Desde chica me gustan las plantas. Sentir la tierra entre los dedos, oler la humedad. Comer verduras me da rechazo. Imagino que esa lechuga en el plato es la Ilex canariensis que regué el día anterior y me entristece.
Odio la gente que regala flores, no entienden que han muerto, es como regalar un pescado.
Hoy es un día soleado, sin viento. Miro el jardín con orgullo. Acaricio las plantas, huelo el perfume. Se ven tan cómodas, alegres. Qué lindo sería.
Entierro mis pies al lado del jazmín. Absorbo de a poco el nitrógeno de la tierra, en mis venas hay sangre verde, los dedos se fusionan. Los brazos quedan estáticos y en mis orejas, ahora pétalos, juegan las avispas. De mi nariz sale un pistilo rojo. Lloro savia. Qué lindo es.
Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de Viaje para Minuto Fantástico.
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