domingo, 31 de octubre de 2021

Ventana a la escritura 408: especial Halloween

 

Es viernes 13 y todos los bares me esperan
hoy es noche de brumas
la noche de los corazones herejes solitarios
es viernes 13
los bares me esperan y yo te espero a vos
hace años espero que te hagas hombre
que vengas a buscarme
que me recibas que me alojes que me invites que me escuches que me sepas llevar que me guíes me ames me incendies y me cremes que me esparzas en el mar que me hagas piedra mierda infinito instante suspendida en el aire

quiero salir de este fondo de barro y arena en el que estoy metida
quiero salir de esta cueva telarañosa llena de caca de murciélago y olor a rata muerta
quiero salir de este silencio eterno afuera del espacio donde no floto ni respiro
quiero salir quiero salir quiero salir quiero salir quiero salir
y aunque repita las palabras no se vuelven conjuro 
no se vuelven y me miran y se tientan de lo ridículo de esta situación
de lo ridículo de que yo esté encerrada un viernes 13 esperando que este año esta maldición esta maldición esta puta maldición se termine

es noche de brumas
hoy quiero perderme en mí 
en mis propias cavernas 
no quiero pensar en vos y desearte el mal
no quiero desearte mal
no quiero desearte
es viernes 13
ya hice muchos calderos
por esta vida hice muchos calderos
y los herví y los bebí y me los volqué encima y nadé adentro de la sopa inmunda de ruda lechuza ron y cascabel 
y comí coco arroz y maíz blanco para obdalá para oshún y para emanjá
y los hombres a los que quise siempre me quisieron
siempre me quisieron
pero nunca son suficiente
nunca un hombre alcanza un solo indefenso hombrecito nunca es suficiente para este amor este amor este amor este amor
que empieza en el bajo fondo que me brota del pecho y la lengua fría que amaso con las manos calientes de mujer bruja mujer bruja mujer
ayer soñé que mataba una araña y esa araña eras vos
ayer soñé con arañas y gallos negros
hoy es viernes 13 y tengo miedo 
tengo miedo
de que el conjuro no llegue
de que la maldita sea yo


Virginia Janza.

Foto: Anka Zhuravleva
#ankazhuravleva


Propuesta de escritura para hoy:

-Pensar un embrujo para enamorarse.

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sábado, 30 de octubre de 2021

María José en Ventana a la escritura

 Las alas del deseo

de Wim Wenders

*

cuando la niña era niña 

no existían las temblorosas incertidumbres

vivía prendada del paisaje de la siesta

de su silencio tibio

cuando la niña era niña 

los temores eran más elementales

el trueno, lo oscuro, el infierno

las preguntas, otras

si el novio de la vaca era el vaco

o cómo sabemos que el rojo 

se llama rojo y no amarillo


*

una mirada de tinta advierte esos destellos

volviéndolos decibles

invisible sobrevuela

sostiene el pecho acongojado

inclina el oído

observa

y yo lo veo mirar


*

sostuvo su cabeza hasta que llegó el auxilio

mientras tirado en el asfalto 

repasaba todo aquello que no arriesgó por miedo


vio el asombro del profesor 

ante la explicación del estudiante 

sobre cómo crecen los helechos


pero también su reverso


encontró un viejo que leía Odisea a un nene

y advirtió un detalle:

el chico, deslumbrado, dejó de pestañear


*

ahora estás sola en la quietud nocturna

tu corazón todavía late y vos llorás

lloras como una nena chiquita porque

no sabes muy bien por qué

imágenes que aparecen como promesas

que nadie hizo

tenés un poco de miedo pero ya se fue

va a volver

no importa


*

¿acaso vos me susurraste

palabras aladas en el oído?


ahora veo un ecosistema otro

que fluye entre todo lo viviente


una serenidad de agua

nueva lectura sobre la sed



María José Medei, 2021.

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Foto: Anka Zhuravleva
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viernes, 29 de octubre de 2021

Ventana a la escritura 407: especial Halloween

 

Voy a hacer un embrujo
no tengas miedo
es magia blanca
un hechizo que aprendí en mi niñez
se escribe siete veces
el nombre completo
de la persona 
que se quiere enamorar
Por ejemplo: Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza Virginia Lourdes Janza
luego se dobla el papel también siete veces
se lo guarda en una tapita
hay que cubrirlo con miel y algunas especias
y enterrarlo
una noche de luna llena
en el fondo de una maceta
nunca falla
funcionó con Damián Otero, Charlie, Porcher, Guido, Matienzo, Beto, Maxi, Ariel
todos enamorados
eso sí, una vez que se hace no se puede deshacer

Voy a hacer un embrujo
no tengo miedo
voy a escribirlo
y a enterrarlo
esta vez 
estoy segura
la que se va a enamorar
soy yo



Virginia Janza.

Foto: Anka Zhuravleva
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Propuesta de escritura para hoy:

-Escribí / hacé un embrujo.

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jueves, 28 de octubre de 2021

Ventana a la escritura 406: roces de sábanas

Una luna. La luna. Asiste.

Un cuerpo se incorpora hasta alcanzar la posición de sentado sobre el respaldar de la cama.

Los cuerpos, dos, brillan, por efecto de la luminosidad, tenue, exangüe, que irradia el extremo del cigarrillo. 

Sonido producido por el entrechocar de hojas movilizadas por el viento.

Crujidos.

Roces de sábanas.

La brasa del cigarrillo desaparece, luego de ser conducida hacia el cenicero.



Jorge Hardmeier, "Arquitectura antigua" en La erótica del relato.

Foto: Anka Zhuravleva
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Propuesta de escritura para hoy:

-Contá un momento de silencio compartido por dos.

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miércoles, 27 de octubre de 2021

Nicolás en Ventana a la escritura

 



Estirada en la cama 


Ella


Morena


Estirada en la cama junto a las brasas


Lacio pelo 


Reloj de arena


Piel oliva 


Contesta brusca mi inocente pregunta


Después de haber acariciado inocente

                                                                        mi cansada espalda.




Nicolás Rossi, 2021.

Foto: Anka Zhuravleva
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martes, 26 de octubre de 2021

Ventana a la escritura 405: octubre

 


Octubre

no tengo más que un fósforo para toda la noche y es octubre
un caballo cansado que me pasa la lengua por el pelo
un harapo de miedo
la edad que se articula en su tamaño
y se inserta otra vez por el aro del mundo
siempre en octubre vuelve y no trae palabras para mí
trae un silencio impuro sobre la boca cruda
y el beso que deseo
es apenas cadáver del consuelo
vuelco en octubre
soy tiza en la pizarra de sus ojos
y enhebro en la plegaria dijes de fantasía
muñequitas desnudas cuando llueve en octubre
cuando salgo a golpear por mi ración
y regreso a la cama con un vaso de leche
donde su gota de mercurio
brilla



Laura Yasan, Tracción a sangre.



Propuesta de escritura para hoy:

-Escribile un poema a octubre.

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lunes, 25 de octubre de 2021

Nicolás en Ventana a la escritura

 Ríe

Contra la corriente

y te imaginé hermosa riendo para no llorar 

el sol sabe acariciar, yo soy su discípulo 

una línea no, una línea más, un hilo que recorra desde tu boca

frescura glacial, quiero 

abren mis ojos tus manos frías

los cierra el viento cálido que trae

tu voz.


Nicolás Rossi, 2021.

Foto: Anka Zhuravleva
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domingo, 24 de octubre de 2021

Ricardo en Ventana a la escritura

 

Ellos y yo


A ellos los reconozco enseguida, porque son no yo.

En la escuela ellos salían al recreo gritando con la pelota en la mano, yo salía al patio con temor a que me invitaran. 

Ellos volvían transpirados de correr, yo me había quedado quietito en una zona del patio donde no me vieran.

Ellos se burlaban de mi torpeza, yo me refugiaba en mis fantasías heroicas. Ellos no me elegían en el pan y queso, yo tampoco los hubiera elegido a ellos porque eran malos y yo los iba a dominar en la siguiente escena de la novela de Julio Verne. Pero nunca llegó.

Ellos entraban los lunes a clase hablando del partido del domingo, yo que no había mirado fútbol aprendí a poner cara de interesado. Yo sabía que a ellos les interesaba más hablar que escuchar, y yo me aprovechaba de esa debilidad. 

Ellos me preguntaban si estaba avivado, yo me callaba y secretamente esperaba que el Corsario Negro o Sandokán me rescataran del aprieto. 

Ellos hablaban de levantes, yo del amor. 

Cuando crecimos ellos se ufanaban de los asados del domingo, yo de quedarme en casa leyendo algún libro. Pero, claro, no se los decía.

Ellos van contentos al obelisco por Maradona Messi y la Copa América, yo los veo en los noticieros cuando están ahí saltando. Alguna vez me pareció que fueron los mismos que salieron a vitorear al gobierno que invadió a Las Malvinas, yo recordaba con bronca que días antes en esa plaza habían reprimido con bala y fuego a una manifestación pidiendo democracia. 

Cuando tuvieron hijos los vistieron con una camiseta de su club de fútbol, yo los llené de cuentos y de libros. Lograron hijos futboleros, a los míos apenas pude hacerlos lectores. 

Yo quise llevarlos a mi terreno, ellos me marcaron la cancha.

Yo siempre me sentí nacido en el país equivocado, ellos eran sus dueños.

Hablan de negocios, y yo trato de subirme al juego. Saben de la economía argentina y mundial, dan recomendaciones, mientras espero que por fin cambien de tema.

Ellos cantan el himno con el pecho inflado, yo me pregunto sobre mis verdaderos arraigos.

Ellos tienen certezas a montones, yo un sinfín de dudas.

Ellos me catalogan, yo hago lo mismo (pero me creo mejor).

Siempre fueron mi deber ser, yo me entretuve en mi sinsentido originario.

Ellos son míos, yo me resisto a ser de ellos. 

Yo me tiento con ser ellos. A ellos no les mueve nada mi yo.

Yo me creo su víctima, pero ellos se sienten vapuleados por mis silencios.

Sin ellos, no estoy seguro si sabría quién soy yo.

Se abrieron a mí, yo me oculté y me especialicé en descifrarlos.

Como estoy seguro de que ellos no leerán esto, puedo seguir creyendo que yo soy mejor que ellos.

¿Se enojarían por esto que digo?

Seguramente se reirían mucho preguntando por qué dejé pasar tanto tiempo sin pedirles que me aceptaran. 

Ellos me definen, yo me indefino.




Ricardo Czikk, 2021.

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Aydoğdu




sábado, 23 de octubre de 2021

Gabriela en Ventana a la escritura

 


                      *                                                                

                Vendrán sin tiempo

                                                     luces doradas

                            caen destellos

                                                   los espero en este colador de cuerpo.


                                                     Lápices de alfileres dibujan sobre mí.




Gabriela Orlandi.

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viernes, 22 de octubre de 2021

La mesa está servida * Ricardo Czikk

 La mesa está servida


Son cuatro los chicos sentados, se ven tres y sólo dos se destacan. Fuman y no deben tener más de ocho años; tragan el humo y lo retienen en sus rostros de bocas redondas y carrillos inflados. Su papada de viejos les da un aire contradictorio, algo que no cuaja. Hablan con soltura, apoyados en una mesa vacía, con apenas unos vasos, vacíos, que recorren la distancia entre ellos. Tienen una posición estratégica dentro del perímetro virtual que forma el bar en la vereda, sus sillas casi sobre el cordón, como si estuvieran listos para escapar en cualquier momento. No quieren llamar la atención, hablan bajito. 

El aire está fresco, el otoño ha llegado con una humedad que se agolpa entre las hojas pisoteadas en una capa sincrética amarillo-ocre-verde que hace resbalar a los incautos. Las mesas allí fuera se aproximan en una geometría difícil de descifrar, las sillas van por la suya, desordenadas y la vereda está invadida por el murmullo rumoroso de ruedas lentas y tránsito angostado de barrio. 

Las mozas ritman el movimiento con sus bandejas oscilantes de cafés y platos, bebidas y cubiertos. Bailan la danza de la sonrisa alquilada, mueven las piernas sin alterar el cuidadoso orden con que ha salido todo desde la cocina, se acercan al borde de las mesas, flexionan sus cinturas lo suficiente para bajar lo que llevan, aunque no tanto como para invadir a los comensales y dejan entrever apenas la cadera emergente debajo del nudo que ciñe al delantal. Así las mozas son la savia viva que atraviesa la lábil frontera entre el exterior y el salón; inspiran fuera para llenar sus pulmones para expulsar el aire fresco al entrar, en un sutil bufido de repudio ante el encierro que el local les provoca.

Juega con la reluciente tablet blanca el niño de diez años, Joaquín -insisten con su nombre repetidas veces quienes a todas luces serían sus padres- para que levante sus ojos. Que basta, que no puede ser, que en la mesa no. Ya es hora de pedir la comida. No sea cosa que, como siempre, termines dejando la mitad en el plato, y se desate la batalla campal silenciosa y tensa de ojos acusadores que surcan la mesa y se embisten con furia, que Joaquín conoce ya de memoria. Se retrae aún más en su jueguito, pero está atento a los próximos instantes en que se pondrá en marcha la esgrima filosa y sentirá nuevamente ser el culpable de desencadenar el infierno cotidiano. No querría ser hijo único, pero no le queda otra: debe cargar con la abrumadora tarea de ser testigo y motor de esa eterna y rediviva epopeya. Por todo y a pesar de ello, decide resistir un poco más y solo mira de reojo, hacia la izquierda.

Le parece que son cuatro, ve a tres, pero solo dos humean, fuman, piensa estupefacto y expande todo lo que puede el ángulo visual para ver con claridad a través del ventanal que va de pared a pared. Conversan entre ellos al tiempo que con un compás inaudible levantan y bajan la cabeza para cambiar algunas palabras con la moza que Joaquín confunde con Liliana. De cabello rizado, colita rubia, redonda y pulposa, parecida sí a ella, pero claro no es su profe de guitarra a la que espía, un tanto embobado y otro poco avergonzado, a través de su escote. Estas se exponen menos. Pero Liliana, ay, mientras le enseña acordes, su vista es y no su oído lo que se aguza. Aprende mucho más de ese cimbrar de sus pechos a través de la remera, que de los rasguidos y tonos a incorporar. Estas mozas le recuerdan como la percibe en la misma guitarra: su madera suave y lisa es la piel que emerge de las mangas cortas en verano, la cintura es esa curva para apoyarla en las piernas, la boca desde donde sale el sonido, son sus labios formando la o del do, del sol, de las zambas. La toma con suma delicadeza porque aprendió que se llama alma de la guitarra, ese punto donde el pulgar aprieta para que los otros dedos saquen los tonos; rasguear es acariciar; afinar es hacer que su finura emerja. Un universo femenino se expande ante si cuando mira aquel instrumento.

Pero vuelve sobre sí, porque ahora una marea ascendente de envidia desde las tripas adviene, toda mezclada con rabia, adquiere visos de impotencia y finalmente se hace celos que preferiría no sentir. Le resulta inadmisible que esos estén ahí. Es ofensivo. Lo desafían a que sostenga el gesto postergado de volver la mirada y jurar que comerá todo el plato. Siente que de un instante al otro el mundo ha cambiado su tono, que la grisura del día y el amargo ciclo de largos fines de semana podría ser diferente. Esos serían merecedores de la frase que le parece estar escuchando: mirá vos, tan chicos y fumando, pero qué padres pueden dejar que algo así pase. Así diría su abuela de estos héroes renegados, ejemplo de nada, pero que sin embargo le hacen un cosquilleo pertinaz que lo impulsa a querer pararse y correr hacia ellos, pedirles que lo inicien en ese estar despreocupados, con poco, entre humos, sabiendo de mujeres. Se ve con la mochila de la escuela como única pertenencia, ágil, pero sin nada, perdido, solo y le viene miedo al cuerpo. 

Justo en ese instante un dolor agudo y breve, como un aguijón, un shock lo trae de regreso. Me acaba de tirar del pelo. Cerró el ángulo, volvió la vista a la mesa sin dejar de pasar por la Tablet, quizá no se dieran cuenta por donde anduvo ni qué sintió, para subir los ojos y ver como aquella mano se retiraba de su cabeza y las uñas largas se extendían sobre el mantel. 

La mesa está servida.

No gimotea, no hace escándalo. Esta vez, diferente a todas las anteriores se queda callado, mirando fijo. A los ojos. Sin rebeldía ni desafío, como templado, y lo que siempre había sido culpa se volvía vergüenza ajena, pudor por sus padres que así se exponían. La madre le clava de regreso una mirada fría celeste y almendrada , mientras el padre como era de esperar, Joaquín estaba seguro de ello, vagaba con sus ojos por la cadera de alguna moza. 

Entonces su cabeza dejó atrás el punto donde había estado la mano que lo dañó, y en su lugar emergía una agradable sensación en el pecho, parecida a la que le viene cuando se sumerge para nadar en el agua tibia de la piscina del club, el instante que le encanta, cuando empuja la pared con los pies y despedido hacia el fondo se siente muy suave y libre.

Una leve sonrisa se dibujó en sus labios y sin decir una sola palabra comenzó a comer.  

Para cuando volvió a mirar de reojo a través de los ventanales, la mesa estaba ocupada por otra familia. Le pareció, eso sí, que era muy parecida a la suya.



Ricardo Czikk, 2021.


Aydoğdu


jueves, 21 de octubre de 2021

Magdalena en Ventana a la escritura

 


POEMA DE AMOR

Hay dos kiwis en la panera de mimbre
la luz del velador recae
tierna
sobre mis dedos
al teclear.

Humea el tabaco.
El sabor del mate
debajo de mi lengua, la ciudad  
su frenesí de pies y ruedas
afuera.

Hay dos kiwis en la panera de mimbre
los compraste para mí, la tarde
se va yendo
con sus fragmentos de otoño.

Vas a llegar
de un momento a otro
en la cama mi gesto te espera, pienso

¿es esto el amor?



Magdalena Carranza.

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miércoles, 20 de octubre de 2021

Cecilia en Ventana a la escritura



Hay palabras redondas,
como mundo,
como hueco,
como sol.

Hay palabras que acompañan,
como luz,
como perro,
como sombra.

Hay palabras que lloran,
como lluvia.

Hay palabras amargas,
como tónico,
y difíciles,
como lo siento.

Hay palabras grandotas,
como castigo,
o como grito.

Hay palabras que ríen,
como agua, como circo.
Y las hay tristes,
como fin.

Hay palabras y palabras.
Hay las que se dicen
y las que se callan.
Hay las que duelen
y las que alegran
y las que abren puertas
misteriosas.


Cecilia De Roggero, 2021.

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Foto: Anka Zhuravleva
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martes, 19 de octubre de 2021

Magdalena en Ventana a la escritura

 


DEL OTRO LADO DEL ESPEJO


Ella me espera
paciente
envejeciendo, no
se ve en sus ojos

el tiempo.


Pupila adentro
punto negro
lábil
ininmutable, no
se ve otra cosa más que

eternidad. 




Magdalena Carranza.

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viernes, 15 de octubre de 2021

Marta en Ventana a la escritura


Oxígeno


Me falta el aire, intento pero no puedo respirar hondo. Mi corazón palpita acelerado. 

Procuro ocultar lo que me pasa, me cuesta seguir la charla y responder dignamente. 

Es la primera vez que lo veo desde aquel día.

Como se fue aparece, después de un año. Me lo encuentro ahora en la escalera de la facultad. ¿Acompañado por una novia?

Mis amigos se adelantan, yo quiero correr hacia ellos para poder respirar. Sin embargo sigo aquí disimulando.

Saludo, besos, charla mínima. Lo justo para no morirme. 

Adiós.




Marta Lojo, 2021.

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Foto: Anka Zhuravleva
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jueves, 14 de octubre de 2021

Virginia en Ventana a la escritura

 


Temporada de alcauciles
digo
y me suena mejor que
temporada de perejiles
por ejemplo
o de zapallos

Los alcauciles son seres
a los que hay que pelar
de a poquito
se les quitan sus capas
se los mima con ungüentos de óleo
y se los chupa
devora
arrastra
despacio
bocado a bocado
triza a triza
hasta llegar al corazón



Virginia Janza, 2021.

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Foto: Anka Zhuravleva
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Fernando en Ventana a la escritura

 


Me pregunto si las palabras serán el único recurso que tengo en esta vida para sobrevivir, como si fuera uno de esos juegos que tanto odiaba de chico: ganar o eliminar al otro. A lo mejor, usar las palabras tiene algo de eso. Hablar es alejar y acercar a alguien. Todo depende del uso milimétrico que se le de a cada letra conjugada que sea pronunciada de la boca. A veces quisiera decir palabras de amor y me salen palabras mutiladas, torpes o rengas. Otras veces quisiera censurarlas y solo vomito palabras envenenadas que me intoxican más a mí que al otro. 

¿Será entonces que las palabras tienen vida propia?


Fernando Capece, 2021.

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Allegra en ventana a la escritura

 

Algunas palabras tienen vida propia, se escapan de los labios y se desbordan al momento de abrir la boca. (No creo que sea una mala cualidad, las personas que se desbordan de palabras son las más interesantes). Es fácil notar cuando alguien no controla sus palabras, si observás detenidamente podés verlas salir de su boca, como un río que fluye en dirección a donde lleva la corriente, a toda velocidad, empapando de conocimiento, alegría, temor, tristeza, ternura, ignorancia, mentira o verdad a cualquiera que se cruce con ellas. 
Algunas personas creen que dominan las palabras, sin embargo esto no existe, son ellas quienes nos dominan, un río en constante movimiento que nunca se seca y acaba arrasando con todo: las palabras suelen ser la forma más eficiente de lastimar a alguien. 
A veces son como perros de pelea que atacan a sus víctimas, pero otras pueden ser como gatitos que ronronean cuando los acariciás. Me gusta poder adoptar a esos animalitos y agregarlos a mi vocabulario, trato de llevarlos conmigo. Aunque es difícil protegerlos de esa gente que busca robarse tu manera de hablar, ya que las palabras son ingenuas, van y vienen, si no las cuidás lo suficiente, cualquiera podría fácilmente transformarse en vos o peor, podrías terminar convirtiéndote en uno más, una de esas personas sin empatía, que simplemente existen y no les importa nadie, sin memoria, sin propósito.

Allegra Trentalance, 2021.
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Foto: Anka Zhuravleva
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miércoles, 13 de octubre de 2021

Jardín * Magdalena Carranza

 

Jardín

Un amor
un amor

concibió

un jardín 
un jardín
primitivo

tu jardín


mejor no hablar
en la madrugada

flores
que no están

arabescos
y cucharas de abuelas

yuyos
hierbas
insectos
bichitos

mi jardín.


Magdalena Carranza.

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martes, 12 de octubre de 2021

Gabriela en Ventana a la escritura

 


La Reunión 



juntarnos es 

aglomerarnos 

amontonarnos 

en este juego de palabras 

en esta sexualidad hecha de palabras

obscenas 

me tiento 

quiero preguntar 

juntarnos ¿es amarnos?

no 

habitamos

dos líneas luminosas 

dos líneas oscuras

la acumulación 



ahí en el medio 

nuestra debilidad 



unión

entre cielo y tierra

s o m o s 

templanza



ofrendas y ataduras

sacrificio y logro

abnegación y serenidad

¿y?

a veces

locura 

me entrego

cristalina

me detengo servicial 

adicta

deseante



un rey camina 

nos reunimos en el imprevisto

me vuelvo templo 



si llamás podrás volver a reír

dice

si buscás podrás volver a encontrar

dice

otra vez 

entre cielo y montaña 



me dejo llevar al centro

el centro

no ha variado

todavía 



juntarnos bajo suspiros 

juntarnos bajo gemidos

arriba está lo suave 

abajo está el lamento



él 

aún 

no 

tiene 

paz 




Gabriela Aristegui, 2021.

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Foto: Anka Zhuravleva
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