lunes, 13 de abril de 2015

En busca del Quiwwi - Débora R. (13 años)

Capítulo 2

Nuevo día, nueva vida. Especialmente si te levantás a las 9:00 como hoy. ¿¿Las nueve de la mañana?? ¡Se me hizo tarde! Me levanté y me dí cuenta de que el teléfono sonaba, pero no llegué a atenderlo. Apareció la grabación de deje su mensaje después de la señal: Querida señorita Tanami, le recordamos que partiremos a las 9:20. La esperamos en el edificio central. Y cortaron. Me vestí lo más rápido que pude, agarré un sandwich de huevo y jamón y mi valija. Bajé las escaleras a toda velocidad ─por lo menos, lo más rápido que uno puede con una valija-- rumbo a la salida.
Cuando llegué a la estación el reloj marcaba las 9:08. El tren llegó un par de minutos después. La gran mayoría de los que viajaban eran médicos, mecánicos o papás (seguramente éstos últimos iban al aeropuerto para cumplir con su día de trabajo mensual). A las 9:15 ya estaba en la parada donde tenía que bajar. Corrí por las escaleras hasta el edificio central.
Tengo que decirlo: ese edificio era impresionante, mediría por lo menos 20 metros. Las paredes tenían múltiples ventanas de cristal. Sobre el edificio aguardaba un avión, tenía que ser el mío. 9:17. Saqué mi carnet de estudiante y corrí hacia la puerta. El oficial miró mi identificación y asintió abriendo la puerta. Me avalancé hacía el ascensor. Marqué el último piso. Al darme vuelta ví a una mujer de unos 28 años. Era la Dra. Emma Rins. La saludé. Ella levantó su mano en forma de saludo. Llevaba un saco formal gris, pollera negra, camisa roja abotonada y tacos haciendo juego, parecía una maestra más que una doctora. Tenía su enrulado pelo en un rodete. Casi no llevaba maquillaje. Su valija era violeta. Cuando llegamos a lo más alto, subimos unas escaleras.
El director nos esperaba junto a Wally y mis amigos.
─Este es su avión, el 05143 también conocido como el 013.
Emma sonrió:
─Bueno, gente, yo seré la piloto.
─¿Usted no es doctora? ─pregunté.
─Tengo una licencia para el manejo de aviones. ─Y susurrando, agregó ─¿Por qué todos me hacen esa misma pregunta?
Nos pusimos los ocho en movimiento. Al poco tiempo habíamos cargado el equipaje en el avión.
─Oigan ─dijo el director─ Ustedes seis me pidieron que les diera ésto.
El director nos entregó seis paquetes. Todos estaban envueltos en papel marrón con una pequeña nota indicando nuestros nombres. Agarré el que decía mi nombre, en el que se leía lo siguiente:
Para Tanami,
Esta lapicera que esconde más de un secreto.
Organización Anual.
La OA tiene 365 miembros en honor su ideólogo, a quien le quedaban 365 días de vida después de que su proyecto empezó a hacerse conocido. Sus ideas triunfaron sobre el capitalismo y el comunismo gracias a un meteórito y una guerra. Desde ese momento la AO dirige todo el mundo.
Releí la nota más veces de lo que me gustaría admitir. La leí como 8 veces antes de creerme lo que decía. Desenvolví aquel regalo tan diferente de los que hubiera recibido jamás.
Al verlo no supe qué decir, era un bolígrafo plateado, de esos retráctiles que la mayoría de los profesores usa. Lo curioso era que tenía una especie de cúpula en la punta. Además, tenía un botón muy pequeño en un costado. Levanté mi mirada: cada uno tenía un objeto distinto. Zack tenía un megáfono. Lita tenía un moño con una calavera en el centro. Ethan un pin de yin-yan. Herty un extraño control remoto con un solo botón. Y Alex, una navaja suiza.
─Ahora sí podemos irnos ─dijo Emma.

Subimos al avión. Sólo puedo decir que al entrar había varias filas de sillas reclinables con cinturón. Nos sentamos los seis y Emma prendió el motor.  

Débora R. (13 años), texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje.



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