martes, 24 de marzo de 2015

Minuto de Terror - Eduardo Adrogué


No sé qué me tenía así ese día. Pero no había caso. No lograba dormirme. No es que los ruidos me distrajeran, me inquietaban. Es cierto, con mis trece o catorce años, estaba como responsable de mi casa. Mis hermanas dormían al lado, en su cuarto con la puerta abierta.
Había logrado leer un rato. Pero estaba muy inquieto. Temeroso.
No sé por qué razón el nerviosismo fue creciendo. Todos los ruidos más cotidianos se volvían atronadores y amenazantes. Tenía un lindo puñal que me habían regalado hace un tiempo. Tuve la idea de tomarlo. Y me lo puse en la mesa de luz. Me dio una cierta tranquilidad. Por fin, apagué la luz. La volví a prender más de una vez. Supuse que poniendo el puñal bajo la almohada estaría más tranquilo. Eso hice.
Fue peor. Cada ruido se volvió ominoso y terrorífico.
Pensé que mi salud mental se resentiría si seguía tan preocupado. Saqué el puñal. Apagué la luz e intenté dormir.


De pronto desde el cuarto de al lado escuché el grito de mi hermana mayor, aterrador: NOOOOOOO, NOOOO. Por favor no. Con el corazón en la boca salté de mi cama, tomé el puñal, le saqué la funda y fui hacia ella no sabiendo con qué me iba a encontrar.

Ahí estaba mi hermana gritando desesperada… sola. Dormida. 



Eduardo Adrogué, 2015.
Texto producido para el Minuto de Terror.

Terri Ann Foss

No hay comentarios: