Una tarde, veo a mi abuelo que sale apurado con una lata de barniz. Y su pipa, que nunca olvida. Va con ella a todos lados. Le pregunto si puedo acompañarlo, me dice que sí, pero que debo guardar su secreto. Intrigada, lo sigo.
Me gusta ir con él y escuchar sus historias fantásticas de viajes, como cuando llegó al final del arco iris y conoció a unos niños de colores. Siempre me parece muy ocurrente.
Llegamos al final del muelle. Mira a ambos lados. Nadie. Se saca la pipa de la boca y la tira al mar.
Mi abuelo me toma de la mano y juntos damos un gran salto. Caemos en un gran tobogán multicolor, que nos lleva directo al interior de la pipa.
Mi sorpresa es infinita, cuando empiezo a caminar por dentro y veo un sillón cerca de la única ventana, una estufa a leña y en las paredes de madera, fotos de toda nuestra familia. Mi abuelo deja la lata de barniz en un rincón y sonriente me dice: primero damos una vuelta y después, mientras barnizo la mesa que tanto le gustaba a tu abuela te cuento el cuento de la buena pipa.
Alejandra Malvotti, 2017.
Para Minuto Fantástico.
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