sábado, 14 de mayo de 2016

La fortaleza * Mariana Avendaño



Viene desde mi panza, desde la parte baja. Sube. Se detiene ahí. Una piedra viva, una piedra fuego, una piedra que late, irrumpe. Hirviendo. Me pide ser voz.

¿Qué voz?
No sale ninguna voz.

La piedra viva quema, se mueve, arde, explota dentro de mis vísceras. Se queda ahí, destrozada, llena de carne muerta, de sangre coagulada. Olores que se pudren. No los puedo vomitar. Me asfixio, quiero gritar, sacar mi voz.
Sacarlos con mi voz.

¿Qué voz?
Si no tengo voz.

En lugar de eso, sonrío.
La piedra viva, ahora muerta comienza a pudrirse en mí, se transforma en un ácido que me corroe el cuerpo. Un veneno que atraviesa mis venas, mi sangre.
Siento el ácido. Quiero pedir ayuda. No puedo. Transformar eso en voz para que salga por la garganta.

¿Qué voz?
Si no tengo voz.

Por dentro me siento morir, por fuera soy la de siempre.
Cuerpo que encierra. Veneno que sé-siento, me está matando. Quiero hablar, pedir ayuda, transformar todo eso en voz pero no puedo.

¿Qué voz?
No tengo voz.

Y ahí me quedo, esperando simplemente que la muerte se manifieste por fin. En mí, para que esta agonía termine.

Sonrío. Intacta.
Encerrada en mi fortaleza de cuerpo de mujer.







Mariana Avendaño, 2016.
Producido en los Talleres de Siempre de Viaje a partir de la lectura de La condesa sangrienta de Pizarnik.


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