lunes, 30 de diciembre de 2013

Siempre de Viaje en el diario Clarín

Siempre de Viaje entre los sitios para abrirse a la escritura en Buenos Aires

La oferta es amplia y variada. Buenos Aires es una ciudad donde muchos de sus habitantes sueñan con desarrollar una veta artística, como puede ser la escritura, y los talleres literarios aparecen como un lugar desde el cual poder desenvolverse mejor en el mundo de las Letras. Sin embargo, no todos llegan a esos encuentros atrás de un mismo objetivo. 

“La principal motivación por la que se acercan es que quieren desplegar su escritura: son personas que escriben o han escrito en su vida, pero no tienen con quién compartirlo desde un punto de vista crítico. Buscan un lugar donde puedan leer lo que escriben y tener una devolución que les permita desarrollar con más seguridad lo que quieren decir, o incluso descubrir qué quieren decir y cómo”, sostiene Karina Macció, Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, y creadora de “Siempre en viaje”, un taller de lectura y escritura de poesía y narrativa, que funciona en el Abasto, pero que también vence a la distancia y se dicta por Skype.

Para Juan Morris, secretario de redacción de Rolling Stone Argentina, en cambio “casi todos empiezan como una forma de terapia: el 0,1 por ciento quiere dedicarse a escribir, el resto sólo quiere vivir mejor, tratar de sentirse menos alienado, desarrollar un costado creativo. La escritura para ellos es la forma de abrir un canal expresivo hacia sí mismos, una forma de autoconocimiento”, sostiene, quien coordina un taller de escritura creativa y crónicas periodísticas.

Paz Azcárate vino a Buenos Aires desde su Lobos natal para estudiar Ciencias de la Comunicación en la UBA, y paralelamente a su carrera, aprovecha la oferta de cursos y talleres. “El último que hice duró un trimestre, una vez por semana. Lo que más me gustaba es que producíamos todo en la clase, lo compartíamos en el momento, y lo que salía era un poco más ‘espontáneo’. Eso de alguna manera te permite superar algunas trabas del proceso, como darle muchas vueltas a un asunto y quizás terminar abandonando el texto. Por otro lado, antes me costaba un poco mostrar lo que escribía, y la dinámica del taller te obligaba a hacerlo, entonces en ese sentido puedo afirmar que conseguí lo que buscaba cuando lo comencé”, se sincera.

A pesar de que nunca sobran los cupos en los grupos, existe de parte de ciertas personas algún recelo sobre los cursos. “Tal vez no un prejuicio, pero si existe la idea de que los talleres no sirven. Hay algo cierto: no todos nacen para jugar al fútbol, no todos nacen para ser abogados, y la literatura no es una excepción”, sentencia Hernán Isnardi, director de “La máquina del tiempo”, una revista de literatura que tiene más de quince años de vida, y además coordinador de talleres de lectura y escritura de poesía y narrativa. “Hay gente que nunca va a aprender a escribir literariamente. Pero creo que el taller es el lugar para saber que no, o para despegar y proyectarse”, asegura.

En ese sentido, Maccio cree que existe algún recelo para con los talleres dentro del ámbito literario. “Hay muchos escritores que no creen en hacer taller, hay muchas personas que piensan que cambiará su escritura de una manera que ellos no quieren, que impondrá un estilo ajeno, probablemente el del coordinador. Pero en mi caso, creo que el taller cambia tu escritura en tanto la experiencia de realizarlo te cambia a vos mismo. El grupo hace que la escritura sea menos solitaria, más abierta, más lúdica, más arriesgada, porque nos permitimos probar cosas que solos no nos habríamos animado o ni siquiera se nos habría ocurrido”, agrega.

“El mundo de la literatura acá es tan chiquito, que asumo que está lleno de recelos”, sostiene Morris, “pero lo más importante, lo nuclear del taller, es encontrar que tiene para escribir cada persona, qué tiene para contar que nadie más pueda contar, lo que vienen a sacarse de adentro. Y a partir de ahí, el trabajo es profundizar desde dónde sacar la escritura. Es como encontrar un pozo de petróleo: empieza a salir un chorro con mucha fuerza, que estaba ahí guardado. Después, obviamente se calma, pero es impresionante al comienzo”.



Mirá la nota completa en Clarín del 26/12/2013:

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