas paralelas
a ese infinito donde se tocan
y hacen mierda este universo y el de al lado?
Veo un cuadro de una mujer reflejado en una ventana,
atrás de la ventana hay un bosque 
al que la mujer nunca fue
y sin embargo sí.

¿Está bueno lo que pienso
o simplemente estoy muy al pedo?
¿Y es en este instante
o es en todos los instantes?

Tengo un río maravilloso que va,
sin llegar a ningún lugar.
Floto y mi mano saca el tapón.
Juego con el remolino
que no va a volver nunca más
hasta que mañana la vuelva a llenar
y después.





Matías Montero, 2019.




viernes, 21 de junio de 2019

El cuento de la muñeca * Cami




Todo empezó el 18 de febrero del año 2000. Mi hija, llamada Andy, había cumplido cinco años. Le habíamos comprado una muñeca y la llamó Kate. Desde ese momento nunca se separó de ella. Después tuvo dolores de cabeza y panza. Fuimos al doctor y nos dijjo que estaba completamente en buena salud y que probablemente lo estaba fingiendo para no ir a algún lugar. Pero ella no era así. Siguió teniéndolos. Le dimos aspirinetas pero solo la tranquilizó por algunos días.
En su cumple de diez le regalamos una casa de muñecas y estaba muy agradecida. Cuando intentó poner a Kate allí, le comenzó a dar una terrible jaqueca. Estuvo en cama por algunos días enferma. No pudo disfrutar de su cumpleaños.
A la otra mañana tenía fuertes calambres de pierna y se quedó otra vez en la cama.
El primer día de escuela no se podía levantar. Le agarré la mano y me ayudó su papá pero nada funcionó. Se quedó así como una semana. No podíamos seguir así. Fuimos al doctor de vuelta:
-Es solo un calambre -dijo como si nada-Con una cápsula de ibuprofeno por día estará perfecta y podrá ir al colegio.- No fue así, ella no estaba bien.
Hicimos lo que el doctor recetó, pero no funcionó. Entonces consultamos con un experto. Nos dijo que básicamente tenía las piernas duras y lento crecimiento del cuerpo. Nos preguntó sobre sus antepasados. A ninguna le había pasado nada parecido. Un día se sentía bien, otro mal y otro peor.
Faltó a la escuela demasiado. A la noche, cuando le estaba por servir la cena en la cama, intenté acariciar su mejilla aunque estaba dura y no la sentía. Intenté todo: crema, espuma para la cara… Hasta intenté pegarle porque quizás abajo estaba su piel. Pero no funcionó, nada funcionó.
Otra semana noté que estaba mucho más baja. Ella tenía una buena alimentación así que era imposible que se esté desnutriendo. Me acurruqué al lado de ella y agarré su mano pero no era su mano, estaba sólida.
Cuando era hora de tomar su medicamento, aunque casi no funcionaba seguíamos dándoselo por las dudas, la llamé pero no respondió. Corrí hacia la habitación. No había nadie. Lo que si noté es que había una pequeña muñeca en la cama con la misma ropa que Andy. Desde ese día la cuidé, le compré ropa y le dí una casa para ella sola. Aunque nadie lo sepa yo sé que sigue estando aquí, estoy segura. Ahora me está comenzando a dar una jaqueca terrible. Me tengo que acostar o descansar…



Cami, 2019.
A partir de la lectura de cuentos de Silvina Ocampo en el Club de la serpiente.




miércoles, 19 de junio de 2019

contar lunares * Maga Levin




contar lunares en tu espalda
dibujarlos
unirlos despacio
mis dedos los tuyos las líneas
las lenguas que buscan
también van dibujando
al tocarse
se estiran
se curvan
un ir y venir que late
va creando
una música
suave
blanda
que fluye y abre
la mano
la letra
los dedos como extensiones 
que llegan muy lejos
un más allá 
infinito
que nos toca
adentro
estamos a salvo, seguimos
el agua que envuelve
salpica unas gotitas
que manchan la hoja
las espaldas desnudas
crecen 
derraman
la lluvia desatada
los sentidos
desparramados 
la cama expectante
la hoja se endurece
la música deshecha
la siento
más espesa 
más fuerte
ya nada puede parar de moverse
tiembla la tierra, se precipita
la tinta que todo lo invade
la línea y la curva que explotan
acariciadas
la música grita
los lunares desaparecen
ya todo es inundación, sigo 
vos, entre cada palabra




Maga Levin, 2019.


Andrew Wyeth

domingo, 16 de junio de 2019

Se aparecen sin llamarlos * María Victoria Verzura




Se aparecen sin llamarlos
aquellos que pasan por mi vida
algunos son música, son viento
son un páramo, una playa,
algunos tienen mis lágrimas
ya no recuerdo todos sus rasgos
algunos son desconocidos
y a su vez parecen tan reales
como si vinieran de otras vidas
me pregunto por qué aparecen así
algunos me nombran
algunos nunca me escucharon
los miré largamente
los imagino, fueron míos
hasta alejarlos
hasta desaparecer




María Victoria Verzura, 2019.



Aaron Schuman

sábado, 15 de junio de 2019

Lo ha visto * Brenda Secco



Lo ha visto
y ahora lo sabe

abrió la puerta
sangran sus llaves

una grieta
la atraviesa

huesos, vísceras
todo al sol
quema

ahora sí
pronto
cae la noche




Brenda Secco, 2019.



Mortarotti



miércoles, 12 de junio de 2019

Abeja reina * Paola Reina




Cuando el invierno comienza
y las ramas reverdecen 
salgo yo

me poso en el corazón de una Magnolia 
pero el polen es exiguo 
y la inexistencia de tu néctar, Magnolia 
agota mi existencia 
fulmina mi dulzura 
y atormenta el silencio de mi colmena

soy una estructura en temblor 
mi reino está al revés 

¿no soy la abeja reina?

                        La reina es tu ausencia, Magnolia 
                        yo no soy 
                                          yo soy no 






Paola Reina, 2019.




Roslyn Julia

Como la loba * Andrea Larrieu



Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.
La Loba, Alfonsina Storni
Yo soy como
la loba
¿de la montaña?
con el rebaño me fui
enmascarada.
Yo soy
como la loba
¿del llano?
engañadas
las ovejitas pastan.
Yo soy como
¿la loba?
no tengo dudas
porque lo digo
¡mirá!
descubierta
las ovejitas balan.
Yo ¿soy?
Yo, como la loba
¿por qué?
entré en el corral
las ovejitas balan
saben
¿acaso saben?
las lobas vienen
¡del matorral!
Yo, soy
Yo, como
Yo, la loba
ando sola y me río
el sustento me lo gano
donde quiera que sea
y es mío
¡donde quiera que sea!
Yo soy como
del rebaño
Yo soy como
la loba
Yo soy
como la loba del rebaño.





Andrea Larrieu, 2019.



Cristina Heurig

martes, 11 de junio de 2019

No veo por qué huir * Yanis Patilis




No veo por qué huir.
¿Ir a dónde?
¿Dónde encontraré tantas ruinas?
Tantos trozos del todo.

Mejor aquí.
Entre las ruinas del ayer
y las que van a venir.
Solo. En estas calles vacías.
Uno cualquiera.
Que camina
resbala
mira
la dichosa luz del sol.
La macabra.




Yanis Patilis, Cálido mediodía (1984).



lunes, 10 de junio de 2019

Taller de escritura para jóvenes * ¡Nueva modalidad mensual!



¡Se viene el taller Club de la Serpiente con encuentros especiales de una vez por mes! 

Cada taller tendrá la sorpresa de un eje temático único, alternando géneros, autores y recursos.

¡Los esperamos en la última semana de junio para el primer encuentro! ¡Si estás interesado, escribinos para más información!

Coordina: Axel Levin
Dirección general: Karina Macció
info@siempredeviaje.com.ar




sábado, 8 de junio de 2019

Cucarrón y la flor dorada * Gabriel Guadalupe



Cerca de la sagrada laguna de Iguaque vive un escarabajo llamado Cucarrón. Su cuerpo es verde esmeralda con seis patas negras y deshilachadas. 
De niño escuchó la historia de la flor de maravilla plantada por la madre Tierra o Bachué. Es reconocida por su dulce perfume. Los pétalos rojos y bordes dorados brillan como el sol. Es muy difícil encontrarla ya que sólo florece una vez al año. El que lo hace recibe un antiguo secreto que llena su vida de felicidad. Cucarrón soñaba con la flor dorada y su secreto.
Una mañana despertó decidido. Guardó en su mochila algo de abrigo, unas cuantas medias y fue hasta la plaza para despedirse de sus amigos. Allí también estaba su mamá que, con lágrimas en los ojos, le regaló un collar plateado:
─Quiero dejarte este collar que de niña encontré a orillas de la laguna. Con él sentí la compañía de la madre Bachué durante todos estos años.
─Gracias mamita, sos lo más.
Se dieron un abrazo, cargó la mochila y empezó su aventura.
Caminó cientos de kilómetros por los espesos matorrales de Arcabuco. Trepó montañas entre piedras resbalosas. Un día casi se rompe una mano por querer saltar un canto rodado. Las tardes de mucho viento debía hacer un hueco en la tierra hasta que llegara la calma.
Camino hacia El Cardonal se cruzó con una señora araña que descansaba remojándose en un charquito. 
─Disculpe doña, ¿sabe dónde encontrar a la flor de maravilla? 
La araña pareció sorprendida. 
─Esa de pétalos rojos y dorados. ¿Vió alguna?
La señora se quitó los anteojos, sacudió su cabeza y dijo:
─¡Qué raro, un escarabajo interesado por esa flor! En tus ojos veo las ganas de ser feliz. Te voy a ayudar. 
Cucarrón paró sus antenas.

─Cuando cruces el próximo río, vas llegar a un humedal donde gigantescos árboles llamados Custodios de Vida, protegen con sus ramas a exóticas aves de plumas naranjas y amarillas. Allí vive la única flor de maravilla dorada.
─¡Muchas gracias doñita!,  contestó a la señora araña y sin esperar, corrió hacia ese lugar. 
Eludió a curiosos perritos que intentaban ponerlo patas hacia arriba para jugar con él. Nada podía detenerlo. Cruzó el río sobre una hoja de laurel que le sirvió de canoa. Al llegar a la siembra de agua saludó a las aves que planeaban en grupos, exploró entre la vegetación y detrás de unas piedras la encontró. 
En ese instante quedó sin moverse atrapado en una fría sensación de tristeza. No podía creer lo que veía. Las hojas desparramadas en el pasto, parecían mordidas por termitas y su tallo doblado como plastilina. 
Lo único que pudo hacer fue llorar acostado sobre el pistilo de una suave flor acampanada. Sus lágrimas caían sobre los pétalos de terciopelo.
Enfurecido arrojó la mochila:
 ─Ya no la necesitaré más─ dijo entre llantos.
Luego arrancó su collar y también lo tiró. Éste golpeó sobre una roca, se abrió y de su interior cayó a la tierra una diminuta semilla. En sólo unos instantes germinó y se convirtió en una nueva flor de maravilla.
La primera en reconocerla fue una mariposa blanca de la Col que con sus aleteos avisó a Cucarrón.
Al abrir sus ojos encontró sorprendido el retoño de una nueva florcita de maravilla dorada. Entusiasmado se acercó dando un salto. La tomó entre sus manos y quedó maravillado con los colores y el dulce perfume. De la alegría, no podía hablar. La flor lo miró a los ojos y movió sus pétalos en señal de amistad. 
─¡Al fin me encontraste cabezón! ¿Sabés cuál es el gran secreto para que seas feliz?
─No.─respondió con su cuerpo quieto como estatua.
 ─Es muy fácil. Siempre seguí la voz de tu corazón, hacé todo lo que esté a tu alcance para conseguirlo y nunca te des por vencido. 
─¡Claro, así es como te encontré! ─interrumpió Cucarrón con una mano en su cintura mientras pensaba: ¿y éste era el gran secreto? 
 ─Sí, sí. Pero lo más importante, ─continuó la flor ─ es vivir muy atento ya que a veces, aquello que buscás en algún lugar lejano, puede estar esperando muy cerquita tuyo.
Cucarrón vió su collar abierto y comprendió.


Gabriel Guadalupe, 2019.

martes, 4 de junio de 2019

Para decir te amo en un poema * Sofía Brunetto




Para decir te amo en un poema 
hay que escaparse
no hay forma de hacerlo desde adentro
no hay forma
hay que salirse
observarse 
con el corazón en la boca
señalarse

¡ahí estoy!
esa que no soy 

hay que reírse para decirte
Amo
todo lo que es tuyo hay que romperte
desgranarte en pedazos que te multipliquen
y al buscarte
no poder encontrar
la matriz

para decirte 
Amo
hay que saltarse 
la regla
señalarse

¡esa no soy vos!

para leerte 
Amo 
en el poema
tengo que hacerlo 
desde afuera 
de la forma
 la norma
para que nunca
jamás
me reconozcas




Sofía Brunetto, 2019.



Draskoczy