No sé
si corresponde mi reclamo pero nunca está de más intentarlo (alguna
vez me dijeron el que no llora no mama, y yo soy muy
obediente).
Cuando
volvía una tarde a mi casa, después de haber viajado tanto,
descubrí que ya no lo tenía. No creí posible que me lo robaran,
porque siempre estoy atenta a eso. Así que, deduje, se me había
perdido. Tan celosamente lo guardaba, tan cuidadosamente lo protegía,
que me parecía imposible. Pero, la realidad golpeaba mi cara. Ya no
estaba ahí, donde siempre lo ponía. Bien protegido, al resguardo
de todo… de todos.
Pero
sigo dudando, posiblemente no sea culpa de nadie. Ni siquiera mía.
Tan
sólo un día, lo solté y simplemente voló.
Graciela Melito, 2015.
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