domingo, 27 de abril de 2014

El gaditano, de Alicia Beatriz Álvarez

Tarde de mayo
limón
cobre y púrpura
sus velos
partido el Guadalquivir
espiga de oro
la torre
en la alquimia de su plata.
 
Antonio Cirino

Brisa de naranjo aire
roce dedos de mujer
de tu hermosura
atontada
que llora por soleares
la Triana de los puentes.

Todo te sitia
circuye
ciñe y ata.

Príncipe nazarí,
navegas el abandono
el río de la amargura
camino
pasión y espina.

Pensamiento deseo
barcaza de capricho
amarrado va tu nombre
encallado
madero luna en su puerto.

Bajo tus pies, gaditano
la prisa que lleva alas
es tu paso que se obstina
ondula en los adoquines.

Santa María de Cádiz
luna de la Santa Cruz
la marea se desgarra
al olvido que te pesa
sobre tus hombros de olivo.

Ella espera
balcón de glicinas
blusa desanudada
sus senos
azahar custodio
por el giro de la falda
de volados y de seda
bolillos de soledad
donde se hila la demora.

Tus toscas manos
sensibles
por el tobillo de nardo
por los juncos de sus piernas
caderas de serranía
un caballo desbocado
rueda en el polvo agoniza
por el reino prometido
la codicia de tenerla.

Ciprés que sueña
el beso de la sultana
de labios desdibujados
sin rojo, sin ardimiento
destierro de tu presagio
es mala estrella
maldices
perdida gracia
pecado
buena fortuna
hecha trizas
que te sigue como sombra.
Y Cádiz
amante herida
se despecha hasta en las uñas
y desangra por tus venas
como río desbordado.


Alicia Beatriz Alvarez
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje

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