domingo, 2 de abril de 2017

Mujeraje * Beto Chiariotti


  Av. Caseros.  El mujeraje avanza decidido a todo.
  Ellas, las que gustan de volar como en el poema de Girondo, esta vez avanzan por tierra, caminando, con cantos enemigos de toda autoridad. Son miles y están seguras de lo suyo y eso se siente en el retumbar de sus pasos. 
  El asfalto hierve y tiembla con dureza mientras los vecinos se guardan en la seguridad de sus pulcras casas. Cuando solo resta una cuadra para su destino, el mujeraje corre con un solo grito explotando desde su garganta volcánica, para que se escuche lejos, muy lejos y a través de los tiempos. Grito de guerra para la paz, de destrucción para crear, grito de rabia para hermanar.
  Cuando llega al fin al lugar, truena bravamente el cielo y cae la lluvia del verano para refrescar la criatura. Luego explota el rayo y comienza el frénetico baile del mujeraje. Se desata el viento y flotan las hojas que no tienen ganas de esperar hasta el otoño, contagiadas de libertad.
  Ya se desarma el enjambre, se atomiza por las calles oscuras y vuelve a reinar la tonta calma, que no es otra cosa que el velo de la mediocridad. Por eso hay que volar.



Beto Chiariotti, 2017.
Texto producido en los Talleres de Siempre de Viaje con motivo de la muestra Mujeraje de Elizabeth Vita.




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