Los dos perros más tristes que vi (guau, guau, guau) los vi saliendo del puerto, en la oscuridad cerrada, al pasar delante de unos guardias aduaneros que miraron con desinterés a Deni aunque de todos modos no habrían encontrado en su bolsillo ese revólver que tanto esfuerzo le había costado enviarme en el grueso volumen ahuecado y ahora, mientras vigilamos distraidamente la zona, me dice al oído. "Bueno, lo trajiste, ¿no?"
Jack Kerouac, Viajero solitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario