miércoles, 30 de julio de 2014

Presentación de La Desplazada de Debi Hadges - 7/8



Llueve seco
con mucho ruido
polvo
llueve paredes que se rompen
gotitas de ropa
baldazos de libros
vidrios astillados
se vuelcan cuadros

caen
muchos
pedazos
el balcón vomita
tanta indigestión
manchas de cosas que se expanden
a mis pies.



EDICIÓN ARTESANAL - COMPLETAMENTE ARTESANAL 
EJEMPLARES NUMERADOS
RESERVÁ EL TUYO Y ENCONTRATE CON ÉL EN LA PRESENTACIÓN
PIP - RUPTURA - AMOR - LA DESPLAZADA


Ricardo Czikk - El fútbol (Cuarta parte: El limbo)

Limbo
¿Y qué si a uno no le gusta ver un partido de fútbol? ¿Existe un limbo especial para nosotros en el más allá?
A esta altura, creo que una parte de mí no se aburre tanto con los partidos y se une a la fiesta, mezclando la condescendencia de quien se cree embajador del bien a una mueca invisible, un gesto desdeñoso que murmura: pobre gente, no sabe lo que hace. Pero otra, -la más recalcitrante y veterana- se retrae, se ausenta del acto, manteniéndose firme en la náusea ante la masificación, el grito, el mirar cómo otros hacen y la maquinaria a pleno de la explotación comercial. Bandera y banda se me mezclan. A veces pienso que no debe ser accidental la violencia cada vez más expansiva del fútbol. A las banderas se corresponden bandas y bandidos. Puedo estar exagerando, pero tantas cosas se esconden en el lenguaje, ¿no? si muchas veces hablamos de la sabiduría popular de las palabras, ¿a vos no te parecen llamativas estas coincidencias?
También me altera, la verdad que me pone loco la idea de selección. ¿Selección de quién? Los perfectos, ganadores, los idolatrados o denostados sin punto medio: Muchas veces son como embajadores del ser nacional, como en la picardía de la mano de dios, o de la ilusión del que querríamos ser, como con Mascherano el valiente. Nuestros representantes. Me parece que me aplicaron de chiquito una vacuna, que comparto con algunos otros, que tampoco creen en dios y el fútbol. Pucha, ahora que lo digo, noto la relación. Veo que muchos jugadores se persignan para patear un penal o cuando entran a la cancha, otros se arrodillan en gesto de plegaria, unen sus manos e imploran a un dios minúsculo que debería jugar para su equipo. ¿Qué imaginan? ¿Jesús va a entrar calzando botines amarillos y anaranjados, shorcitos blancos y remera ajustada dejando ver sus abdominales marcados y sus buenos pectorales, para agarrar desde atrás al arquero rival y facilitarles el gol? Es tan gráfico como las cábalas. Si, fíjate:


Mejor no te muevas hasta que termine este tiempo, mirá que es yeta
Mejor veámoslo en tu casa. Como cuando ganó la vez pasada
Pará de hablar. Callate que es mufa


A las que se suman la de los jugadores que hacen o no hacen algunas cosas, para evitar caiga el mal de ojo. Como mi viejo que si se olvidaba algo en casa, no volvía a entrar, así que había que pasarle a través de la puerta lo que se había olvidado. Si no había nadie en casa, entraba, buscaba lo que había dejado y se sentaba en una silla para anular el maleficio. ¿Te das cuenta lo que me molesta? La gente frente a la pantalla hipnotizada como si del otro lado estuviera por producirse el milagro de la transmutación, o las aguas estuvieran partiéndose en dos para que Moisés huya de la persecución egipcia. Bueno. Dejate de joder, no me podés negar que estamos ante la misma idea que dan manija en las empresas con el talento, alto potencial y la veneración de los más jóvenes.
Vivo en este desdoblamiento, entre tener que estar, vivir ahí, jugar el juego y no bancármelo. A veces me pregunto si no será una especie de pequeño judío que llevo adentro, que me pincha con su tridente profético, para alertarme ante el boato, la pompa y el show, diciéndome que son todas trampas para la conciencia. ¿No te pasa que cuando mirás programas de tele de hace veinte años y ves a quienes eran los famosos de entonces y ahora nadie sabe ya por dónde andan, que te das cuenta de lo efímero de todo esto? Ésa es la palabra que me hunde: efímero, por lo que pelean las banditas de bandidos, tanto como las banderas que se levantan para la lucha. Por eso estoy desdoblado.

Mejor paro. Ya me pidieron mil veces que no hable mientras pasan el partido. ¿Chile contra quién está jugando? Está bien, está bien, perdónenme por el ruido de mi conversación. Veamos en paz el partido.  

Ricardo Czikk, 2014

lunes, 28 de julio de 2014

Nuevos Cursos de Cine en SV!


Queridos Viajeros,
Nos hemos decidido a profundizar en esta otra pasión que nos consume. Por eso dos cursos para saber mejor qué es lo que nos gusta tanto: nos metemos en el lenguaje cinematográfico y revisamos los increíbles comienzos del arte cinematográfico y luego, nos sumergimos en la originalidad de Orson Welles para entender por qué Citizen Kane lo cambió todo.
Y como si esto fuera poco, coordina Nicolás Di Candia, qué les puedo decir? La van a pasar genial!
Los esperamos,
km.

sábado, 26 de julio de 2014

My Monster´s Wardrobe - Allegra




ENGLISH CORNER
El espacio en inglés para los chicos en Siempre de Viaje
Lugar: Guarida Literaria de Siempre de Viaje
Coordinación: Gabriela Tavolara
Dirección General: Karina Macció
@siempre_deviaje

Tel.: 4867-5964 // 15 36 82 46 25

miércoles, 23 de julio de 2014

Ricardo Czikk - El fútbol (Tercera parte: Por tan poco)

Por tan poco
¡Un banderín! ¡Hace tanto tiempo que no veía uno! Mirá, ¡las paredes están repletas! La verdad que a la mayoría no los reconozco. Ése ¿de qué cuadro es? ¿Newells All Boys? Ah, mirá, no tenía ni idea. Ése sí lo conozco: Rácing. Es idéntico…
—Sí, pizza de muzzarella. Una mediana, estaría bien. Fainá, sí, una.
—¿Vos?
…te decía, es igual, idéntico al que me había regalado mi tío en el 67. De Rácing cuando salió campeón. Al nacer, mi papá me había hecho de Huracán, jajaja, fui de mal en peor. Me acuerdo de los jugadores en el pedacito triangular de tela: Cejas, Chabay, Rulli, Cárdenas... Tenía siete años y creo que es mi último recuerdo del fútbol, el resto, si lo hubo, me parece que se hundió a la velocidad con la que me iba frustrando con el deporte. Claro que Rácing tampoco ganaba nunca, así que se armó una especie de complot para que me terminara de alejar. Al principio fue enojo, después fue mutando en desidia o ignorancia, una frialdad completa.
Cuando nació mi hijo menor, no entiendo cómo, se hizo de Rácing. La madre y los hermanos eran de Boca, pero él quería ser del mismo equipo que el padre. Insólito. Fue un juego en que lo tentaba para que fuera de mi equipo, en una puja contra mi ex. Así de sano era el vínculo. Compitiendo por el nene. Bueno, había ganado, pero claro, no para siempre. Me acuerdo que un día, tendría él cuatro años, vino llorando a verme: ¡no puedo más papi! Cuando lloraba los gotones le saltaban de los ojos y a mí me partía el alma. ¿Qué te pasa? Es que todos son de Boca y ya no puedo ser más de Rácing… Claro, el chiste se había terminado ahí mismo y lo dejé abandonar a mi equipo sin más. No había nada que lamentar, el milagro se había extendido por mucho tiempo. Siempre me sorprende lo fanático que es del fútbol. Me he llegado a preguntar si es realmente mi hijo, o si no le hicieron de manera secreta algún trasplante de genes.
Mi tío Ernesto fue quien nos convirtió. Los hermanos de mi mamá siempre tuvieron influencia y éste era el futbolero, el de barrio, el atorrante. Nos prometió el banderín, diciéndonos:
—Si se venden, es de ustedes.
Es cierto que era chico, pero recuerdo que me sentía mal con la oferta. No sé mi hermano, porque con él nunca lo hablé, pero a mí me daba culpa. Era una forma larvada de conciencia moral que me decía que no estaba bien abandonar al caído, correr tras el campeón, sumarse a la fiesta y dejar la bandera de origen. Huracán era un desastre, pero mi papá era de Pompeya, se había criado ahí, con sufrimiento y trabajo construyó un lugar en la clase media argentina, me daban de comer con el resultado de ese trabajo, y yo, pequeño traidor, ¿iba a dejar atrás el origen, la familia? Rácing estaba en los titulares, era campeón del mundo, había ganado al Celtic en Inglaterra y no sé cuántas proezas más. No me caía bien toda la cuestión, pero como buen argentinito corrí a los brazos del cuento del tío.

A la semana, estaba clavado el banderín en la pared de nuestra habitación, orondo. Cada vez que lo miraba, sentía que salía mi papá de adentro y con esa mirada que me congelaba me decía: por tan poco…

Ricardo Czikk, 2014.

lunes, 21 de julio de 2014

My Monster - Sarah

En English Corner los chicos crean sus historias.

Hoy te presentamos el monstruo ideado por Sarah y su descripción.





ENGLISH CORNER
El espacio en inglés para los chicos en Siempre de Viaje
Lugar: Guarida Literaria de Siempre de Viaje
Coordinación: Gabriela Tavolara
Dirección General: Karina Macció
@siempre_deviaje
Tel.: 4867-5964 // 15 36 82 46 25

lunes, 14 de julio de 2014

Ley Nacional de Abrigos - Cristina Inés Barraza

LEY
Decreto Número 23 reglamentario de la Ley Nacional de Abrigos.
Capítulo I
Artículo 1ro
Si el comprador del abrigo denominado en plaza como “Modelo Lezama“ fuera poseedor de un cuello extremadamente largo y ello produjera un resultado antiestético en su lucimiento, el fabricante deberá adicionarle al abrigo, sin, cargo, un botón adicional cuando el adquirente así lo solicitara. El incumplimiento de esta obligación podrá originar la aplicación al fabricante de una multa conforme las escalas que se consignan en el capítulo siguiente.
Articulo 2do

Se admitirá el uso en los sombreros masculinos de un cordón trenzado, en reemplazo de la tradicional cinta de seda, solamente en el caso de que el propietario lo utilice dentro de un colectivo y en horario de mañana.

Cristina Inés Barraza

Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje a partir de una consigna basada en el libro "Ejercicios de Estilo" de Raymond Queneau.


Horacio Coppola

domingo, 13 de julio de 2014

Ricardo Czikk - El fútbol (Segunda parte: El calvario)

El calvario

Sí. Me fui con el partido ya empezado. En la última parte ya no estaba muy atento. De por sí es medio colgado cuando hablamos, mira para todo lados como buscando conocidos, o muchas veces está meta relojear minas que pasan por la calle o que están entrando en el bar. ¿Querés saber de qué hablábamos? De fútbol, el tema del año cuando es el mundial. Le contaba algunas cosas, le explicaba de dónde me había nacido esa aprensión contra el deporte nacional. Ahora que te lo cuento, me pregunto por qué será tan difícil en este país tener una conversación en la cual no se hable del fútbol. Eso me recuerda algo muy divertido que aprendí: cómo hice de una pálida algo creativo.
Parte del calvario de no mirar partidos ni interesarse en el fútbol, es que la mitad de las conversaciones que podrías tener, en particular cuando estás con gente con la cual tenés una relación superficial, como por ejemplo en el trabajo y estás en el horario del almuerzo, es que no sabés qué decir. Es más, ahora que lo pienso, quizá fuera un gesto piadoso de mi parte. Cuando veo que encaran con el tema de los partidos del fin de semana, que últimamente son también durante toda la semana, me sentiría mal, como un traidor a la causa, si les dijera que no tengo ni idea, que no miro, que no me interesa y que no gasten “pólvora en chimango” conmigo. Pero la vida me dio un recurso, una inusitada habilidad para superar ese momento. Quizá fuera por casualidad, un día en que intentaba no decir que no tenía idea de los eventos y escenas del clásico Boca-River. Lo más probable es que haya improvisado unos gestos de asentimiento, como cuando estás en una fiesta y el volumen de la música no te deja oír lo que te acaba de decir el otro. Entonces para no frustrarlo le sonreís y asentís con la cabeza sin dejar de bailar en ningún momento. Al final, el otro cree que vos escuchaste y santo remedio.
Seguramente aquel día, el otro me haya contado una escena del partido. ¿Viste cómo se l
Leo Barizzoni
a puso en el ángulo? Un patadazo, una bestia el pibe. Yo decía que iba a ser una revelación. Imagino, porque lo sé, cómo debo haberme sentido. Habré respondido: ¡Claro! ¡Seguro! y encogiédome de hombros, acompañado de un gesto de asentimiento, mostré mi acuerdo pleno. Lo que vino después fue un Eureka para mí. Descubrí la verdadera pasión detrás de este deporte de cepa nacional y popular: la sordera argentina. Es cuando queremos decir algo, mostrando lo vivos que somos, lo pícaros que estuvimos y la inigualable capacidad que desplegamos y el otro debe admirarnos y hasta envidiarnos. No interesa qué opine, está allí sólo como excusa. El libreto no incluye su parte. Se trata de un monólogo asistido por un partenaire, quien debe cumplir su rol asistencial en la orgullosa exhibición del pavo, cuando despliega su penacho para exhibir las plumas coloridas que estima únicas y maravillosas. Mi descubrimiento es que no le interesa, nada, ni un poco, lo que el otro diga del partido y la escena del patadazo. Lo que quiere es seguir adelante, mostrar un poco más de su sabiduría casi oriental, mística y reveladora, acerca de lo que ha sucedido en cada rincón de aquel rectángulo verde rayado de blanco. Sólo estarán dispuestos a frenar si alguien se les opone, si el disenso asoma de manera provocativa para el pensamiento único. Ah, eso será como haber sido desafiado a duelo. El del patadazo -experto implacable- sacará su arma y limpiándola para que no le explote en la mano, comenzará a desgranar con vehemencia -casi en un grito- todos los fundamentos, evidencias y argumentos, que lo han llevado a sus científicas conclusiones. El otro, si lo siente necesario, se enroscará en el debate, a lo cual seguramente se sumarán otros. La misma vehemencia con la que nos enfrentamos políticamente sin entrar en razones. Todo es ataque, defensa y estocada mortal, que debe desarmar al enemigo.
Pero ¿qué te estaba diciendo?, pasa que en este tema tengo tanto acumulado, que me pierdo, me mareo y me voy por las ramas. Son años de rumiar, eso, no de pensar; masticar y masticar lo mismo, un chicle interminable que no pierde el amargor nunca, algo que no se tritura, que no trago. Ah, sí, que había encontrado la forma de manejarme en las conversaciones sobre fútbol. Claro, como te decía, lo que hago es usar interjecciones y gestos.

Mirá:
Ah, claro (levantando las cejas)
Si, uhhh (con una palma de la mano hacia arriba)
Nooo, no puede ser, ¿en serio? (hombros semilevantados y cara redonda como dándole forma a la o del no y del serio)
Pero, pucha, mirá vos (el gesto varía según la ocasión)

Ya con eso tenés el repertorio básico. Luego hago variaciones. Increíble, pero real. Siempre logro que el otro siga hablando, que se sienta bien, que no perciba nada de mi ignorancia y al cabo de unos minutos más, se va orondo, feliz de haberme convencido de sus argumentos irrefutables sobre el último partido, al que le dedicó todo el domingo a la tarde.
Igual te voy a confesar algo: creo que varios se dieron cuenta.
Hace ya tiempo que no me hablan más.


Ricardo Czikk, 2014.


viernes, 11 de julio de 2014

Virginia Janza - Minuto Magdalena

Una magdalena en mi cabeza, en mi mente es un muffin, de zanahoria, jengibre y nuez, con séster de naranja, me emociona, me pone la panza contenta, la panza hinchada de bebota, los rulos rubios y los ojos enormes en la cara, curioseando todo, yo bebé y vos bebé, caminaba con tacos altos azules por avenida corrientes, te cargaba, bebota gigante como eras, bella, Isabella, íbamos a buscar libros con tu mamá a lo de Gino, qué momento de alegría es traer un libro al mundo, verlo por primera vez, olerlo, sentirlo ser material, real, como un niño que cada tanto se anhela, y no se adivina, no se siente, crecer, en la panza que se hincha de a poco, y uno sabe que ya lo conoce, pero verlo, ese momento, la primera vez, que escapa y no vuelve, la sorpresa, la felicidad, instante eterno, y ese querer que dure toda la vida.


Virginia Janza, 2014. 
Para Minuto Magdalena, homenaje a Marcel Proust.


lunes, 7 de julio de 2014

Publicidad - Juan Manuel Garcia Bellande



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Una mañana al mediodía junto al STARBUCKS del parque Lezama tome la unidad de la linea 84 de GRUPO PLAZA. Estas unidades SCANNIA cuentan con televisores SONY y aire acondicionado CARRIERS. El ómnibus estaba casi completo en el fondo pude observar un hombre con el cuello largo, tan largo como un paquete de TOBLERONE que llevaba un sobrero CACHAREL con cordón trenzado, seguramente GRIMOLDI en vez de la habitual cinta de sedas DALI. Este individuo discutió con su vecino acusándolo de pisar sus zapatas GUANTE. Pero abandono la discusión al ver que se liberaba un lugar bajo la publicidad de ROYAL CARIBBEAN CRUCEROS.



Dos horas mas tarde, según mi reloj SWATCH, volví a verlo en la estación Once frente a la puerta del Mc Donnal's conversando con un amigo que le recomendaba subir el cuello de su abrigo YVES SAINT LAURENT haciendo subir el botón por algún sastre competente como GIORGIO ARMANI.

Juan Manuel Garcia Bellande



Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje a partir de una consigna basada en el libro "Ejercicios de Estilo" de Raymond Quenau.







Horacio Coppola

viernes, 4 de julio de 2014

Ricardo Czikk - El Fútbol (Primera parte: Pan y Queso)

Pan y Queso

Estoy cansado. Un poco harto. Lo digo: el fútbol me tiene podrido. Lo repito: muy. Sumo: me tiene recontra súper podrido. Empeora cuando son los mundiales, con esa avalancha de publicidades que me dan náuseas: con la pasión, el gol, ser argentino, el sabor del encuentro, el potrero, campeones, sponsor oficial... Mucho para tan poco. Pienso en cómo millones frenan su vida frente a la tevé, para que once tipos se lleven la guita a Europa, mientras les hacen creer que son recontra nacionalistas. Me pone de mal humor y espero que al menos vos me puedas escuchar sin prejuicios. ¿Qué soy raro? Puede ser, pero no creo que arrancando así, puedas escuchar. ¿Para qué están los amigos? Está bien, ya sé. Sólo un ratito, hasta que empiece el partido. Me banqué venir al bar para que encuentres buena ubicación en la platea del barrio, pero apenas arranque me voy, ¿está bien?

¿Por dónde empezar? Ya sé. Un recuerdo. Pan y queso. Sí, la ordalía, el acto decisivo, el momento más temible. Un lance entre caballeros a punto de jugarse el honor, la dama y el reino por una pisadita de más o de menos, en la que se iría la probabilidad de quedarse con los mejores jugadores. En ese instante me habría gustado hacerme vapor y zafar. Pero ya estaba ahí. Cuando estoy por acercarme a una mina que me gusta, siento el mismo pánico. ¿Escénico? Miedo atroz a fracasar y saberme perdedor antes de comenzar, terror a equivocarme y quedar afuera. Me acuerdo como iba languideciendo mi alma, mientras se achicaba la fila en la que estaba y crecía la otra fila, la de los ganadores que se preparaban para jugar. Sonreían, se estiraban, se tiraban la pelota, no aguantaban más la ansiedad. En invierno largaban vapor por la boca, como dragones que se alistaban para la batalla. Recién empezaba mi calvario: al dolor de ser no-elegido, sino haber quedado cuando ya no restaba nadie por elegir, se agregaría después la soledad de no recibir la pelota en la cancha Nunca, ¿entendés? Me ignoraban. Horrible.  No los acuso. Yo era malo, maleta como decían. Pero no les perdono haber transformado al fútbol en el único atributo para ser mis amigos. Me la tuve que bancar hasta que pude, más tarde, mucho más tarde en la adolescencia, cuando encontraría amigos que tuvieran piedad por los troncos como yo.
¿Sabés qué?, me acordé de algo más. Se me viene la cara de mi viejo, sí, pobre viejo. Pienso, puf, lo que la debe haber parido. Una imagen en blanco y negro. Él está tirándome la pelota en un parque. Me parece que es el lago del Rosedal, o Plaza Francia. Sí, es Plaza Francia, adonde íbamos a poner una lanchita en la pileta grande que hay, o había, no lo sé. Eso estaba bueno. Aunque me diera un poco de miedo que se mancara en el medio y no volviera, verla desplazarse a mi lanchita me daba un placer enorme. Soltaba amarras y me iba con ella. Navegábamos en las aguas quietas, dejábamos atrás a otras embarcaciones y por fin era libre. No importaba mi torpeza para los deportes. El agua me igualaba, me daba la posibilidad de moverme, de imaginarme campeón. Sé que no tiene lógica, que no competía contra nadie, pero igual me superaba, crecía en esa extensión marítima que me hacía sentir el Corsario Negro, un bucanero hábil a quien más tarde o temprano Yolanda de la Veracruz descubriría como el hombre valiente que era y se enamoraría de mí. ¿Qué te estaba diciendo? Ah, sí, de mi viejo. Que me pasaba la pelota. Pero sólo alcanzaba a verla cuando estaba cerca de mis pies. Entonces tiraba una patadita corta, inútil, mientras veía cómo rodaba, pasaba petulante ella, me ignoraba, seguía viaje y tenía que correr para alcanzarla más allá, cuando rodaba lejos y terminaba quieta, como si me estuviera reprochando que la hubiera dejado sola. El recuerdo es tan borroso como mi vista entonces. No puedo recordar con claridad la cara de mi padre, pero no quiero ni pensar en cómo debía sentirse. Su hijo varón y primogénito era un desastre para el fútbol. Él se había criado en Pompeya, donde el grupo se armaba jugando a la pelota. Imagino cómo se sentiría de verme tan desvalido para un mundo de jugadores, de valientes emprendedores de los potreros. La miopía me había desvalido no sólo para mirar, sino para andar como otros.
El fútbol es marca de argentino, de porteño y creo que nací en el lugar equivocado.
Ya empieza el partido. Me voy.
Ojalá gane el mejor. No siempre pasa. Te lo aseguro.



Ricardo Czikk, autor de Estuche Negro, Viajera 2010.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.



miércoles, 2 de julio de 2014

Declaración de amor - Cristina Inés Barraza


Declaración de amor
Nunca imaginé que me enamoraría de esta manera de alguien que conocí en un colectivo. Esa mañana de invierno el destino nos unió en la parada del colectivo 168, en el Parque Lezama y desde ese momento hasta hoy no puedo dejar de pensar en vos. Te amo con locura, me encanta tu manera de ser, de hablar, de vestirte, esa forma elegante con que llevas la ropa. Hasta me enamoré de ese cuello tuyo tan largo que te hace tan diferente, de la manera en que prendes tu abrigo y de tu audacia para usar ese raro sombrero con cordón trenzado que siempre llevas puesto cuando viajas. Espero ansiosa cada día a que nos encontremos para nuestra charla de viaje y por qué no decirlo estoy deseosa de que me invites a salir para conocerte con más profundidad, e intuyo por lo poco que hemos hablado que sos la persona inteligente, cálida y afectuosa que imagino .Siento además, desde el comienzo de esta corta relación que puedo confiar plenamente en vos. Ojala lo nuestro se transforme en la historia de amor que presiento viviremos. Espero que este mail no te tome de sorpresa y que sientas por mi algo similar al amor que yo siento por vos. Te amo. Lucila.

Cristina Inés Barraza

Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje a partir de una consigna basada en el libro "Ejercicios de Estilo" de Raymond Queneau.



Horacio Coppola