En
dos minutos puedo hacer una cookie o caminar dos cuadras. Otros
corren 4 o 5. Se pone un poco de manteca en un pote y va al
microondas 15 segundos. Se agrega azúcar blanca y negra. Se bate.
Miro el tenedor pensando que adentro mío debe haber una mezcla verde
que me deja vacía. Se agrega un huevo, un poco de harina y batir.
Hace frío afuera y yo bato. En dos minutos te puedo decir muchas
cosas. Si en un minuto entran 68 o más palabras, en dos hay un
monólogo. No puedo mirarte con otros ojos distintos a los míos. Los
chips de chocolate se esparcen de manera irregular. También se
pueden agregar nueces picadas. Yo soplo sobre la mezcla y sobre
cualquier cosa que aparezca cerca, para limpiarme. No sé si adentro
estoy podrida, no sé la receta pero hace frío. Frío es querer irse
a casa. Ya pasaron 80 segundos, un minuto y 20 segundos. Se pone el
pote en el microondas. Frío es un momento de impacto, rechazo con
todo. En dos minutos cocino el postre, cookie al pote. La mezcla
terminó de girar y está caliente. La distancia entre el calor de tu
cuerpo y los grados de afuera se agranda. Ese bache es como un hueco,
tierra de nadie. El cuerpo pierde calor, afuera. Frío es, también,
cuando hacés silencio.
Débora Hadges, 2014.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.
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