sábado, 19 de octubre de 2013

"Nunca me faltes", de Axel Levin


Vincent Van Gogh. 1885.

Nunca me faltes

En torno suyo, como una reliquia mágica guardada no se sabe dónde, se hace sentir una sabiduría emanada al aire. Lo carga con tono bonachón, gracia de animal de campo. Se queda ahí quieto, sin muchas pretensiones, haciendo lo que sabe: ser parte del momento, acompañar.
Uno lo ve disfrutar la caricia, el pasaje de mano en mano, la complicidad del movimiento, llevar el ritmo como en un ritual. Esa calidez única, casi humilde, de quien lo recibe, lo cubre con las dos manos y aguarda el tacto, la espuma humeante que augura el sabor amargo en el paladar. En los días fríos, la conexión es aún mayor. El ansia se siente, la bendición está implícita, y los sentidos se abren, dan las gracias. No hay necesidad de hablar.
¡Cuánto disfrute! Te llega hasta la piel, altivo pero sereno, la sonrisa más satisfecha que pedante. Se le sale lo gaucho aunque no lo pretenda mostrar. Sin reproche, sin demandarnos nada, solo gozando de ese estar que lo convoca.
Tanto solo, o con demás gente, el muy guacho logra que la atmósfera se vuelva tierna, tranquila, como su espíritu compañero. Me hace sentir esa cosita de cuando le doy un sorbo bien temprano, el día todavía sin empezar. O entrada la tarde, dejando estirar las luces, el descanso de la merienda, sin ningún apuro.
Nació de la tierra y eso me emociona. Lleva el gusto de su realidad como un animal asumido, vagando por ahí, paladeando su existencia. Pura calabaza, calabacín orgulloso, color madera claro, tamaño justo. Tiene tatuado un árbol negro, las ramas se extienden por las curvas y hacia arriba, buscando el final, el borde redondo. Parece el cuerpo de un volcán, tallado en venas oscuras. Los pájaros vienen de lejos, vaya a saber uno movidos por qué, planean en círculo y finalmente llegan, obtienen un refugio.
Una cebada y otra: el parque el fin de semana, estudiar en las mañanas libres, una ronda con amigos, el hueco en el laburo, llevarlo a la facultad, a una actividad y a otra, o bien para escribir algo, leer una novela, invitar a quien sea a juntarse.

Mate, matienzo, matecito mío, por eso te quiero, por eso.


Axel Levin, 2013.
Producido en los talleres de Siempre de Viaje.

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