—Explicámelo de nuevo.
—Era la una y media. Pablo salió apurado, como siempre, a almorzar. Se oyó una frenada violenta y un golpe seco. Un silencio que no sé si duró un segundo o veinte. Lo cortó el ruido de las gomas del auto que salía arando.
—¿Estás seguro de que oíste eso, seguro?
—Sí. Recontra seguro. Después vi el cuerpo de Pablo tirado y en el suelo las marcas negras de la frenada y el raje. Ya te lo dijeron también los canas de la científica. Pobre chabón. Dos minutos antes estábamos diciendo las huevadas de siempre.
—¿Y el auto?
—Ni rastros. Se asomaban los del otro juzgado y tampoco lo podían creer. Buen tipo Sandoval. Nadie lo podía odiar, sólo un mala entraña. Tiene que haber sido por eso.
—¿Vos decís que fue intencional?
—Mirá lo que decís…
—Ya ni sé lo que estoy preguntando ¿A quién atropellan a toda velocidad en el pasillo de una oficina?
Federico Castro Walker, 2017.
Desde los Talleres de Siempre de Viaje para Minuto Fantástico.
Karin Godnic |
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