miércoles, 29 de enero de 2014

Virginia Janza se inspira en Mueck

Me pedís que te acompañe, que vaya con vos, que te siga, que te escuche, que te ponga gotitas en los ojos, Andrew, mi amor, me pedís las pantuflas, la camiseta, dónde está mi traje de baño, gritás, y yo te hago el bolso, cada día más lento porque estoy un poco cansada, Andrew, te di mis mejores años, casi toda mi vida, juntos vivimos tantas cosas, cuando Josephine quedó embarazada y me obligaste a llevarla al sanatorio para no sentir la afrenta familiar, después Jos estuvo tan triste, me esas pastillas, ¿te acordás?, pero vos le metiste los dedos en la boca y la obligaste a largar todo, menos mal, Andrew, que siempre fuiste un hombre de reacciones rápidas, y aquella vez cuando Ralph nos dijo que se iba a vivir a Oslo, porque se había enamorado de una noruega, y vos nunca le creíste, Andrew, me decías que mejor que se vaya, que seguro Ralph se iba detrás de un noruego, todos tenemos nuestros deslices, vos a veces sos un poco severo, Andrew, me pedís que no levante la voz, que en la casa haya silencio, ni música nos dejabas escuchar, como para que los chicos no se quisieran ir rápido, tan pronto se fueron, ahora ya ni hace falta que grites porque alguien se rió fuerte y te despertó de la siesta, yo últimamente me canso y camino lo menos posible, me cuesta seguir el hilo en los libros, así que cada vez leo menos, me siento horas en el porche a escuchar el sonido del viento, el murmullo de las hojas al sacudirse, tan vivas, y recuerdo a Josephine, siempre me pregunto por qué lo intentó de nuevo, esa vez que vos no estabas en casa, y la encontré yo sola, tirada a los pies de la cama, quise imitarte, sacudirla, hacer que ella vomitara, pero yo nunca tuve tu rapidez en las reacciones, ni tu fuerza, Andrew, ni tu fuerza.


Virginia Janza
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje



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