Sea
donde sea, sé que me estás esperando,
allá en lo hondo de tu boca,
una flor de nieve que es de color de
rosa,
simple y extraña maravilla.
Marosa Di Giorgio
La
primera vez que lo soñé, nuestros labios parecían tener un tierno
himen, que no nos atrevíamos a traspasar. Ni a saludar con la
lengua.
Luego,
fue más fácil, los labios
eran
de crema con pezones salados y sedientos.
Más
tarde, de tan mudos de tan húmedos, se llamaban multiplicándose;
nos nacieron labios en el cuerpo. Ya no podemos parar son de piel de
vellos hirsutos y comisuras. No hablan ni sonríen, son solo para
besar y morder suave. Como margaritas de huevo yema y leche, como
magnolias, salivosas de lilas y azúcar.
Ah,
en sueños o despierto, el hambre de tu boca no se me quita. No se
va.
De
tanta sueñonocheoculta, me dieron unas ganas enormes de comer tus
besos de pan y manteca, escondidos, como terciopelos, como caracoles.
Carlos Flores, 2015
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