La víspera
dura más que semanas o meses
sin pausa
con una intensidad apenas leve
me inunda
sensación extraña
flotar pesado
en el centro del pecho
una gran burbuja.
A veces
resuena lejano
lo que de allí proviene
si miro hacia adentro
imagino
en el gesto
mi rostro interno
acuciante.
Cuando el hecho
su eco lejano
aparece
desde atrás de las orejas
sobre la garganta
cerca de las cuerdas vocales
se siente
el temblor de su inminencia.
Va tomando cuerpo
trepa
arrastrando
a su paso
vallado vertebral
cierre simbólico
fuerza implosiva
me atraviesa.
Las lágrimas tardan
se demoran
luego emerge por mi boca, el llanto
y quizá suene a lamento
y los zapatos verdes que veo desde mi auto
o la manteca derretida cerca de la hornalla
o la flor que se marchita en la alfombra
vuelvan a ser algo más
el irrisorio reloj de mi indolencia.
Y una inspiración ahogada
me inunde
la boca
y mi garganta
por fin
grite
ríos de lágrimas
en alud
hacia mi cabeza.
Lorena Suez
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