viernes, 3 de julio de 2015

La Kiosca Nostra * Federico Castro Walker

La Kiosca Nostra

Don José es el kiosquero institución de la zona. Tiene un gesto levemente amargado, que no cambia nunca, ni siquiera con el educado saludo. El negocio está abierto todos los días, a rajatabla, de nueve a veintiuna. Contra la vereda, la clásica ventanuca de agujero redondo y el mostrador escalonado, pero en general todos pasamos al interior, de baldosas cremita, donde también hay artículos de librería y fotocopiadora. El local termina con una puerta común, calculo que de un depósito.

En esta época hemos observado cambios en Don José. Ha pasado de usar ropa de trabajo, bien simple, a zapatos, pantalones, y camisas de estilo italiano, y además, riguroso traje negro los domingos. La esposa, que antes se dejaba ver a la tardecita, guarda en este tiempo estricta clausura en el domicilio cercano. Sus proveedores actuales llegan en horarios tardíos y son de tamaño ropero. Indefectiblemente, además de cajas de golosinas, traen otros bultos más grandes. El kiosquero se los hace llevar a la parte de atrás, con gesto imperioso.
No es raro que los feriados por la noche caiga algún ansioso que no pudo encontrar kiosco abierto en cuadras. Pero ante sus pedidos cargados de urgencia, últimamente don José empezó a contestar: “entrás a mi casa, y no me ofrecés respeto”. También suele decirles a los clientes que lo abandonaron por el Maxikiosco 24 hs. la frase “me rompiste el corazón”, acompañada de un efusivo abrazo. Esto me ha hecho correr tal frío por la espalda, que he tomado la férrea decisión de ser el comprador más fiel. Es más, me produce un efecto tranquilizador buscar alguna pavada cada vez que transito esa cuadra, lo que hago cada vez más seguido. Después de todo, para algo me van a servir las sesenta pilas doble A, las veinticinco prestobarbas y los kilos de caramelos que vengo acumulando.
He visto además que no soy el único que muestra tal actitud, creo que los vecinos hemos intuido como un gran bien asegurarle la prosperidad a don José. Eso sí, nos aseguramos de no entrar de a muchos al local y si somos más de dos, nos organizamos para esperar consideradamente afuera.
Algún trasnochado de la cuadra dice que Don José tiene relación directa con el descenso de la inseguridad en el barrio y el aumento de ésta en los aledaños. Incomprobable.


Federico Castro Walker, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.





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