Amor, río dulce y feroz,
decido
nadarte.
Amor, yo te conozco.
El sol baila de este a oeste
una
y otra vez
mientras tanto, vos fluís –
siempre.
Nadamos, todos, en tu cauce.
distintos estilos.
De todos me gusta el pez colorido y
alegre
-el más fuerte-
que roza mi piel
y me abraza completa
y me hace reír y estallar.
Después nado con él
tus aguas calientes y violentas.
Les temo pero me atraen.
Y deseo nadarlas a pesar de todo.
Otros soles más suben y bajan.
Tu agua decrece.
y una ola me arroja en la orilla.
Esto es deriva, ya la conozco también.
Viene después del amor.
El sol, con vueltas y vueltas,
sanará mis heridas.
Y cuando haya sanado,
y haya olvidado,
regresaré
y volveré a nadarte.
Cecilia Mocnik
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje
Thomas van der Zaag |
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