Colgada
por una cuerda
sobrevuelo
el paisaje
mis
ojos lo tocan
mis
manos se conforman con el aire
fresco
suave
siento
los árboles
en
el olor de sus hojas
a
pesar del árido de las laderas
de
la tierra sin agua
de
las rocas opacas
percibo
sus entrañas fecundas
el
alma fértil y sabrosa de sus frutos.
Encerrada
en la diminuta cabina
libre
experimento
el vuelo
contradictoria
la
vida
pájaros
planean
coloridos
la
cabina es roja
ave
no
me sostienen
es
la cuerda
peligrosamente
suspendida
la
que me libera.
El
abismo de las laderas me atrae
quisiera
arrojarme
planear
sola hasta posarme en las copas
beber
la savia
embriagarme
con el brillo del sol reflejado
las
pendientes me hechizan
ruegan
que me lance
como
una flecha
hasta
clavarme
las
paredes de la cabina me sostienen
impiden
el peligroso vuelo
pero
yo sigo en libertad
aferrada
a la cuerda
colgada.
Andrea Larrieu, 2017.
Desde los talleres de Siempre de Viaje.
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