Despertar de un baile oscuro.
Un sonido cálido, reconfortante de lejos, perdido.
Muñecas de cera danzan en un bosque
entre algunos pájaros que se desvanecen. La muerte cobra vida. Lo
vital se diluye. Que suene bien, perdí.
Pude haber creado un mundo
maravilloso. Pero no supe.
Nadie asistirá a mi
entierro. Yo tampoco estaré ahí.
Ninguno me pidió lo que le
fue concedido. Todo lo di por vanidad, egoísmo.
Siquiera yo supe qué quise decir
durante el transcurso de mi vida.
Ahora no importa.
Mariana Avendaño, 2017.
Texto escrito a partir de una consigna del Taller Oulipo de verano. La autora tomó un poema de Alejandra Pizarnik, realizó un Inventario de sus verbos y creó un nuevo poema respetando orden y conjugación.
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