Ineficacia del conjuro
Con voz potente pronuncia decidido las dos palabras. Una vez, dos, tres… Un eco lejano de montaña le devuelve el hechizo desleído y casi trémulo sobre el final del último intento. Nada sucede.
Con estupor, los ladrones, que son cuarenta, asisten mudos e inexpresivos al llanto impotente de su jefe. Otra vez se han equivocado de cueva.
Cristina Eseiza
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